Perspectivas de futuro de la ganadería: factores limitantes y uso de antibióticos

El pasado junio, el IRTA, la Asociación de Veterinarios de Porcino de Cataluña y el Colegio de Veterinarios de Tarragona organizaron la jornada ‘Perspectivas de futuro de la ganadería y la industria agroalimentaria’ en las instalaciones del IRTA Mas Bover. Desde los factores limitantes de la producción ganadera, el uso racional de antibióticos, las micotoxinas o la interacción alimentación-salud intestinal, pasando por la percepción de la calidad de la carne desde el matadero hasta el consumidor, las tendencias de consumo y los riesgos de no comer proteína animal, fueron los temas que se abordaron en esta jornada que reunió a decenas de participantes.

“El futuro de la producción ganadera debe ser sostenible, tanto a nivel local como global”. Así inició su ponencia el investigador del IRTA David Torrallardona. “En 2015 eran 7.400 millones de personas en el mundo; en 2030 seremos 8.500; en 2050, 9.700; y en 2100 pasaremos la barrera de los 11 millones de habitantes en el mundo. ¿Qué significa eso? Que el crecimiento de la población es más elevado que nuestra capacidad de producir alimentos”.

Para enfrentarnos a esta situación, Torrallardona indicó que la sostenibilidad es básica. “Debemos apostar por el uso de recursos renovables que se regeneren y se asimilen en el medio ambiente para reducir la huella ecológica de nuestras actividades. Una novena parte de la humanidad sufre malnutrición, y esta cifra aumentará en el futuro ya que se demandará un 70% más de calorías alimenticias. La única forma de satisfacer esta demanda será la mejora en eficiencia tecnológica, la reducción de la dependencia de combustibles fósiles y un sistema que sea económicamente viable para todas las partes”.

David Torrallardona, investigador del IRTA, junto a Lorenzo Fraile, profesor de Producción Animal en la Universitat de Lleida.

En este sentido, el aumento del poder adquisitivo en algunos países como China, India o Brasil ha aumentado la demanda de carne en los últimos 50 años por encima del crecimiento de la población y se espera que al menos 3.000 millones de personas se unan a la clase mediana antes de 2050, por lo que la demanda de proteínas animales de la leche, la carne o los huevos aumentará un 60%. Esto da lugar a otro factor limitante, la competencia entre humanos y animales por los alimentos.

La producción y el consumo responsable es otro de los factores que marcan la evolución del sector. Nos enfrentamos a un panorama que lucha entre la malnutrición y el sobreconsumo: “Cada año un tercio de los alimentos se desperdicia (1.300 millones de toneladas), es decir, un 30% de los cereales, un 20% de la carne, un 35% del pescado, un 45% de las frutas y hortalizas, el 45% de semillas… Y, además, mueren el triple de personas por obesidad que por malnutrición. Incluso recuperando la totalidad de los alimentos desperdiciados sería necesario aumentar la producción animal para 2050”, subrayó el investigador del IRTA.

Por otro lado, la utilización de productos agrícolas como medio de bioenergía “es un factor a tener en cuenta ya que se estima que el 32% de la producción de cultivos se destine a combustible y generaciones de biofuel”. En esta línea, el cambio climático es, sin duda, el reto global por excelencia. “Durante el siglo XXI la temperatura de la tierra aumentará 3 °C si no se actúa. Aunque el objetivo es reducir este incremento a 1,5 °C, por cada grado de aumento los rendimiento de cultivos descienden un 5%.” Además, los sistemas ganaderos son responsables del 14,5% de los gases de efecto invernadero, “cifra que también debemos reducir”.

Por último, el desarrollo del sector ganadero debe ir ligado a aspectos sociales y económicos como el bienestar animal, las demandas del consumidor y el reparto justo de los márgenes de beneficio que, según los últimos datos, recae en mayor medida en la distribución dejando al productor en el último lugar de la cadena.

La resistencia microbiana será la principal causa de muerte en humanos en 2015, sobre todo en África y Asia. El uso irresponsable de los antibióticos ha dado lugar a un abuso de consecuencias muy graves, tanto en animales como en humanos. Los datos muestran que cuanto mayor es la producción animal, mayor es el uso deantibióticos.

Actualmente, Estados Unidos, Canadá y Corea son los países que más utilizan de estos fármacos en el mundo. Aunque Europa está apostando por políticas de uso responsable, España, Chipre, Italia, Portugal y Hungría muestran cifras demasiado altas –especialmente España, que dobla a la mayoría de países europeos–. China, Rusia y Brasil son los estados que más preocupaciones desatan por la falta de gestión y control en el uso de antibióticos.

“Los antimicriobianos son una buena herramienta para una producción eficiente, sostenible y rentable pero, a la vez, suponen un enorme peligro si no se hace un uso prudente en su uso diario”, afirmó Lorenzo Fraile, profesor de Producción Animal en la Universitat de Lleida. “Hoy en día no existen vacunas para todos los patógenos pero, de todos modos, la medicina preventiva es la mejor arma contra el control de enfermedades. La inmunización es siempre la primera opción. Si no funciona… Entonces hay que pensar en los antibióticos”.

La resistencia a los antimicrobianos es un mecanismo natural de defensa de las bacterias, ya que es el propio fármaco el que, junto a otros factores, determina qué cepa de cada bacteria será mayoritaria o no dentro del ecosistema. “Ya existía resistencia mucho antes de que se descubrieran los antibióticos, por lo que se puede considerar un proceso absolutamente natural”, destacó Lorenzo Fraile.

“Todos los veterinarios deberíamos estar muy preocupados por optimizar las pautas posológicas para disminuir la probabilidad de aparición de microorganismos resistentes. La subdosificación con un antimicrobiano puede predisponer a la selección de cepas resistentes y los tratamientos muy largos suponen un factor de riesgo muy elevado. Desde un punto de vista práctico, si se optimizan las pautas posológicas para conseguir una óptima eficacia clínica, se puede evitar la aparición de estas cepas resistentes”.

El Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos está trabajando en seis líneas estratégicas que van desde la vigilancia hasta la sensibilización de la población, pasando por el control, la formación, etc. “En la práctica diaria de las explotaciones el reto pasa por controlar el agente (la bacteria), el hospedador (el animal) y el medio ambiente (la granja), intentando evitar en la medida de lo posible la quimioprofilaxis”.

Así, se hace necesario revisar en profundidad los programas de medicina preventiva para el control de las enfermedades bacterianas y comprobar que se están aplicando correctamente los tratamientos antimicrobianos ya sea en formato inyectable, a través del agua bebida o el pienso. “Necesitamos integrar en nuestro modo de trabajar una monitorización de la sensibilidad de los microorganismos que se deben tratar con antimicrobianos y cuantificar su consumo para tomar consciencia de que la mayor parte de este consumo se origina por un uso profiláctico”, sentenció Lorenzo Fraile.

¿Hay alternativas al uso de antibióticos? “Sí, pero se necesita más investigación”, explicó el investigador del IRTA Joan Tarradas. “Estamos trabajando en los efectos inmunomoduladores de estas alternativas para comprobar su funcionamiento y demostrar que ayudan a maximizar el crecimiento y mejorar la salud y el bienestar de los animales”.

Las investigaciones desarrolladas en el IRTA han dado como resultado ocho alternativas aplicables en aves, de las cuales Tarradas destaca cuatro por su efectividad y sus capacidades inmunomoduladoras: probióticos, prebióticos, ácidos orgánicos y péptidos antimicrobianos. “Las alternativas encontradas son realmente prometedoras pero no hay ninguna que, a día de hoy, esté suficientemente analizada por lo que la estrategia más viable es las mezclas de simbióticos”.