El ‘efecto estornudo’ pone en riesgo la higiene en los aseos

El conocido como ‘efecto estornudo’, que se produce cada vez que se descarga la cisterna de inodoros y urinarios, libera gotas de agua que acaban depositándose sobre otras superficies y que pueden contaminarlas. Los expertos de Rentokil Initial explican cómo combatir eficazmente esta situación.

La propia actividad que se desarrolla en los aseos, unida a la humedad y, en ocasiones, a una deficiente ventilación, los convierten en espacios clave para el desarrollo de gérmenes y bacterias. La presencia de ‘biofilm’, una fina capa de materia orgánica adherida a la superficie de cisternas y cañerías, es un caldo de cultivo ideal para la proliferación y dispersión de bacterias.

Uno de los mayores riesgos para la salud de las personas tiene lugar cuando se tira de la cadena del inodoro. En este momento, el agua no solo se evacúa a través de la salida del retrete, sino que el mismo torrente de agua que se genera al descargarse la cisterna puede despedir al exterior del recipiente gotas de agua que acaban depositándose en otras superficies del baño. Estas gotas de agua pueden ser portadoras de virus y bacterias que proceden de orina o heces como, por ejemplo: estreptococos, estafilococos, hepatitis y el virus de gripe común.

Las gotas de mayor tamaño caen inmediatamente sobre las superficies del retrete, la cisterna o el suelo, mientras que las más pequeñas y los aerosoles pueden extenderse por todo el baño quedando suspendidas en el aire y contaminando otras superficies.

El riesgo de contaminación no se reduce únicamente al momento en el que se produce el ‘efecto estornudo’, sino que se prolonga en el tiempo debido a la capacidad de las bacterias de permanecer durante días en el aire y las superficies del baño. Además, los aerosoles pueden propagarse a otras áreas del edificio por el simple hecho de abrir y cerrar la puerta.

A ello se suma un problema acuciante de muchos aseos, y es su mala ventilación, capaz de aumentar la acumulación de microbios en el aire y dejar malos olores en dicho espacio.

El simple hecho de bajar la tapa del inodoro en los aseos puede llegar a disminuir la propagación de infecciones. De hecho, según los expertos de Rentokil, realizar esta acción antes de tirar de la cadena puede llegar a reducir hasta 12 veces la concentración de la bacteria ‘clostridium difficile’ en el aire.

Sin embargo, cuando hablamos de combatir activamente el ‘efecto estornudo’, el uso de bacteriostáticos en inodoros y urinarios es clave para minimizar el riesgo de contaminaciones cruzadas. Estos dispositivos inyectan dosis controladas de líquido higienizador en la cisterna, que combate directamente a las bacterias y favorecen la eliminación de las incrustaciones en las que se desarrolla el ‘biofilm’; además, como efecto colateral, disminuyen los malos olores. Los bacteriostáticos se pueden activar con cada descarga o con temporizador, según la frecuencia de uso o el nivel de protección que se desea.

Desde Rentokil Initial se aboga por un enfoque integrado de la higiene para prevenir las infecciones en los baños. Para ello, es vital combinar una serie de medidas que incidan tanto en la higiene del aire como en la de superficies, y que estos, estén dotados del equipamiento higiénico adecuado para hacer de los aseos y baños públicos, un lugar seguro y fiable.