Repsol celebra su octava jornada de medioambiente, sociedad y gobierno corporativo
Repsol celebró el pasado 3 de octubre en Londres su jornada anual para inversores ESG (medioambiente, sociedad y gobierno corporativo, por sus siglas en inglés) donde la compañía expuso los avances en su hoja de ruta para convertirse en cero emisiones netas en 2050. “Este evento, en su octava edición, tiene como objetivo sentar las bases de una cooperación transparente con los grupos de interés relevantes para la transición energética. En la actualidad, el 37,1% de la base accionarial institucional de Repsol son inversores ESG, lo que supone cuatriplicar el número de 2016 y situar a la empresa como uno de los líderes en el sector”, según informaron fuentes de la compañía en una nota de prensa.
En su intervención, el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, abogó por un enfoque más holístico de la transición energética en Europa para superar los retos que presenta un entorno complejo y en constante cambio y garantizar así una respuesta equilibrada al trilema energético: energía sostenible, segura y asequible para ciudadanos y empresas.
“Debemos replantearnos la transición energética en Europa. Estamos rechazando invertir en determinadas fuentes de energía por razones ideológicas, no tecnológicas ni científicas. Como consecuencia, los consumidores acaban pagando más por la energía que necesitan, y las industrias con un alto consumo energético luchan por competir en los mercados globales, teniendo que cerrar o deslocalizarse a otras regiones”, explicó el consejero delegado de la multienergética española. Además, Imaz pidió una transición que no se base en prohibiciones o vetos, sino en dejar que todas las soluciones tecnológicas compitan o se complementen entre sí y demuestren su valía sin prejuicios ideológicos y sin rechazos.
“La transición energética necesita un marco regulatorio capaz de aportar certidumbre y estabilidad. Una regulación estable fomenta la rentabilidad. Las normas actuales de la Unión Europea son demasiado complejas y frenan las inversiones”, afirmó Imaz.
Durante la jornada, directivos de la empresa presentaron a los inversores detalles sobre los avances en la producción de combustibles renovables y productos circulares, así como en el desarrollo de otras oportunidades bajas en carbono.
“Un hito clave en el camino hacia el objetivo de producir 1,3 millones de toneladas de combustibles renovables en 2025 y dos millones de toneladas en 2030 es la puesta en marcha, a finales de este año, de la primera planta en la Península Ibérica dedicada exclusivamente a la producción de biocombustibles avanzados y combustible sostenible de aviación (SAF) en el complejo industrial de la compañía en Cartagena. La planta producirá 250.000 toneladas anuales, lo que permitirá un ahorro de emisiones de 900.000 toneladas de CO2 al año, equivalente al ahorro producido por más de 400.000 vehículos eléctricos”, apuntaron fuentes de Repsol.
Aprovechando el alcance global del negocio de exploración y producción de la compañía, Repsol desarrolla otras oportunidades bajas en carbono, como la geotermia; la captura y almacenamiento de CO2; o el almacenamiento de hidrógeno renovable como herramientas de descarbonización capaces de generar valor en un mercado con un considerable potencial de crecimiento.
Asimismo, en los últimos años Repsol ha construido una cartera de activos renovables de 60 GW, que garantizan su objetivo de alcanzar seis GW de capacidad instalada en 2025 y 20 GW en 2030. En septiembre, la compañía española entró en el negocio eólico terrestre de Estados Unidos, tras la adquisición de la empresa de energías renovables ConnectGen, con una cartera de proyectos de 20 GW y capacidades de desarrollo. En total, Repsol cuenta con dos GW de producción de energía renovable en España y Chile y, además, desarrolla proyectos en Italia y Estados Unidos.
En 2019, Repsol se comprometió a ser neutra en carbono en 2050, en línea con el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Su hoja de ruta contiene objetivos intermedios claramente definidos para reducir su intensidad de carbono un 28% en 2030 y un 55% en 2040 para alcanzar las emisiones netas cero a mediados de siglo.