Nuevas tecnologías en la industria gráfica
2 de marzo de 2010
Si entablamos una conversación entre profesionales del sector de artes gráficas, entendiendo el mismo como un amplio espectro donde se aglutinan numerosos sistemas de impresión, confección y acabado de un producto gráfico, nos encontraremos con que términos como CTP (Computer to plate), direct imaging, plotter, software de tratamiento de texto e imagen, curado por radiación ultravioleta, impresión digital, waterless, sleeve, srhink, entre otros, se han ido incorporando a la rutina diaria de aquellos que formamos este antiguo pero a la vez moderno, altamente dinámico y tecnificado sector.
Las nuevas tecnologías se vienen incorporando con la finalidad de mejorar nuestros sistemas productivos, conseguir una calidad estándar óptima de producto y, lo más esencial, una mayor consecución de beneficios. Pero, además, actualizarse implica generar la ilusión necesaria para que estar en este sector (a mí, me sigue gustando llamarle “Gremio”) sea algo emocionante a la vez que dinámico y gratificante.
Hace ya mucho tiempo, en uno de mis primeros viajes a EE UU, lo primero que hice cuando baje del avión en el aeropuerto fue comprar una revista cualquiera, el defecto del profesional que desea ver como trabaja “la competencia”. Y cual fue mi sorpresa cuando la revista estaba impresa en un papel poco calandrado, poroso (en nuestro país, en todo caso, habría terminado en el tocador de un cuarto de baño cualquiera, como elemento de higiene personal). A esto había que sumarle que ninguna imagen pasaba de una resolución de 133 Lpi. Más tarde, en uno de los muchos coffee break que uno suele encontrar en los seminarios a los que acude, pude saber el porqué de esa resolución y de esa calidad. Estas características están relacionadas con el tiempo que el producto va a pervivir en el mercado y, algo curioso que me comentaron miembros de la asociación de artes gráficas del lugar: ellos tenían establecido un estándar de calidad de impresión de 133 Lpi ya que así, según su experiencia, se puede mantener el mismo estándar de impresión desde el principio de la adquisición de la maquinaria, hasta el final de vida útil de la misma.
De esta experiencia saca uno una reflexión obvia: cualquier decisión está orientada a obtener beneficios económicos. Luego, se me va a permitir que incida durante todo este artículo sobre este hecho como uno de los puntos sobre los que pivota todo, incluida, claro está, la introducción de las nuevas tecnologías dentro del gremio de artes gráficas.
Es por ello que si una empresa se plantea la inversión en un CTP, por ejemplo, es con la sana intención de, primero, ahorrar en película y en segundo lugar, obtener una mejora de la productividad y, por lo tanto, eliminar tiempos muertos, además de la mejora con respecto al impacto medioambiental que ya de por sí significa eliminar productos químicos como reveladores, fijadores, etc. Sin embargo, si nos preguntamos sobre si nos ha servido para ampliar nuestro margen de beneficio sobre el producto final obtenido, nos encontraremos con desalentadoras respuestas.
Puede parecer obvio que todo el mundo a estas alturas ha introducido un CTP en su línea de fabricación, o tiene una máquina de impresión con tintas de curado por radiación ultravioleta o una línea de impresión digital. Sin embargo, no todas la “nuevas tecnologías” se incorporan de la misma manera a los procesos productivos. En algunos casos, el período de absorción o recuperación de la inversión nos impide abordar nuevos campos, tecnológicamente y productivamente más competitivos.
Offset waterless
Aunque en ocasiones nos mantenemos en la retaguardia, por suerte, cada día son más las empresas del gremio que, convencidas de sus bondades y beneficios, se van incorporando al extraordinario mundo del offset waterless. No lo olvidemos, estamos aquí, para ganar dinero. Claro que en este punto, alguien me diría: pero oiga, es que ese sistema, todavía sigue siendo “caro” con respecto al offset convencional; planchas, tintas, maquinaria, etc. siguen siendo, en apariencia, más caras.
Nada más lejos de la realidad, en Europa es un sistema consolidado. En nuestro país mismo, ya nos vamos encontrando con una amplia penetración de este sistema de impresión (los que hace ya casi una década empezaron con una Heidelberg QMDI suspiraran), el cual, entre otras ventajas, supone eliminar totalmente el agua del sistema de producción. Oiga, ¿les parece poco?: menos desperdicio de papel, mayor rapidez en la preparación de la máquina, mayor intensidad de colores con menos consumo, posibilidad de imprimir sobre cualquier substrato si combinamos la tecnología Waterless con tintas UV, elevada productividad, excelente estándar de impresión y, algo importantísimo, respeto por el medio ambiente.
Amén de que desde hace años ya fabricantes de maquinaria de referencia a nivel mundial (Heidelberg, Roland, KBA, Presstek, Codimag, Sanjo, etc., ) tienen este sistema en su catálogo, ya existen máquinas trabajando en talleres, lo más importante es que cuando una máquina de pliego sale de sus instalaciones para trabajar con offset convencional tiene todos sus elementos preparados para que, en cualquier momento, se pueda incorporar el sistema de refrigeración y, por tanto, pasar de offset convencional a offset waterless, así de sencillo. Como ejemplos de mercados con amplia implantación de este sistema nos encontramos con la impresión de tarjetas de crédito y personalizadas, PLV, impresión de CD y DVD, etiquetas autoadhesivas, etc.
Sin embargo, nos volvemos a encontrar con la piedra angular que nos ocupa y preocupa: ganar dinero. Aunque en el caso del sistema offset waterless es palmario que desde el principio todos los caminos nos llevan a que en un año, a lo máximo, hayamos amortizado ese coste adicional y estemos en posición de obtener beneficios.
Yo les invitaría a preguntar cómo les va a aquellos que ya han incorporado este sistema, pero creo que, como el que ha encontrado una pequeña panacea, nos íbamos a encontrar con el silencio como respuesta... ya me entienden, esto también es una carrera por la competitividad.
Dentro de estas nuevas incorporaciones (no se puede llamar nueva tecnología al offset waterless, porque ya lleva años en el mercado, aunque creo que ha llegado su hora) también es muy importante una tecnología que, siendo relativamente nueva (con respecto al nacimiento del offset convencional), al conjugarse con los distintos sistemas de impresión, les ha dado ese dinamismo que a veces echamos en falta. Me estoy refiriendo al sistema de curado ultravioleta (UV). Sí, ya sé que algunos de ustedes lo llevan de la mano desde hace muchos años, más de 15 y más de 20, pero insisto, todavía puede llegar a acaparar más cuota de mercado y proporcionarnos muchas alegrías.
Presente en nuestras vidas
Lo que en un principio fue una línea incipiente, abocada en sus orígenes a máquinas de pliego de formato pequeño y a máquinas de fabricación de etiquetas en continuo, en estos momentos está presente en nuestras vidas allá donde dirijamos la mirada; tenemos máquinas de pliego en gran formato imprimiendo con tecnología de curado por radiación UV, rotativas de alta productividad, plotters (vamos, esas lonas que cubren grandes superficies en fachadas de edificios en restauración, por ejemplo, ya se imprimen con plotters con tintas UV), máquinas de offset waterless UV de pequeño formato, etc.
No olvidemos que nuestro gremio también tiene algo de alquimia o de química (todavía tengo por casa libros impresos en los años cuarenta en los que aparece el sello del sindicato de química de la época) y en él tienen su cabida, como no, los elementos y materias primas que también avanzan con las nuevas tecnologías y que, en el caso de las tintas, barnices, colas, adhesivos, etc., nos han permitido también revolucionar los métodos de producción en aras de una optimización de todos nuestros sistemas, así como también la consecución de productos finales de una muy alta calidad y factura.
Así, en estos momentos, los productos de curado por radiación ultravioleta nos han permitido producir más y mejor, en muchos casos optimizar costos, ya que a veces un buen barnizado UV sustituye a un platificado, por ejemplo, y por lo tanto nos permite optimizar el costo final del producto y su posterior colocación en el mercado. Además, proporciona una protección extra a los elementos como grasas, roces, etc., o cómo no, dentro del manipulado de una resma para su posterior cortado, plegado y encuadernado, conseguir una mayor rapidez en el proceso.
Es indudable que estas tecnologías combinadas nos han permitido avanzar mucho en la optimización de los métodos de producción. A nadie se le escapa que la impresión de un trabajo con tecnología UV es algo satisfactorio, por la resolución de problemas que plantea, nada más echar un vistazo a un envase impreso en un material transparente no absorbente, bien en offset UV bien en serigrafía UV, algo difícil de concebir hace unos años.
Debo de detenerme un momento en este comentario, para hacer un inciso sobre el mismo, volviendo a mi afán oneroso. Estos sistemas nos están permitiendo sobre todo llegar a crear diseños, envases, y productos gráficos, novedosos, con el añadido de que eliminamos costes emocionales innecesarios (que no se pagan con dinero), mejoramos la productividad de los sistemas y ganamos dinero (vaya desde aquí, mi más sincera admiración a esos pioneros, que viendo el camino hace ya décadas, lo iniciaron sin temor a la adversidad y los contratiempos, los hay, siempre los habrá y el tiempo les ha dado la razón, mi pequeño homenaje para ellos).
A todo esto hemos de sumar la revolución que ha supuesto la introducción de la impresión digital. Hace poco charlando con un vecino, compañero de fatigas, me comentaba lo maravilloso que suponía poder ofrecer 200 catálogos impresos a medida del cliente, grapados y terminados, y a unos precios realmente competitivos y me decía que si, por una de aquellas, el cliente necesitaba 5 catálogos más sólo tenían que abrir el archivo y mandar a imprimir.
Este hecho, trasladado a todos los nichos de producción de nuestro sector, ha sido y es en estos momentos una auténtica revolución, aunque sin olvidar el esfuerzo que se ha tenido que hacer por adaptar los sistemas de acabado a estas nuevas tecnologías.
Si ponemos un pie en cualquier taller de impresión de nuestro país observaremos que en la mayoría de los casos nos vamos a encontrar con un plotter de impresión, bien como elemento para conseguir pruebas de color de contrato, bien como elemento para efectuar tiradas selectivas y personalizadas o para cubrir una fachada con contenido publicitario. Y como no, en todos ellos desde hace tiempo, una “Impresora digital de alta productividad”.
Sería injusto no dar el valor merecido que dichos sistemas han adquirido dentro del mundo gráfico, desde el pequeño taller de impresión comercial hasta el gran rotulista publicitario, ya que en muchos casos han sido el asidero de salvación.
Eliminación de procesos o la posibilidad de tiradas ajustadas al cliente según sus necesidades, como un traje a medida, son ventajas que han permitido que muchas pequeñas empresas alcanzaran la versatilidad necesaria para los complejos tiempos que nos ocupan. Pero no sólo eso, sino la revolución que ha representado el hecho en sí de que en estos momentos dispongamos de tecnologías que nos permitan imprimir desde papeles normales, poliéster, pasando por textil, cerámica, y un sinfín de substratos impensables hace unos años.
La tecnología y el ser humano
Sin embargo, ustedes se preguntarán: ¿Por qué ha hecho tanto hincapié en el sano ejercicio de ganar dinero? Sencillo, porque por mucha tecnología que vayamos añadiendo a nuestros sistemas de producción, la misma en sí no es suficiente para que nuestro negocio funcione como una maquinaria bien engrasada. ¿De qué nos sirve tanta tecnificación si, por otro lado, el factor humano no se incorpora a esos adelantos y a esos requerimientos con la misma velocidad?
Por desgracia, hemos vivido unos años en los cuales, valores tales como el afán de superación, el deseo de aprendizaje, la adquisición de conocimientos que nos enriquezcan y a la vez nos den un valor a nivel profesional se han postergado a un muy segundo plano, alimentados por una cultura del enriquecimiento fácil (no me gustaría caer en el famoso tópico de “cultura del pelotazo” pero es que es así) la cual, a su vez, ha dado lugar a unas generaciones de jóvenes y no tan jóvenes, que viéndose atraídos por cantos de sirena, han preferido apostar por otros sectores, aún a costa de que los mismos sean efímeros, por no decir, un espejismo pasajero.
¿De qué nos sirve tanta tecnología, si no encontramos en el factor humano el complemento profesional que nos permita desarrollarla? Se ha de volver al concepto de adquisición de conocimientos a través del trabajo, como elemento dignificador del ser humano. O dicho de otra manera, el ser humano tiene su valía, en función de los conocimientos que adquiere en el transcurso de su vida.
Aun así, queda todavía mucho camino por andar en lo que a la modernización del sector gráfico se refiere. Esto lo debemos ver siempre de una forma positiva porque quien sepa encontrar la senda podrá disfrutar de las prebendas que el tiempo le dé.
Nuestro gremio siempre se ha caracterizado por tener sus propias reconversiones naturales y espontáneas. No necesitamos que venga nadie a decirnos cómo y cuándo hacerlas, es el mercado el que nos marca las pautas a seguir.