El interés especulativo mundial por las materias primas agrarias impide divisar el techo del mercado
Las informaciones que llegan desde EE UU hablan de una acumulación sin precedentes de posiciones largas (compradoras) por parte de los fondos de inversión que están tensando hasta el extremo la demanda de cereal.
La escalada alcista que experimentan los precios de los cereales y otras materias primas agrícolas en los mercados internacionales desde agosto de 2020, se está convirtiendo en uno de los temas centrales de la actualidad en el sector agroalimentario a nivel mundial.
Desde que se iniciara la pandemia por COVID-19, estos mercados han vivido una transformación de tal calado que muchos contratos de futuros han alcanzado máximos de varios años debido a los desequilibrios entre la oferta y la demanda.
El sentimiento alcista actual viene motivado por un aumento exponencial de la demanda. El empuje de China y su salida en tromba al mercado para la compra de productos básicos agrícolas en agosto de 2020 -que continúa en la actualidad- ha podido ser el inicio de un superciclo para estas materias primas, según coinciden un gran número de analistas.
Los fondos de inversión son uno de los factores que han propiciado esta situación. Pese a que las commodities agrícolas no ofrecen el mismo grado de seguridad que otras materias primas como el oro, han sido el vehículo idóneo para una inversión relativamente segura gracias a la demanda sostenida de China y otros países en respuesta a la pandemia.
La merma en la última cosecha europea de cereales ha sido otro de los fundamentales que ha dado apoyo al rally alcista en los mercados, cuyo efecto ya casi diluido parece que se reactiva ahora con las dudas que arrojan las nuevas cosechas de Brasil y EE UU en pleno weather market.
La clave para las perspectivas del mercado a más largo plazo es cuándo se marcharán los inversores especulativos, una vez que el sentimiento alcista que rodea a la agricultura disminuya y la economía global muestre signos de recuperación tras la pandemia.
¿Especulación o crecimiento sostenido?
No obstante, los expertos en este mercado consideran que el sentimiento bajista en torno a las materias primas agrarias podría regresar en un plazo relativamente corto de tiempo. Todo va a depender de si se trata de un desequilibrio puntual entre oferta y demanda o si, por el contrario, nos encontramos ante un crecimiento sostenido de la economía y de la demanda de alimentos a nivel global.
Un dato a tener en cuenta es la previsión meteorológica para las próximas dos semanas en el Cinturón del Maíz en Estados Unidos. En plena época de siembra, adelantada respecto a otros años, se espera un clima frío y con humedad por lo que las previsiones de cosecha en este país se han moderado considerablemente.
¿Y por qué sigue subiendo el mercado? Una de las razones es que se rumorea que los fondos de inversión poseen unos 1.960 millones de bushels (mb) de maíz y 905 mb de soja en una posición larga especulativa. Esencialmente, eso es alrededor de 2 veces el volumen de maíz y 8 veces el de soja proyectado en los EE UU.
Por tanto, si las industrias que necesitan maíz o soja quieren comprar estas materias primas tienen que pagar el alto precio que los especuladores han fijado para sus posiciones. Se calcula que el precio medio de las materias primas agrícolas en EE UU se ha revalorizado en casi el doble desde que empezara la pandemia.
Las miradas están ahora puestas en las próximas cosechas del hemisferio Norte. Una recuperación de los inventarios junto a un incremento de las siembras a final de año, podrían favorecer una estabilización del mercado y por tanto de las cotizaciones de las materias primas agrarias.
Asimismo, la previsión de la FAO es que las reservas mundiales de grano caigan en la campaña actual y empiecen a recuperarse en 2022.
Otro escenario que no se descarta sería el cierre masivo de las posiciones largas en maíz y soja por parte de los fondos de inversión, en una eventual recogida de beneficios que marcaría el techo del mercado actual. Una ingente cantidad de grano físico que el mercado no podría absorber de golpe y que provocaría un descenso muy brusco en las cotizaciones, coincidiendo en el tiempo con la cosecha de 2021.