El sector eólico reivindica su futuro
El sector eólico pide una planificación energética a largo plazo que conlleve seguridad jurídica, aplicación de medidas de forma pautada y la moderación de los precios.
Por José Henríquez
Los continuos cambios legislativos en la última década en torno al sector energético, no sólo son un claro indicativo de que España carece de una planificación, sino de que no se tiene clara la importancia del mismo en la economía. La evolución normativa ha sido un constante vaivén de medidas que, como afirma el experto en energías, Javier García Breva, carecen de un sentido al no responder a las necesidades estratégicas del país. Más bien al contrario, tal y como se expuso durante la Convención Eólica 2013 de la Asociación de Empresas Eólicas (AEE), responden a la instrumentación política de cada momento, sin tener en cuenta los perjuicios que pudieran acarrear. Y en ese vaivén, unas veces se ha potenciado acertadamente el sector energético renovable, con sus pros y sus contras, y otras, como viene ocurriendo desde que España entró en recesión, se perjudica notable e injustificadamente a tecnologías que podrían aportar riqueza al país en los momentos en que más necesita de iniciativas encaminadas en este sentido.
Actualmente, como bien ha dejado claro el ministro de Industria, Turismo y Energía, José Manuel Soria, la prioridad para el Gobierno es acabar con el déficit tarifario, por lo que la legislación se centra en resolver un problema que, según todos los expertos consultados, deriva del propio sistema. Por tanto, sería lógico pensar que para resolver el problema del déficit tarifario, lo ideal sería acabar con las deficiencias del sistema que lo provocan. Pero todas las normas van por otro camino, sacando recursos financieros que palien el déficit que se genera. ¿Y de dónde salen esos recursos? Pues del ciudadano, principalmente, por ser el que paga finalmente la factura, y de los propios partícipes del sector energético, que, tengan o no algo que ver con la generación de déficit, tienen que contribuir a resolverlo. Un notable disparate que se argumenta de diferentes maneras, razones e intereses, pero la Administración hace oídos sordos. El resultado es evidente, el déficit no para de crecer y las medidas que pretenden atajarlo cada vez más duras.
En lo que respecta a la producción, las medidas gubernamentales han penalizado la generación energética, siendo las más perjudicadas, entre otras cosas por su debilidad frente a tecnologías más maduras, las renovables y, de entre ellas, la que más destaca en España, la eólica. Medidas como la moratoria para las nuevas instalaciones o los recortes en las primas han supuesto un lastre para el sector. Pero más aún lo supuso la Ley de Medidas Fiscales de 2012 cuyo último fin es meramente recaudatorio. En aquellos meses la AEE avisó: "Una tasa del 11% sobre la facturación de las empresas eólicas como la que baraja el Gobierno podría ser el golpe definitivo para el sector, al comprometer la viabilidad de un número importante de parques instalados". Aunque hace bien poco de aquello, los vaivenes no han parado desde entonces y, por injusto que le parezca al sector, no cesa de recibir palos en forma de impuestos. Y más que va a recibir, tal y como esperan desde la AEE, a pesar de que se han defendido en todas las instancias como han podido. Pero la política de "café para todos" que, al cierre de esta edición, pretende aplicar el Gobierno con nuevas medidas para el sector, puede ser la puntilla para desarmar y descabalgar a España de su posición en el mercado europeo eólico, tal y como reconocen desde la European Wind Energy Association (EWEA).
Aunque no sólo la EWEA o la AEE ve riesgos en la política del Gobierno, expertos como García Breva o un estudio realizado por Deloitte creen que se está perdiendo una de las pocas iniciativas que tiene España para generar riqueza. Tal es así, que el estudio de Deloitte, basado en datos de 2011, concluye que "reduce por tercer año consecutivo su aportación al PIB. El potencial del sector para contribuir al crecimiento económico del país está claramente infrautilizado". Algo que la prestigiosa consultora achaca sin ambages a las decisiones políticas: "(la falta de un marco retributivo para nuevas instalaciones más allá de 2012, la moratoria que suspende los incentivos renovables, etc.) que amenazan la permanencia de la industria eólica en España: se está perdiendo una oportunidad histórica de liderar un sector industrial de vanguardia a nivel global".
Reivindicaciones sectoriales
Muchas pueden ser las alternativas para solventar la gran preocupación del Gobierno, el déficit tarifario, pero lo que parece estar claro para todos es que ninguna pasa por perjudicar a las tecnologías de generación más eficientes desde una perspectiva económica y medioambiental de futuro. Es por ello que desde la AEE se reivindican medidas que no les perjudiquen, permitiendo que el sector eólico tenga futuro, un futuro que aportará riqueza a nuestro país. "La solución para dar continuidad en España al sector eólico pasa por un marco regulatorio estable y predecible, que incentive la generación eólica. De lo contrario, el país perderá niveles importantes de inversión y empelo en los próximos años", señalaba el Estudio del impacto macroeconómico del sector eólico en España en 2011, elaborador por Deloitte, y que sigue estando vigente a día de hoy, tal y como el propio presidente de la AEE, José López-Tafall, expuso en su discurso de apertura de la convención eólica del que damos cuenta en este mismo reportaje. Las posibles inversiones perdidas se cifran en 27.000 millones de euros, que se podrían evitar según la argumentación de la AEE si se tienen en cuenta tres claves: mantener el principio de seguridad jurídica, evitando con ello regulaciones que castiguen inversiones realizadas o ya planificadas; que se regule a largo plazo y no con medidas cortoplacistas, de manera que cualquier acción se realice de forma pautada evitando con ello el posible impacto negativo en la medida de lo posible y permitiendo una transición; y teniendo en cuenta la importancia de la energía eólica en la moderación de los precios del mercado mayorista eléctrico y su consiguiente impacto en los recibos que tiene que pagar el usuario final.
La AEE afirma, en el documento presentado durante su convención, que "ahora más que nunca es necesaria una planificación energética a largo plazo, con hitos intermedios, y con claras señales económicas que permitan ir sustituyendo progresivamente consumos de combustibles importados por energías autóctonas con costes inferiores".
La eólica aporta riqueza
Si bien la aportación al PIB nacional de la energía eólica ha ido descendiendo, tal y como reconoce Deloitte en su estudio por culpa de las medidas políticas, ésta sigue generando riqueza para el país al aumentar su generación y contribuir a reducir el precio de la electricidad. Y para los que critican las primas, el argumento más manido por políticos y lobbies del petróleo, Deloitte afirma que la eólica aporta a la economía 3 euros por cada uno que recibe en forma de primas. Por tanto, estaríamos hablando de que las primas no son un gasto que cae en saco roto, sino una inversión.
Su contribución al PIB fue de 1.626,7 millones de euros en 2011; en términos reales esta cifra representó una caída del 11,4% respecto al 2010, año en que ya había caído un 6,9%. En los últimos tres años la caída del sector ha sido de aproximadamente 712 millones, un 30,4% del valor de 2008. En valores acumulados durante el período de 2005-2011, ha aportado 13.240,1 millones a la economía española de manera directa. La contribución de los productores de energía aumentó desde los 774,9 millones en 2010 hasta los 809 millones en 2011, lo cual representa en términos reales un incremento del 4,4%. Por el contrario, el resto de subsectores ha caído en porcentajes que van desde el 21,2% en fabricantes de componentes hasta el 24,2% en servicios. El hecho de que exista aumentos en la producción cuando los subsectores caen se explica en la mayor capacidad de los primeros y en la falta de proyectos nuevos para los segundos, pues, por ejemplo, un aerogenerador se encarga dos años antes de que se vaya a emplear. Ante la falta de nuevas inversiones, menos pedidos hay a la industria que da soporte a la energía eólica.
En este sentido, los promotores han continuado instalando la potencia inscrita en el Registro de Pre-asignación (que estableció en 2009 cupos de potencia hasta finales de 2012), mientras los proveedores han visto decrecer su actividad. La paralización el próximo año puede ser total ante la falta de una normativa que despeje el futuro del sector. Un panorama aterrador si tenemos en cuenta declaraciones como las que hiciera el director general de Vestas en España, en una entrevista para Tecnoenergía el año pasado, donde dejaba bien claro que si España dejaba de demandar, las empresas podrían acabar por trasladar la producción a aquellos mercados que sí tuvieran demanda.
Y esos mercados existen. De hecho, el liderazgo español ha convertido al sector en un exportador neto. Así en 2011 las exportaciones netas alcanzaron los 959 millones. Sin embargo nuestro saldo con el exterior se ha reducido debido a la aparición de nuevos competidores con estructuras de costes competitivas, a un menor crecimiento del mercado europeo (en el último año) y a la pérdida de las ventajas competitivas que se derivan de la ralentización del mercado interior, según explica Deloitte.
Pero la riqueza aportada no acaba en libros de contabilidad. También podríamos hablar de otros beneficios de gran importancia, como la reducción de emisiones de CO2, la reducción de la dependencia energética exterior (una de las preocupaciones estratégicas en el seno de la Comisión Europea), el empleo generado, contribución a otros sectores industriales, etc.
Generación nacional
2012 ha sido el último año del Registro de Pre-asignación, instalándose 1.112 MW, un incremento del 5,13%, el más bajo de la historia junto con 2011, quedando la potencia instalada en los 22.785 MW. Pocos proyectos quedan ya (unos 850 MW registrados y no instalados), y nadie podría adelantar cuántos se llevarán a cabo por diferentes causas, entre ellas la incertidumbre generada por las decisiones políticas. A pesar de esto, la eólica fue la tecnología con más nuevas instalaciones, representando el 21% del total.
De la potencia eólica total instalada en 2012, Castilla y León lideró el ránking por CC.AA., con 277,5 MW, un 25% del total, seguida de Cataluña con 256 MW y Andalucía con 196 MW. Muy por detrás estarían Asturias con 84 MW, Aragón con 83 MW, Castilla La Mancha con 70,8 MW y Mucia con 72 MW. Las comunidades restantes no llegan a los 20 MW, salvo Galicia con 31,4 MW, y cuatro que no instalaron potencia nueva (Baleares, Cantabria, La Rioja y País Vasco).
Por compañías promotoras, según los datos de contabilización de la AEE, sólo siete empresas instalaron 50 MW o más: Iberdrola, Eolia Renovables, VAPAT, EDPR, Aldesa Energías Renovables, Acciona Energía y Gamesa Energía.
Respecto a la generación, esta aumentó el 14,25%, a pesar del escaso aumento de la potencia, llegando a los 48.106 GWh; con una cobertura de la demanda del 17,4%, lo que representa un 15,5% más que en 2011. Además de las mejoras imputables al desarrollo tecnológico, el factor determinante es el aumento del viento, un 11% más, mejorando los dos años anteriores. Un año bastante bueno que permitió conseguir máximos históricos de generación diaria, horaria e, incluso, se llegó a alcanzar en los meses de noviembre y diciembre la mayor contribución de todo el sistema, con un ratio del 21% y 23%, respectivamente.
De acuerdo a los datos de Red Eléctrica de España (REE), España mantiene su liderazgo europeo en producción eléctrica mediante tecnología eólica, con 48,5 TWh en 2012. España finalizó el año pasado con una capacidad energética de 22.579 MW, un poco más de los 21.239 MW con los que cerró 2011. Datos recopilados por el EurObserv'ER que difieren un poco de los recopilados por AEE y Deloitte, pero que van en la misma línea.
Puede leer el reportaje completo en la revista Tecnoenergía nº 115 del mes de junio.