Crean redes para que la sociedad recupere capacidad de decisión sobre su agricultura
Una de las grandes debilidades del sector primario es su escasa organización, debido en parte al sentimiento de estar trabajando en soledad por la dispersión geográfica. Con el objetivo de identificar estas fronteras e impulsar la articulación de las comunidades agricultoras, el proyecto BOND, financiado por la Comisión Europea dentro del programa Horizonte 2020 y en el que están implicados más de una treintena de países, trabaja sobre tres pilares fundamentales: aprendizaje de casos exitosos y duraderos en el tiempo, diagnóstico de barreras y diseño de herramientas para superarlas.
“No se trata de una organización forzada en torno a una figura jurídica, sino de un proceso de creación de comunidad en el que los grupos implicados construyen su identidad colectiva y diseñan sus estrategias para defender sus intereses”, subraya Mamen Cuéllar Padilla, investigadora del Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) y responsable del proyecto en la Universidad de Córdoba.
Durante la primera fase del proyecto se han realizado 6 viajes de campo en los que han participado 60 personas agricultoras de más de 30 países europeos, con potencialidad para liderar procesos de articulación y acción colectiva en sus contextos. A lo largo de estos encuentros se han visitado cooperativas agrícolas con un diseño interno de organización horizontal y participativa, cooperativas de uso compartido de maquinaria agrícola, o bancos de tierras.
El análisis de estos casos de éxito ha servido para identificar las principales barreras que impiden a las comunidades agrícolas tejer redes de colaboración. Según las primeras conclusiones extraídas, se trata de escollos geográficos, culturales y, fundamentalmente administrativos, que a menudo suelen afectar con mayor contundencia a pequeñas y medianas productoras, “mucho más indefensas ante el mercado y regulaciones públicas pensadas para la gran escala”, para las cuales el asociacionismo podría ser una alternativa viable.
Otro aporte será una guía práctica de métodos y herramientas que, respondiendo a los diagnósticos desarrollados, faciliten los procesos de construcción de articulaciones y redes en el ámbito agroalimentario. En definitiva, el objetivo último del proyecto es contribuir al empoderamiento de las pequeñas y medianas productoras y a la democratización del sector para que tenga voz y voto en las decisiones que marcan el rumbo de su futuro.