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“Las áreas de conocimiento segmentadas y compartimentalizadas están dando paso a colaboraciones entre grupos multidisciplinares que ofrecen valor añadido a la investigación”

Entrevista a Jaime Prohens, presidente de la SECH

David Pozo15/02/2013
Falta medio año para que cientos de investigadores españoles relacionados con el mundo hortícola se reúnan en Madrid para conocer y discutir sobre las últimas innovaciones del sector, en una cita que además intentará unir sinergias con la ingeniería agrícola. Hemos analizado con Jaime Prohens, presidente de la Sociedad Española de Ciencias Hortícolas, en qué punto se encuentran los preparativos para el VII Congreso Ibérico de Agroingeniería y Ciencias Hortícolas, y también la situación actual de la SECH un año después que accediese a la presidencia.
Jaime Prohens, presidente de la SECH
Jaime Prohens, presidente de la SECH.

El próximo mes de abril se cumple un año de su elección como presidente de la SECH. ¿Qué valoración hace de estos primeros meses?

Ha sido un ejercicio de continuidad tras más de diez años como vicepresidente, por lo que en el momento de tomar posesión ya estaba al tanto de todas las actividades de la Sociedad y de su funcionamiento. Por otra parte, ha sido un año muy tranquilo, ya que durante estos últimos meses, un periodo entre dos congresos generales, el celebrado el pasado año en Almería y el del próximo agosto en Madrid, no ha habido muchas reuniones de los grupos de trabajo o simposios, exceptuando el de Mejora Genética. Este año ha sido excepcional, ya que normalmente son dos los ejercicios entre congresos generales, pero en la pasada edición hicimos una excepción para que coincidiese con Expoagro.

¿Poner de acuerdo y coordinar a grupos científicos de tan variada índole resulta fácil o complicado?

Resulta fácil en el caso que los coordinadores de los grupos sean personas activas que participen en la junta directiva de la Sociedad. Normalmente el ambiente es muy cordial entre colegas, pero también se ha de reconocer que existen algunos pocos grupos de trabajo que permanecen inactivos, precisamente porque los coordinadores no están organizando jornadas o eventos con la cadencia que sería deseable.

¿Se debe a que son grupos donde hay poca actividad científica dentro del panorama español?

Normalmente son grupos de una temática muy reducida y específica, donde la masa crítica de investigadores no es suficiente. En algunos casos lo que hemos planteado es fusionar esos grupos, que posiblemente no tienen sentido que estén separados porque tratan temáticas muy similares, y en otros casos se ha conseguido nombrar a un nuevo coordinador de grupo que de nuevos aires e impulse la actividad del mismo.

Para agosto la SECH está organizando la cita bienal de la horticultura ibérica. ¿Cómo van los preparativos?

Según las últimas informaciones que me ha hecho llegar el comité organizador del congreso, que se reúne de manera habitual, es que las expectativas son muy buenas, habiéndose recibido ya más de 500 comunicaciones, un número muy elevado. Se da la circunstancia de que se celebra de manera conjunta con la Sociedad de Agroingeniería, y este hecho nos permitirá poner sobre la mesa esa mayor interdisciplinariedad que existe en el mundo de la ciencia. Las áreas de conocimiento segmentadas y compartimentalizadas están dando paso a colaboraciones entre grupos multidisciplinares que puedan dar valor añadido. En este sentido, con la Sociedad de Agroingienería existen intereses comunes y es una forma de interactuar con ellos, siendo conscientes que muchas de las cosas que se hacen en agroingeniería son aplicables a las ciencias hortícolas, y viceversa.

Por otra parte, se ha hecho mucho énfasis en la presencia del sector, principalmente a través de las empresas. Todos sabemos que uno de los problemas que existe en España con la investigación, en comparación con otros países, es que la transfencia de la ciencia al sector es limitada. Es decir, tenemos una ciencia de muy buena calidad, pero después eso no se plasma transfiriéndola a las empresas. Por ello, una de las grandes apuestas desde la SECH es fomentar esa transferencia y reflejar su presencia directamente en los congresos.

En todo congreso hay algunas áreas temáticas que, por volumen de trabajos presentados y también por la demanda actual de la industria, destacan sobre otras. ¿Cuáles son las que despuntan más de cara al próximo congreso?

En estos momentos aún se están evaluando las comunicaciones recibidas, pero en lo que sí se ha hecho énfasis de cara al congreso es en sesiones comunes que puedan ser de interés para miembros de ambas sociedades, por ejemplo, la tecnología de invernaderos, el manejo de riego deficitario, la post-recolección, el envasado, sensores, manejo integrado de plagas, horticultura y paisajismo urbano, etc.
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¿Eso quiere decir que está usted dentro del grupo de investigadores que ven la investigación desde un punto de vista pragmático y no simplemente teórico?

Si la horticultura española tiene que sobrevivir y permitir que los agricultores y el sector tengan unos salarios y unos puestos de trabajo dignos, hay que innovar e ir por delante de otros países que producen lo mismo que nosotros pero más barato. Tenemos que innovar en productos, en tecnologías nuevas e incidir en la diferenciación para dar una mayor calidad. La investigación tiene que ir indiscutiblemente dirigida a ofrecer una mayor competitividad a nuestro sector. Lo que no podemos hacer, tal y como afrimaba hace unos días Federico Mayor Zaragoza, es “ciencia aplicada no aplicable”.

En el sector hortícola, ¿España también lidera los primeros puestos a nivel de investigación?

Nuestra investigación se encuentra en el primer escalafón internacional, al mismo que otros países de nuestro entorno como Italia, Francia, Israel, o incluso EE UU. Hay muy buenos investigadores, y durante los últimos años se ha realizado un esfuerzo muy importante por la internacionalización de la investigación española, para llegar a los estándares internacionales, y desde las administraciones se realizó un esfuerzo económico importante en apoyar la investigación hortícola. El problema es que ahora nos encontramos en un momentos de crisis y la reducción de la financiación pública está afectando a los grupos de investigación. Pero por otro lado, las crisis también son un momento de regeneración y de replanteamiento de la actividad. Si había muchos grupos que vivían de subvenciones públicas y su implicación con el sector era moderada o baja, ahora para seguir activos tendrán que recurrir a la financiación privada, y ello implica interacción con el sector.

¿Se potenciará también, de cara a 2014, la presencia de la investigación española en el congreso de la IHC en Brisbane (Australia)?

Evidentemente que fomentaremos, en la medida de nuestras posibilidades, el que haya una presencia española importante en ese congreso, aunque el coste de una asistencia a un congreso a Australia no sea el mismo que el de hace tres años en Portugal. Pero resulta fundamental estar presentes, porque es allí donde se presentan todas las novedades y donde además existe la posibilidad de interactuar con investigadores de cualquier parte del mundo.

Como investigador usted está especializado en el área de mejora genética vegetal. ¿Cuáles son las líneas más significativas en las que se está trabajando actualmente en este área, tanto desde instituciones como de universidades españolas?

Destacaría por un lado la mejora de la calidad funcional de las frutas y hortalizas. Hoy en día a éstas ya no se les exige solo productividad, larga vida, uniformidad o un aspecto atractivo, sino que también se demanda una mejora en las propiedades funcionales o nutracéuticas, es decir, frutas y hortalizas que no solo proporcionen alimento, sino que además prevengan al consumidor frente a enfermedades. En ese ramo se ha desarrollado por ejemplo el campo de los polifenoles, o la elaboración de suplementos basados en estractos de hortalizas para tomar en cápsulas, etc. Las casas de semillas, con las que hemos mantenido múltiples reuniones, hacen mucho énfasis en el desarrollo de esas variedades con mejores propiedades nutracéuticas.

Por otro lado, nos encontramos con la línea de investigación destinada a la resistencia frente a plagas y enfermedades. Cada vez se tiende más hacia a una agricultura con menos agroquímicos, ante una demanda por parte del consumidor y por aspectos medioambientales, y como consecuencia se restringen las materias activas, y una forma de luchar es precisamente con variedades resistentes.

Una tercera sería la línea de investigación de portainjertos. Ante la prohibición del bromuro de metilo y de otros desinfectantes de suelo, o se hacen cultivos hidropónicos o, en el caso que se haga en suelo, se ha de injertar sobre patrones resistentes. La ventaja es que el portainjerto no tiene que ser una variedad que de buenos frutos o calidad, sino que debe ofrecer resistencia a los patógenos del suelo y proporcionar vigor.

Y finalmente otra línea que estará bastante en boga en los próximos años será la mejora para condiciones de cultivo ecológico. Cada vez existe una mayor superficie de este tipo de cultivo, y éste requiere resistencia a plagas y enfermedades, un mayor aprovechamiento de los nutrientes del suelo, una mayor adaptación a las condiciones sin que se modifique el ambiente, etc.

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Usted dirige también el Instituto Universitaria de Conservación y Mejora de la Agrodiversidad Valenciana. En un entorno como en el que nos movemos y en que todo evoluciona rápidamente, ¿cómo resulta de importante el hecho de conservar y proteger las hortalizas autóctonas?

La importancia es cada vez mayor porque por un lado son variedades que están desapareciendo, debido a que los agricultores que las utilizaban están abandonando la actividad y las explotaciones modernas se basan en variedades comerciales, y por otro, porque representan una fuente de genes para obtener nuevas variedades. Además ahora existe una demanda por recuperar el cultivo de esas variedades tradicionales y locales, es el caso en Valencia del tomate Valenciano y Muchamiel, con agricultores de la zona que están recuperando su cultivo. Es un producto que consigue buenos precios en el mercado local y en el cual las casas de semillas no tienen mucho interés por su bajo volumen de negocio.

En el Instituto antes recibíamos muchas peticiones de casas de semillas que querían fuentes de genes para obtener nuevas variedades, y ahora estamos recibiendo muchísimas de agricultores y cooperativas que quieren variedades autóctonas y antiguas, no mejoradas, para introducirlas en cultivo ecológico, y producir un producto de alta calidad, diferenciado, con e que puede obtener un alto valor en el mercado.

El Instituto acoge también el único Banco de Germoplasma de Hortalizas de la Comunidad Valenciana. ¿Qué se conserva en este banco y cuántos bancos similares existen a nivel nacional?

En el Banco de Germplasma tenemos variedades tradicionales españolas de cultivos hortícolas, principalmente solanáceas y curcubitáceas, líneas de mejora y variedades tradicionales de otros países, e incluso especies silvestres emparentadas con los cultivos. El banco tiene en total unas 15.000 accesiones y es uno de los más grandes de Europa. Este material es un auténtico tesoro, porque contiene desde esas variedades antiguas que ahora se están recuperando, hasta otras que son fuentes de genes para problemas actuales o futuros que puedan aparecer.

A nivel español existen otros bancos de hortalizas, entre los que podemos destacar el de Aragón, el del CRF en Madrid, el de la Mayora en Málaga, o el de la Misión Biológica de Galicia, pero en su mayoría están enfocados a grupos de cultivos concretos, como es el caso de las brásicas y leguminosas en el banco de Pontevedra o de solanáceas y curcubitáceas en La Mayora.

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