Las energéticas cortan con Rusia
El aluvión de sanciones que ha recibido Rusia desde el comienzo de la invasión de Ucrania ha motivado un auténtico éxodo empresarial occidental. De esta manera, las energéticas cortan con Rusia, deshaciéndose de las participaciones en empresas de origen ruso o rompiendo relaciones con las mismas.
Ya fuere por las presiones políticas de los gobiernos occidentales o por interés reputacional, lo cierto es que muchas multinacionales han iniciado el camino de la ruptura con socios estratégicos rusos. Y pasa en todos los sectores, desde el entretenimiento hasta el financiero. Pero el caso más representativo es el energético, donde el país euroasiático es una potencia mundial, no sólo por su capacidad de producción y exportación de hidrocarburos, sino por su impacto y trascendencia en los mercados internacionales. No en vano la guerra ha traído una desestabilización de los mismos, mayor que la sufrida con crisis anteriores como el bloqueo de los países de la OPEP en los años ’70 del siglo pasado, la posteriormente conocida como crisis del petróleo, o más recientes, como la guerra de Irak o, incluso, la crisis creada por la Covid. A pesar de estas circunstancias, el camino de la ruptura parece inexorable y empresas muy significativas del sector energético han movido ficha.
Uno de los movimientos más sonados, por su impacto económico, ha sido el de BP, principal inversor extranjero en Rusia. El pasado domingo anunció que se retiraba de Rosneft, lo que implicaba salir de inmediato de su consejo de administración, así como deshacerse de su participación en la energética rusa, el 19,75% del accionariado. Una medida cuyo impacto en la petrolera británica se estima en 22.300 millones de euros. Según el comunicado de la compañía, dicho impacto se verá reflejado en las cuentas de BP en el primer trimestre de este año, que será reportado en mayo.
Esta dura decisión fue justificada por Helge Lund, presidente de BP, por el ataque de Rusia a Ucrania, «un acto de agresión que está teniendo consecuencias trágicas en toda la región. BP ha operado en Rusia durante más de 30 años, trabajando con brillantes colegas rusos. Sin embargo, esta acción militar representa un cambio fundamental. Ha llevado al consejo de administración de BP a concluir, tras un proceso exhaustivo, que nuestra participación en Rosneft, una empresa estatal, simplemente no puede continuar. Ya no podemos apoyar que los representantes de BP tengan un papel en el consejo de administración de Rosneft. La participación en Rosneft ya no está en consonancia con el negocio y la estrategia de BP y es ahora la decisión del consejo de administración de salir de la participación de BP en Rosneft. El consejo de administración de BP cree que estas decisiones son las que más interesan a largo plazo a todos nuestros accionistas».
La postura de BP no es la única entre grandes compañías energéticas. Shell también anunció el pasado lunes que haría lo propio con la gasista Gazprom. Su posición estratégica ya se vio afectada con la paralización por parte de Alemania del gaseoducto Nord Stream 2, propiedad de Gazprom, pero participado por energéticas occidentales, entre ellas la propia Shell, con el 10%. Precisamente, por culpa de las sanciones europeas el consorcio del gaseoducto ha declarado la bancarrota. Pero la iniciativa de Shell va más allá al cortar vínculos con Gazprom, lo que incluye un 27,5 % en la instalación de gas natural licuado de Sajalin-II y un 50 % en los proyectos petrolíferos de Salym y Gydan. «Estamos conmocionados por la pérdida de vidas en Ucrania, que deploramos, resultado de un acto insensato de agresión militar que amenaza la seguridad europea», justificó el director general de Shell, Ben van Beurden.
Según la propia nota de la compañía, a finales del año pasado tenía alrededor de 3.000 millones de dólares en activos no corrientes en estas empresas en Rusia, por lo que reconoce que la desinversión tendrá un impacto en el valor contable de los activos de Shell en Rusia y dará lugar a deterioros.
Al otro lado del Atlántico, la estadounidense Exxon Mobil anunció ayer que dejará de operar en Sajalín-1 y no hará nuevas inversiones en Rusia. En un escueto comunicado, la petrolera americana condena el ataque de Rusia a Ucrania y muestra su pesar para justificar la retirada de sus inversiones en Rusia. «En respuesta a los recientes acontecimientos, estamos iniciando el proceso de interrupción de las operaciones y desarrollando los pasos para abandonar la empresa Sakhalin-1», afirma el comunicado. Asimismo, anuncia que no invertirá en nuevos desarrollos en Rusia.
Devuelta en Europa, la noruega Equinor, también ha decidido desinvertir en Rusia. «En la situación actual, consideramos que nuestra posición es insostenible. Vamos a detener las nuevas inversiones en nuestro negocio ruso, y vamos a iniciar el proceso de salida de nuestras empresas conjuntas de una manera que sea coherente con nuestros valores», explica Anders Opedal, presidente y CEO de Equinor.
Equinor lleva 30 años trabajando con Rusia y desde 2012 con Rosneft, por lo que prevé renunciar a negocios valorados en poco más de 1.000 millones de euros, con el consiguiente impacto y deterioro financiero para la noruega.
No todos contra Rusia
Aunque Francia es uno de los países que más firmes se ha mostrado en su apoyo a Ucrania y condena a Rusia, con el presidente Macron a la cabeza, la petrolera francesa TotalEnergies se ha desmarcado de la estrategia de sus competidoras occidentales. Si bien ha querido posicionarse en la misma línea con un escueto comunicado de condena y apoyo a Ucrania, donde afirma que cumplirá con las sanciones impuestas aunque perjudique su negocio y «dejará de aportar capital para nuevos proyectos en Rusia», lo cierto es que ha preferido proteger sus activos rusos al mantener sus proyectos. Porque al contrario de lo que han hecho otras grandes energéticas del mundo con importantes intereses en Rusia, TotalEnergies no ha anunciado el abandono de sus intereses en el país agresor.
Y España…
El caso de España es más sencillo, pues no tenemos intereses energéticos significativos en Rusia. Los más destacados eran los de Repsol con Gazprom, pero que la española terminó de vender en enero pasado siguiendo su plan estratégico. Tal y como explicó la propia compañía en su momento, la desinversión en Rusia se enmarcaba en la estrategia de descarbonización presentada hace dos años, por lo que se puede descartar cualquier suspicacia sobre las tensiones entre Rusia y Occidente.
La empresa con mayor interés energético actualmente puede ser Naturgy, en virtud del contrato de suministro de gas que tiene desde 2013 con el consorcio ruso Yamal. Esta proporciona gas natural licuado a la española, que no obstante se surte de varios proveedores, por lo que no existe una relación de dependencia que pueda condicionar su estrategia. Hasta el momento Rusia no ha cortado el suministro de gas hacia Occidente por ninguno de los cauces habituales.
Lo que sí afectará a empresas españolas es en términos comerciales, pues Rusia empezaba a ser un cliente de interés en distintos ámbitos energéticos, tanto desde el punto de vista de ingeniería, fuese para hidrocarburos como para renovables, como para el suministro de equipos, etc.