El carbón vuelve a lastrar la sostenibilidad del sector
Todos los indicadores de sostenibilidad energética del sistema energético español empeoraron en 2017
El pasado 11 de abril se presentó la duodécima edición del Observatorio de Energía y Sostenibilidad de la Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE. En él se señala que en 2017 (año con los últimos datos disponibles) todos los indicadores de sostenibilidad energética del sistema energético español empeoraron.
En el análisis se destaca que las emisiones de CO2 y otros contaminantes aumentaron por el mayor uso del carbón, consecuencia, en parte, de un año hidrológico malo.
A lo largo del año analizado continuó aumentando la demanda de energía (un 3,2% en energía primaria y un 1,4% en energía final), la intensidad energética se redujo, “pero seguimos por encima de la media de nuestro entorno, y aumenta la factura energética y las emisiones de CO2”, informaron fuentes de BP en una nota de prensa.
En 2017 el sector energético español consumió 6,3 exajulios (EJ) de energía primaria y emitió, una vez descontadas las exportaciones, 300 millones de toneladas (Mt) de CO2, generando un valor añadido (sin descontar los costes externos) de 48.380 millones de euros, cifra que corresponde, aproximadamente, a un 3,7% del PIB.
En el análisis se destaca que las emisiones de CO2 y otros contaminantes aumentaron por el mayor uso del carbón, consecuencia, en parte, de un año hidrológico malo. Si bien la demanda de transporte de pasajeros se redujo, aumentó mucho el transporte de mercancías. En el informe de BP se apunta que el transporte continúa siendo el principal sector en términos de consumo de energía y de emisiones de CO2.
Vaivenes “no gestionables”
En el estudio se subraya que la evolución sobre las emisiones contaminantes está “condicionada por elementos no gestionables, como el ciclo hidrológico o los precios internacionales de los combustibles.”
De hecho, los datos referidos a las emisiones contaminantes de 2016, mejores que los del año anterior, se debieron en parte a la meteorología, gracias a unas lluvias superiores a las de 2015. “En un escenario de largo plazo, parece poco razonable fiar la sostenibilidad del sector energético a las precipitaciones, más aún en el caso español, que se enfrenta a un importante riesgo de bajada de las precipitaciones debido al cambio climático”, se afirma en la nota de prensa.
Esta escasez de lluvias propició un aumento del uso del carbón (un 22%), del gas (un 9%), y del petróleo y sus derivados (un 3%). El resultado de estos incrementos fue una reducción de la cuota de energías renovables, hasta un 10% de la energía primaria y del 33% de la producción eléctrica. Además, fue la razón de que aumentaran las emisiones de CO2 (un 4%) y de la intensidad de carbono (un 3,2%) del sector energético, “en un contexto en el que debemos reducirlas para cumplir nuestros compromisos con Europa y con el Acuerdo de París.”
El transporte, que sigue siendo el principal emisor y consumidor de energía de la economía española, mostró mejoras en el transporte privado por carretera, que se redujo un 3,7%, pero a cambio se mantuvo el incremento del transporte aéreo (un 2,8%) y ferroviario (3,2%). Además, el transporte de mercancías aumentó casi un 8%.
El repunte de los precios internacionales de los combustibles en 2017 supuso un aumento del 53% de los gastos en energía primaria con respecto a 2016, “con las consecuencias negativas correspondientes en la competitividad de la industria y la renta de los hogares.”
El refino aumentó su valor un 6%
El único sector que mantuvo su competitividad fue el del refino, que aumentó su valor añadido en un 6% gracias a las exportaciones. “La única solución a este respecto, más allá de mejoras en la fiscalidad que pueden ser únicamente transferencias, es la promoción del ahorro energético y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles cuyos precios y volatilidad están también fuera de nuestro control.”
Este gasto energético no incluye los costes externos debidos a la contaminación o la congestión del tráfico rodado. Cuando se incorporan los costes externos de la contaminación, el valor añadido del sector energético español se reduce más de un 47% y presenta unos costes externos que aumentaron un 6% con respecto al año anterior.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, el modelo energético español continúa presentando importantes desafíos respecto a las emisiones de CO2, la eficiencia energética, la dependencia energética exterior o al impacto medioambiental.
En cuanto al borrador de Plan Nacional de Energía y Clima publicado en 2019 “establece objetivos muy ambiciosos para enfrentarse a estos desafíos, y es una iniciativa muy bienvenida, junto con el Anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, o la Estrategia de Transición Justa o de Pobreza Energética”, se afirma desde BP.
No obstante, “creemos que la ambición de los objetivos debe combinarse con la minimización de los costes para el consumidor, con una batería potente de medidas de ahorro y eficiencia energética que cambie nuestra tendencia en este aspecto”.
En el análisis de BP sobre el sector energético nacional se propone el “despliegue de una estrategia ambiciosa de innovación energética” para lograr una mayor sostenibilidad del sistema. “También consideramos fundamental contar con un consenso lo más amplio posible sobre los objetivos y medidas a plantear. A este respecto, el Informe de la Comisión de Expertos, publicado en 2018, demostró que es posible alcanzar un consenso amplio en muchos temas, y puede ser por tanto un buen punto de partida.”
La Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad considera que la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética “debería incluir algunos elementos muy relevantes y que no se han considerado aún en su borrador: un precio para el CO2 estable y creciente, en el marco de una reforma fiscal verde; un diseño apropiado de los mercados energéticos; una estrategia de innovación energética en un contexto global; y un comité de supervisión independiente que garantice la visión de largo plazo.”
Finalmente, la Cátedra BP confía en que “todos los partidos políticos, en la nueva legislatura, sean capaces de superar el cortoplacismo y puedan alcanzar el necesario consenso en torno a estos elementos, formulando una política de Estado asumida por todos en materia de energía y clima que asegure la consecución de un modelo energético sostenible lo antes posible.”
En 2017 disminuyó la intensidad energética primaria, aunque continúa por encima de la media UE-15