Las compañías farmacéuticas logran reducir más de 178 toneladas de materiales gracias al ecodiseño de los envases
Un futuro sostenible implica que las organizaciones asuman como propios los 10 Principios del Pacto Mundial y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, para lo que se necesitan alianzas sólidas e inclusivas a todos los niveles. En el caso del sector farmacéutico, la sostenibilidad corporativa no es algo nuevo. Como tampoco lo es la corresponsabilidad en el cuidado del medio ambiente y de la salud. Un ejemplo es la creación y puesta en marcha de Sigre, donde la industria farmacéutica decidió voluntariamente responsabilizarse desde un principio no sólo de la gestión de los envases y restos de medicamentos que el ciudadano tuviera en su hogar para darles un correcto tratamiento medioambiental, sino de promover medidas para reducir progresivamente el impacto medioambiental de la actividad del sector.
Mediante su participación en Sigre, iniciativa de la industria farmacéutica en colaboración con distribuidores y oficinas de farmacia, las compañías farmacéuticas contribuyen a reforzar los aspectos ambientales relacionados con el ciclo de vida del medicamento, desde el ecodiseño del envase de un producto tan esencial para la salud hasta la gestión de los residuos que se generan por el consumo de dichos medicamentos una vez finalizado el tratamiento.
Así lo muestra cada año la Memoria de Sostenibilidad 2019 de Sigre, que revela que el pasado ejercicio –segundo año del Plan Empresarial de Prevención- los laboratorios adheridos aplicaron 180 medidas de ecodiseño, lo que, entre otros beneficios, han permitido ahorrar más de 178 toneladas de materias primas durante el proceso de diseño de los envases (la fase en la que se estima que se produce el 80% de su impacto ambiental).
Gracias a la aplicación de las medidas de ecodiseño contempladas en los Planes Empresariales de Prevención (PEP) elaborados y coordinados por Sigre, los laboratorios contribuyen a que los envases de medicamentos sean cada vez de menor peso y volumen, menos contaminantes y más fácilmente reciclables, reduciendo su impacto sobre nuestro entorno. A lo largo de los últimos 20 años, bajo la premisa de que el mejor residuo es el que no se produce, y a través de estos PEP, la industria farmacéutica ha conseguido reducir el peso de sus envases más de un 25%.
El informe anual de actividad de Sigre también refleja que en 2019 se recogió una media de 103 gramos por habitante de envases vacíos o con restos de medicamentos. De este modo, se consolida el uso del Punto Sigre de las farmacias por parte de la población, como eslabón último en el ciclo de vida del medicamento, teniendo en cuenta que en los últimos tres años se han incrementado cerca del 13% los gramos recogidos por habitante y año, lo que demuestra la actitud y el grado de sensibilización ciudadana en torno al reciclado de los restos de fármacos y sus envases.
Acelerar soluciones para lograr los ODS
“La nueva década se ha estrenado con el desafío global de hacer frente a la crisis sanitaria y económica provocada por la Covid-19. Antes del estallido de esta pandemia, la ONU instaba a gobiernos y organizaciones a que 2020 marcase el inicio de una década de acciones ambiciosas con el fin de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030. Lograr ahora estos ODS exige acelerar las soluciones para los principales desafíos a los que nos enfrentamos. El sector farmacéutico constituye uno de los sectores clave a escala global con ese compromiso, en la medida en que trabaja para mejorar la salud y la calidad de vida de las personas mediante un modelo productivo basado en la sostenibilidad”, explica en la Memoria el presidente de Sigre y director general de Farmaindustria, Humberto Arnés.
“Desde Sigre –añade Arnés- queremos reconocer una vez más el esfuerzo continuo por parte de los laboratorios farmacéuticos por progresar en la aplicación de los principios de la economía circular para reducir el tamaño y peso de los envases farmacéuticos, mejorar su reciclabilidad y minimizar su impacto ambiental, máxime cuando han tenido que incorporar a sus envases los dispositivos antimanipulación para adaptarse a la nueva normativa de verificación de medicamentos que entró en vigor a principios de 2019”.