La química, clave en el desarrollo de las ciudades inteligentes
El 1 de octubre, en el marco de Expoquimia, la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique) y el Foro Química y Sociedad, celebraron la jornada ‘Smart Cities: Chemicals Inside’, un encuentro en el que se quiso plasmar el papel protagonista que juega la química en el desarrollo de las llamadas ‘ciudades inteligentes’. La jornada estuvo moderada por Carlos Negro, presidente del Foro Química y Sociedad, y contó con la participación de Mª Antonia Morales, directora de Innovación en el Consejo Europeo de la Industria Química (Cefic), y Elisa Martín Garijo, directora de Innovación y Tecnología de IBM.
“Al igual que los átomos establecen entre sí enlaces perfectos para crear moléculas, entre la química y las ciudades también debe darse ese enlace perfecto”, señalaba Mª Antonia Morales, directora de Innovación en el Consejo Europeo de la Industria Química (Cefic).
En este sentido la contribución de la química, entendida como un sector global en el que no sólo participa la industria sino también sus centros de investigación, formación, etc., ha aportado, aporta y aportará mucho en el desarrollo de urbes cada vez más habitables, sostenibles y confortables.
La química ha aportado tradicionalmente soluciones a los problemas que iba originando el propio desarrollo urbanístico y la creciente migración de la población de los entornos rurales a las ciudades, favoreciendo mejoras en ámbitos tan diversos como la higiene, la eficiencia energética, la movilidad o las comunicaciones.
En otros casos ha sido incluso capaz de anticiparse a los inconvenientes que podría causar este proceso de urbanización, gracias a su alto valor investigador. Y es que detrás del desarrollo de elementos claves en nuestras ciudades como pude ser el asfalto o la potabilización del agua, hay, sin duda, 'mucha química'.
A día de hoy el 70% de los 506 millones de personas que viven en Europa, residen en ciudades y las previsiones apuntan a que en el futuro este porcentaje irá a más. Por ello es clave el compromiso de todos los agentes implicados en que este crecimiento urbanístico se haga de forma organizada y sostenibles.
Desde la Unión Europea se estableció el compromiso 20-20-20, al que se han adscrito ya más de 5.000 ciudades y que establece una reducción del 20% en las emisiones contaminantes, un empleo del 20% de energías renovables y una mejora del 20% en la eficiencia energética, todo ello con el año 2020 como gran horizonte.
Aportación de la química
Para poder lograr este reto la química seguirá siendo un elemento fundamental en diferentes ámbitos. Por ejemplo, en materia de higiene y alimentación, la química aporta nuevas tecnologías y productos encaminados al óptimo tratamiento del agua potable, a las plantas desalinizadoras o al tratamiento de aguas residuales, creando en este último caso sistemas más eficientes con mayor capacidad de separación (membranas). Además su contribución es clave en el desarrollo de nuevos elementos de aseo personal y detergencia, así como en la fabricación de envases y embalajes más ligeros y en la mejor conservación de los alimentos.
Las propias viviendas se ven beneficiadas por la capacidad innovadora de la química, ganando éstas en confort y en eficiencia energética. Gracias a esta industria se han podido crear, por ejemplo, pinturas especiales que captan y reflejan la energía luminosa del sol, evitando tener que hacer un mayor consumo de luz artificial; o pinturas exteriores de alta reflexión que reducen el consumo de aire acondicionado hasta en un 15%; o espumas aislantes avanzadas que mantienen la capacidad de almacenamiento térmico en un edificio.
Otro ámbito que también tiene mucho que agradecer a la química es el de la movilidad y las comunicaciones, con infraestructuras cada vez más modernas que emplean nuevos materiales y aditivos; componentes más ligeros para los automóviles; el desarrollo del vehículo eléctrico e híbrido; y unas comunicaciones cada vez más rápidas y fiables gracias a elementos como la fibra óptica o el óptimo aislamiento de los cables.
Y en materia energética es indudable la enorme contribución de la química al avance de tecnologías como la fotovoltaica y la eólica.
Lo que parece evidente es que desde las instituciones europeas hay un claro compromiso por mejorar la habitabilidad de las ciudades y para ello se han puesto en marcha iniciativas como lo que se conoce como ‘European Innovation Partnership Smart Cities and Communities’, grupos de trabajo que reúnen a ciudades, industria y ciudadanos para mejorar la vida urbana a través de soluciones integradas.
El objetivo final pasa por, ante la diversidad de comunidades que hay en Europa, crear un gran ‘supermercado de tecnologías’, para que cada urbe use aquellas que mejor se adaptan a sus necesidades particulares.
Buen uso de la información
En el progreso de las ciudades hay un elemento que gana cada vez más peso, el de las TIC o Tecnologías de la Información y la Comunicación. Sin duda, una buena gestión de la información recibida a través de la ciudadanía permite avanzar en ese camino hacia las ciudades inteligentes.
Como señalaba Elisa Martín Garijo, directora de Innovación y Tecnología en IBM, la sociedad ya dispone de las herramientas necesarias para dar respuestas a los diferentes retos que se le presenta, por lo que ahora lo que realmente hace falta saber es cuáles son esas preguntas.
La tecnología ya permite extraer y gestionar información desde lo más pequeño (un átomo) hasta lo más grande (la ingente cantidad de información que se genera en una ciudad). Por tanto, el objetivo es hacer un buen uso de esa información para lograr ciudades inteligentes en donde la gestión de los recursos sea eficiente y sostenible.
En este proceso el ciudadano ocupa el centro de toda una red de servicios interactuados y para hacer una óptima interpretación de la información se requiere un ciclo complejo conformado por cuatro fases: observación, comprensión, predicción y actuación.
En resumen, y como indicaba Elisa Martín, a día de hoy existen tres bases tecnológicas que influyen en el desarrollo de esas ciudades inteligentes: los grandes datos, la informática en la nube y un nuevo modelo de relación entre la ciudad y sus ciudadanos, donde las redes sociales y los teléfonos inteligentes siguen ganando protagonismo.