Según el estudio, al reducir el riego un 50%, disminuye también el crecimiento vegetativo del cerezo y se ahorra agua sin obtener menos rendimiento productivo en la campaña siguiente
Estrategias de riego deficitario controlado en poscosecha en el cultivo del cerezo en el Valle del Jerte
Además, se ha detectado que existe poca información local con respecto al uso de riego por goteo en cerezo que evalúe el estado hídrico, el crecimiento y la producción en función del volumen de agua aplicado.
El objetivo de este trabajo es conocer las necesidades hídricas del cultivo de cerezo en el Valle del Jerte y cómo se adapta a distintas estrategias de riego deficitario controlado (RDC) en poscosecha, en relación a las estrategias que utilizan actualmente los agricultores de la zona. Para ello se realizó un ensayo de riego poscosecha, durante el año 2010, sobre una variedad de cerezo (Prunus cerasus var colt) variedad Burlat, en la que se utilizaron cuatro tratamientos de riego durante la poscosecha, dos tratamientos de riego deficitario (25 y 50% ETc), un tratamiento según necesidades hídricas del cultivo (100 % ETc) y otro tratamiento, el utilizado por los agricultores en la zona. El diseño del ensayo fue de bloques al azar con cuatro repeticiones.
Las estrategias de RDC con un estrés severo durante todo el período de poscosecha controlaron de forma eficaz el vigor de los árboles aunque supusieron una pérdida de cosecha. El tratamiento de un 50% obtuvo una eficiencia productiva mayor con respecto al resto de los tratamientos. Un aspecto importante a estudiar es el efecto del estado hídrico poscosecha sobre porcentaje de frutos dobles y adosados.
Introducción
El cultivo del cerezo (Prunus avium L.), es un frutal que requiere para su floración de 900 a 1.800 horas de frío, lo que hace que florezca más tarde que otros frutales de hueso y que escape de las heladas primaverales, a las que es sensible. El desarrollo del fruto es muy rápido (100 días desde la floración a la recolección), lo que le permite ser uno de los primeros frutos frescos en el mercado. Es el único fruto de hueso no climatérico, por lo que si se recolecta con antelación, no madura fuera del árbol. Se adapta bien en áreas con inviernos fríos, cierta humedad ambiental y veranos frescos. Con elevadas temperaturas durante la floración pueden aparecer pistilos dobles que darán lugar a frutos dobles, de difícil comercialización. Cuando las precipitaciones son excesivas durante la maduración del fruto se puede producir su agrietado al absorber humedad a mayor velocidad de la que se puede expandir.
Extremadura, la comarca del Valle del Jerte, es una de las zonas que cumple con los requisitos climáticos para el cultivo del cerezo, extendiéndose desde las áreas de menor altitud (400 m) hasta las situadas a mayor altitud (1.200 m). La rentabilidad del cultivo ha propiciado la expansión de todas las zonas agrícolas del Valle, colonizando incluso zonas marginales en las que los condicionamientos productivos, particularmente las heladas primaverales y las lluvias durante el periodo de maduración, son muy severos.
A nivel regional, Extremadura representa el primer productor de cerezas, localizándose en la provincia de Cáceres, en el Valle del Jerte la mayor distribución de este fruto; mientras que en Badajoz la superficie ocupada es de 40 ha, en Cáceres se sitúa en unas 6.930 ha, lo que representa un 29 % de la superficie a nivel nacional y un 30 % de la producción.
La modernización y la reconversión varietal que ha sufrido el cerezo en el Valle del Jerte, en los últimos años, ha supuesto un paso de variedades autóctonas y marcos de plantación amplios con sistemas de formación tradicionales, a sistemas más intensivos con nuevas variedades y patrones menos vigorosos, así como la aplicación del riego. Todo esto ha contribuido a que la agricultura haya pasado a ser una actividad que demanda cantidades importantes de agua. A pesar de haber sido un cultivo tradicionalmente de secano en la zona, el cambio en las condiciones de cultivo hace que el riego pase de ser algo adicional o de apoyo a una herramienta fundamental para estabilizar la producción y hacerla menos dependiente de las condiciones ambientales.
De hecho, los regadíos tradicionales del Valle del Jerte consistían básicamente en acequias en tierra provenientes de las múltiples gargantas, arroyos, fuentes y manantiales que salpican todo el valle y que permitían regar sus escarpadas laderas pobladas por cultivos arbóreos, cerezos principalmente. Las últimas obras hidráulicas, han permitido llevar agua a algunas de las comunidades de regantes del Valle y así desde el año 2010 se pueden realizar riegos más homogéneos y constantes en las plantaciones de cerezo, de este modo se han realizado una serie de recomendaciones generales de riego que pasan por recomendar 1.000 goteros/ha, máximo 4 goteros de 4l/h por árbol y una hora diaria de riego (CENTER, 2009). En la actualidad el riego se realiza en tres aplicaciones por mes o una vez a la semana dependiendo de la zona. Con la modernización se pretende aumentar la frecuencia de los riegos disminuyendo el volumen aplicado en cada uno.
Actualmente las estrategias seguidas durante el periodo de poscosecha por la mayoría de los productores de la zona es la utilización principalmente de riegos de supervivencia, que pueden afectar a la producción del año siguiente y ejercer un efecto de envejecimiento de la plantación.
El potencial hídrico del tallo es un indicador de confianza del estado hídrico de la planta, que integra las condiciones de humedad en el suelo y de demanda de la atmósfera y que puede actuar como un índice útil en las programaciones de riego de los árboles frutales (Shackel et al., 1997) como en cerezo (Marsal et al., 2010).
El uso eficiente del agua y su gestión eficaz y equitativa en zonas de montaña como es el Valle del Jerte, donde nunca han existido restricciones de agua, pero en la actualidad la agricultura ejerce una fuerte presión sobre los recursos hídricos, pasa por estudiar estrategias de riego optimizando la utilización sostenible de este recurso.
El objetivo de este trabajo es conocer las necesidades hídricas del cultivo del cerezo en el Valle del Jerte y cómo se adapta a distintas estrategias de riego deficitario controlado (RDC) en poscosecha, en relación a las estrategias que utilizan actualmente los agricultores en la zona.
Material y métodos
Es una plantación que se encuentra en su sexto verde, con marco de plantación de 5x5 y sistema de formación en vaso bajo. El sistema de riego empleado es el localizado mediante goteo. La línea portagoteros cuenta con 2 goteros autocompensantes de 4 l/h en cada árbol. Las condiciones de manejo de la finca pueden considerarse casi óptimas y no fueron un factor de variación en el ensayo.
Se determinó el potencial hídrico de tronco (SWP) a mediodía solar a partir del 4 de mayo y hasta el 4 de noviembre. Las mediciones se han realizado semanalmente con una cámara de presión portatil (PUMP-UP, Pessl Instruments), según la metodología propuesta por McCutchan y Shackel, (1992).
El crecimiento del tronco se midió cada dos meses mediante la medida del perímetro del tronco con una cinta métrica flexible a 20 cm desde el nivel del suelo en diferentes momentos del ciclo, previo a la brotación, a los 60 y 120 días después de plena floración y en caída de hojas, en los 4 árboles control de cada parcela elemental.
Los datos de rendimiento y sus componentes se tomaron sobre todos los árboles de cada parcela elemental. Al llegar a la madurez comercial se recogieron y pesaron la totalidad de los frutos de cada uno de los árboles, tomándose el peso total (peso de frutos/árbol), se calculó el rendimiento promedio por planta y la eficiencia de producción: rendimiento total por área de sección transversal de tronco (kg.cm-2 de ASTT).
Resultados y discusión
Los volúmenes de agua (mm) aplicados en el riego durante el 2010 fueron de 500, 275, 172 y 75 para los tratamientos 100%, 50%, 25% y testigo, respectivamente. La precipitación efectiva acumulada durante el ciclo del cultivo fue de (87mm), concentrándose principalmente en junio y octubre (tabla 1).
Durante todo el período de riego en los distintos tratamientos se midió el estado hídrico de los cerezos a través del Potencial Hídrico del tallo (SWP) a mediodía solar y presentó diferencias entre los cuatro tratamientos (Figuras 1), mostrando una tendencia con mejor estado hídrico los tratamientos de mayor aporte de agua. En todos los tratamientos el SWP disminuyó a medida que aumentaron las temperaturas durante el verano, incluso en el tratamiento según necesidades. La intensidad del estrés fue mayor en los meses de agosto y septiembre, en correspondencia de una demanda atmosférica alta.
Durante todo el periodo de riego existieron diferencias significativas entre los tratamientos principalmente entre el tratamiento 100 % ETc y los tratamientos deficitarios. Los valores de SWP con riego completo (100 %) en pleno verano variaron entre 1,01 y 1,54 Mpa, alcanzando el umbral de 1,5, valor considerado por (Shakel et al 1997) como valor a partir del cual comienza a reducirse el crecimiento vegetativo, solamente en una ocasión a mediados de agosto, siendo el valor promedio de 1,21 Mpa, superiores a los mencionados por (Podestá, 2007) entre 0,89 y 0,94 Mpa en los cultivares Lapins, Summit y Celeste y 0,7 Mpa en el cultivar Summit (Marsal et al., 2010), siendo estos valores para árboles más jóvenes que los estudiados.
Sin embargo el resto de tratamientos deficitarios y el utilizado por el agricultor alcanzaron valores inferiores a -1,5 Mpa en el periodo del 28 de julio al 29 de septiembre, los valores medios en pleno verano (julio-agosto-septiembre) fueron de 1,85, 1,73 y 1,57 Mpa, para los tratamiento testigos, 25 % y 50 % respectivamente. El tratamiento testigo llegó a alcanzar valores inferiores a 2,0 Mpa en el mes de agosto. En el caso del crecimiento vegetativo de cada tratamiento, se puede observar que el crecimiento del tronco en el tratamiento de 100 % ha sido superior al resto de los tratamientos (figura 2), la disminución de los incrementos de área de sección transversal del tronco ha sido utilizada como indicador claro de disminución de vigor en cerezos (Edin et al. 1997; Elfving y Visser 2005).
Si comparamos la eficiencia productiva (figura 3) se puede observar que fue significativamente mayor en el tratamiento del 50% con respecto al resto de los tratamientos, indicando que el tratamiento según las necesidades hídricas durante el periodo de poscosecha provocó un mayor desarrollo vegetativo, sin existir una mayor producción en la campaña siguiente, también se observó una mayor cantidad de poda invernal en el tratamiento 100% (figura 4).
Estos resultados nos indican la necesidad de establecer estrategias de riego deficitario al menos de un 50% de las necesidades del cultivo durante el periodo de poscosecha para reducir el crecimiento vegetativo del cerezo y conseguir un mayor ahorro de agua sin obtener un menor rendimiento productivo en la campaña siguiente.
Esta investigación ha sido financiada por la Junta de Extremadura con el proyecto de investigación LOI703 y GRU1013 y cofinanciada con fondos FEDER.
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