Nuevas tendencias en riego de plantas leñosas
Se trata de ir más allá de la simple fertirrigación y de las técnicas de cultivo sin suelo en invernadero. Las técnicas ensayadas por Ami Charitan en plantas leñosas avanzan aplicaciones novedosas.
Ami Charitan, de Netafim, durante su charla en la Escuela Universitaria de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Valencia. |
Ami Charitan, ingeniero agrónomo de la firma Netafim, invitado por Regaber, sus representantes en España el 24 de octubre, ofreció una conferencia titulada "Últimas tendencias en el riego de plantas leñosas" en la Escuela Universitaria de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Valencia.
El riego por goteo es una técnica generalizada, hoy en día, tanto para cultivos hortícolas como para leñosos, que surgió como respuesta a la falta de agua (disponibilidad, coste, ...), a problemas en suelos de mala calidad (calcáreos, salinos, ...) o a problemas de calidad del agua (salinas, residuales, ...). Asimismo, presenta la ventaja de que se puede abonar al mismo tiempo que se riega (fertirrigar).
Este sistema, frente al tradicional riego a manta, permite mantener una humedad relativa alta en el suelo sin perder oxígeno, ya que el agua fluye mediante un patrón capilar, no como en el sistema clásico, en el que la capa de agua que se aplica actúa como un pistón que expulsa el aire del suelo. Además, si se realiza fertirrigación, se consigue un suministro adecuado de agua y minerales para la planta.
En las plantaciones en riego por goteo, las raíces forman dos partes diferenciadas. Por un lado, debajo del gotero, se sitúan gran cantidad de raíces finas, que representan la mayor parte del sistema activo y que depende de cómo se realice el riego. Otra parte corresponde a las raíces estructurales, más gruesas y más profundas, cuyo desarrollo depende, sobre todo, de la genética de la planta. En contra de lo que pudiera pensarse, el hecho de que el sistema radicular sea menor y se concentre en la zona del bulbo mejora la eficiencia, porque se reduce el gasto energético de mantenimiento de las raíces y el transporte de energía a la parte subterránea, por lo que aumenta el crecimiento de la parte aérea.
En definitiva, el riego por goteo limita la dependencia que la planta tiene del suelo, puesto que se tiene un mayor control de la humedad, nutrición, salinidad y aireación. En el caso de los cultivos hortícolas, se ha ido más allá de la simple fertirrigación mediante el uso de invernaderos y de técnicas de cultivo sin suelo, en las que la dependencia del suelo es nula. Las últimas técnicas ensayadas por Charitan en plantas leñosas siguen esta tendencia.
Un primer paso consiste en la realización de dos zanjas paralelas de 20 x 50 cm a cada lado de las filas de frutales en plantaciones que presentan diversos problemas de calidad del suelo o del agua. Estas zanjas se recubren con manga textil y se rellenan de roca volcánica. Encima, se coloca el tubo con goteros a 30 cm, pues la roca presenta una baja conductividad, y se recubre con plástico. Con este sistema se han conseguido resultados espectaculares: caquis, mangos, nectarinas, uva de mesa con problemas de aireación, suelos salinos, clorosis férrica, etc. Aparte de la roca volcánica, puede usarse igualmente perlita, coco, compost, etc., que presentan un fácil manejo y una mejor capacidad de retención de agua, lo que permite reducir el volumen de la zanja.
El paso siguiente es realizar la plantación directamente sobre la zanja y poner una sola línea de gotero. Este sistema está en pruebas y todavía no se ha ajustado el volumen de sustrato que hay que utilizar. Otra de las pruebas realizadas por Ami Charitan consiste en plantar vides en sacos de perlita de 7 litros, en los que se sitúan dos goteros. A través de este método se han conseguido muy buenos resultados.
Otra línea de investigación que se sigue, se centra en intensificar la aplicación del agua y los minerales, sin añadir, en este caso, ningún tipo de sustrato, con lo que se obtienen muy buenos resultados. Para ello, se recomienda espaciar menos los goteros, colocar más goteros por árbol, aplicar un caudal menor por gotero y acortar los intervalos, realizando entre dos y seis riegos por día. Con este sistema se ha pasado de 45 t de nectarinas por ha a 60-70 t, de 10 t de mango a 30-40 t o de 57 t de uva de mesa por ha a 77 t.
¿Qué está ocurriendo en estos casos? Al reducir el caudal nos aproximamos al índice de conductividad hidráulica, aumentando el flujo capilar y reduciéndose el flujo por gravedad. El bulbo húmedo se aplana, con lo que la estructura de la raíz también se aplana y queda más cerca de la superficie, donde el suelo está más aireado y es más fértil. Además, al regar durante más horas, las raíces se lavan de forma continuada y se evitan situaciones de estrés, como las que padecen las raíces más pequeñas en las horas de mayor calor.
El desarrollo de estos sistemas implica un mayor control y monitorización del riego, ya que el margen de maniobra se reduce. Los niveles de seguimiento deben ser altos y se hace necesario obtener información directamente de nuestro campo y no de fuentes externas, como pueden ser los servicios de extensión. Es interesante llevar un control informatizado conforme el riego se hace más eficiente.
Los últimos estudios en este campo se dirigen al riego por pulsos, que se basa en la idea de dar a la planta el agua y los minerales conforme los asimila. Esta técnica se ha ensayado en invernadero regando entre cuarenta y cincuenta veces al día, con la obtención de buenos resultados. La frecuencia de riegos crece al mediodía y llega al mínimo durante la noche.
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