Cambios en la terapéutica del año 2020: fármacos para estreñimiento, obesidad y los anticoagulantes y antidepresivos, al alza; mientras caen los anticonceptivos y hormonas
“En el análisis que ofrecemos en este Observatorio sobre los grandes cambios en la terapéutica del año 2020, podríamos decir que se han incrementado mucho los trastornos intestinales que cursan con estreñimiento y, por el contrario, descienden los antidiarreicos. Aumentan los productos para la obesidad, así como los digestivos, vitaminas y antidiabéticos. La explicación fisiológica es que el aumento del sedentarismo ha proporcionado el aumento de estos grupos terapéuticos”, señala Enrique Granda, el editor del Observatorio del Medicamento, correspondiente al mes de enero 2021, en el que se aportan datos muy significativos de las nuevas tendencias del consumo de fármacos, como consecuencia de la pandemia.
Aumentan, y mucho, todos los medicamentos que actúan sobre la coagulación que actúan como preventivos de enfermedades cardiovasculares tan graves como el ictus. En su gran mayoría son de estricta prescripción médica. Su aumento estaría justificado en una pandemia que cursa con problemas de coagulación. Por el contrario, presentan descensos sorprendentes los que se utilizan en Cardioterapia y Vasoterapia cerebral y periférica, solo aumentan los que actúan sobre el colesterol y los nuevos productos que permiten agrupar en una dosis varios medicamentos de uso común, en enfermedades cardiovasculares.
Se produce un descenso considerable de los medicamentos usados para problemas dermatológicos, quizá como consecuencia del confinamiento, distanciamiento y haber extremado la limpieza.
Sorprendente caída de los Antiinfecciosos ginecológicos, y también de los anticonceptivos, los urológicos y los utilizados en la disfunción eréctil. Contrasta con las bajas previsiones de natalidad del año 2020, y solo se explica por el distanciamiento social.
La caída en el consumo de todo tipo de hormonas, incluidas las utilizadas para los procesos asmáticos, es un hecho sorprendente desde el punto de vista terapéutico. Nunca se había producido un descenso de (9%) en este tipo de productos, imprescindibles para tratar procesos alérgicos, inflamatorios y otros. Quizá la explicación hay que buscarla en la reducción drástica de la actividad física, y el contacto con la naturaleza, en las épocas peores de la pandemia
Nunca se podría haber imaginado una caída tan espectacular del consumo de antibióticos que caen un (16%) o de vacunas en general que caen un (11%) lo que viene a corroborar nuestra afirmación sobre la falta de vacunas en las farmacias y pone de manifiesto el mal funcionamiento durante la pandemia de los servicios de pediatría en atención primaria.
Concretamente de todas las vacunas solo se han dispensado en las farmacias 2,3 millones de unidades, sin que haya datos fiables de las que han podido administrar en las campañas de vacunación.
Sin otra explicación que la reducción del ejercicio físico o la reducción de movilidad, se produce una importante caída del mercado de antirreumáticos y antinflamatorios.
La evolución positiva del uso de antipsicóticos y antidepresivos ha despertado una gran curiosidad en los medios de comunicación.
Una reciente encuesta del CIS sobre la salud mental durante la pandemia, indica que los problemas de sueño o ansiedad quizá superen al discreto crecimiento de la medicación empleada en estos trastornos cuyo aumento ha sido del 4%, aunque sabemos que en 2019 había aumentado un 2%.
La encuesta del CIS preguntó desde que empezó la epidemia: ¿se han sentido mal por algún motivo? Un 41,9% “ha tenido problemas de sueño”, un 51,9% ha reconocido “sentirse cansado o con pocas energías” y un 38,7% ha tenido “dolores de cabeza”, entre otros problemas como taquicardias, mareos o desmayos.
Es destacable, sin embargo, el fuerte crecimiento que ha experimentado la medicación usada en la deshabituación tabáquica, que comenzó a financiarse a principios del año 2020.
No se había producido nunca una caída del consumo de antitusivos y, en general, de los medicamentos para el aparato respiratorio. Tampoco de los utilizados para afecciones oculares y otológicas. Los descensos que se han producido hay que atribuirlos al uso de mascarillas y al distanciamiento social.
Estos cambios, tan bruscos, del mercado farmacéutico es posible que tengan consecuencias y, aunque se produzca en el futuro una normalización, pueden dejar secuelas como el incremento de ciertas patologías infecciosas, sobre el sistema respiratorio, el cardiovascular y otras, quizá más graves que las que se han puesto de manifiesto en los trastornos psicológicos.