Avances en la eficiencia de los fertilizantes en los cultivos
Uno de los mayores retos de los agricultores es alcanzar una mayor eficiencia en el uso de los fertilizantes. Y no sólo por tratar de evitar una posible contaminación de suelos y aguas sino por ahorrar en una de las mayores partidas de gastos de su propia explotación. Y este reto tiene aún más importancia en el caso del nitrógeno, por ser un nutriente tan móvil que se puede perder en grandes cantidades disuelto en el agua o en forma gaseosa. De tal manera que es el nutriente más demandado por los agricultores a la vez que es uno de los principales causantes de la contaminación de aguas y de las emisiones de gases de efecto invernadero desde el suelo agrícola.
Cada vez es mayor el abanico de herramientas de las que se dispone para conseguir una mayor eficiencia. Brevemente aquí se presentan algunas de las más comunes:
- Ajustar la fertilización a la demanda real del cultivo, ya que todo exceso que se aplique implica un riesgo mayor de perderlo al no poder aprovecharlo el cultivo.
- Ajustando las aplicaciones a los momentos en los que la planta realmente necesita los nutrientes, evitando tener el nutriente en el suelo más tiempo del necesario. Se deberían reducir por tanto los grandes abonados con nitrógeno de fondo, tendiendo hacia un mayor número de coberteras. Una fertirrigación bien gestionada se podría considerar como el caso extremo del ajuste demanda/aporte.
- Empleando fertilizantes de liberación lenta o inhibidores de la nitrificación, que permitirían reducir el número de coberteras ya que el nitrógeno no estaría tan rápidamente disponible, mejorando el acople demanda/aporte pese a reducir la frecuencia de las aplicaciones.
- Ajustar el riego a la demanda del cultivo, ya que el exceso de agua en el suelo puede producir un lavado del nitrógeno disuelto a profundidades donde la planta no puede aprovecharlo.
- Favoreciendo la incorporación del fertilizante al suelo, evitando perdidas gaseosas importantes, bien enterrándolo (inyectándolo en profundidad directamente o posteriormente con una labor superficial) o bien introduciéndolo disuelto con un pequeño riego (en fertirrigación o con un riego posterior al abonado en superficie).
- Mediante análisis del nitrógeno mineral del suelo previo a la siembra, corrigiendo de esta forma el fertilizante a aplicar posteriormente en función de la disponibilidad real. Pero un análisis del nitrógeno tras la cosecha también nos ayuda a ver si hemos aplicado en exceso o no, pudiendo corregir así en años sucesivos.
- Considerando el nitrógeno aportado por la materia orgánica del suelo, ya que puede ser muy importante, sobre todo en suelos con materia orgánica, agua disponible y altas temperaturas, como ocurre en la mayor parte de las zonas de regadío.
- Mediante análisis de planta, que nos permiten conocer posibles carencias o excesos de un nutriente para corregirlo.
- Mediante el uso de sensores (tanto a nivel de planta como remotos a nivel tractor, dron, avioneta o satélite), que funcionan de un modo similar a los análisis de planta pero de un modo no destructivo y a mayor velocidad.
- Introduciendo cubiertas vegetales en los espacios donde no hay cultivo (pasillos entre cultivos leñosos y hortícolas) o en los periodos entre cultivos en los que el suelo está descubierto. Estas cubiertas se encargarán de retener el nitrógeno que el cultivo no aprovecha, evitando que se pierda y re-aportándolo otra vez al suelo al descomponerse.
En cualquier caso, parece fundamental tener en cuenta todo el abanico de técnicas que se nos presentan a la hora de mejorar la sostenibilidad económica y medioambiental de nuestros suelos y cultivos.