"Prohibir todo lo que lleva 'F' sin discriminar el valor de PCA no parece sensato"

El texto final de la FGas recoge más una ambición política, que un objetivo medioambiental. Desafortunadamente las negociaciones finales se centraron en votos políticos y la instrumentalización de este reglamento como moneda de cambio para la gestión y aprobación de otros expedientes europeos, dejaron de lado las razones técnicas, científicas, económicas, medioambientales y de confort/salud, así como la voz de la industria y de los expertos en nuestro mercado.

Por otro lado, se incluyen aspectos nuevos que son positivos, como una mayor exigencia en la formación y la certificación para todos los refrigerantes, mayor (esperemos…) vigilancia de mercado, objetivos de control de fugas, etc., lo cual impulsa el objetivo principal, que es minimizar emisiones directas de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, el desarrollo del reglamento deja una serie de áreas grises y lagunas interpretativas que son alarmantes, que pretenden cerrar puertas, pero sin echar el candado, para poder abrirlas en caso de que alguna de las preocupaciones puestas sobre la mesa se hagan realidad. En concreto, la posibilidad de aumentar la cuota si finalmente la escasez de HFC para servicio o para ciertas aplicaciones causara serias tensiones en el mercado es una de esas “puertas”, pero no tiene en cuenta la antelación (meses/años) con la que fabricantes o distribuidores tienen que planificar su estrategia y su negocio a medio y largo plazo, creándose incertidumbre. Otro aspecto es la excepción de prohibiciones en el caso de “requisitos de seguridad” que, según la UE, deben definirse caso por caso, pero no se aclara quién asesora la seguridad, en qué momento, y quién es responsable (y qué tipo de seguros se le exigen) en el caso de accidente.

En general, un reglamento nuevo, no una revisión del anterior, cuya continuidad, según los estudios realizados por la propia Unión Europea, habría garantizado conseguir los objetivos de descarbonización esperados sin causar posibles tensiones en el mercado.

Los fabricantes llevan mucho tiempo preparándose para los diferentes escenarios que podían plantearse, no van a verse afectados en sí a diario, ya han iniciado el recorrido para trabajar con todo tipo de refrigerantes (altas presiones, tóxicos, altamente inflamables), que será más complejo cuando se traslade al usuario final a lo largo de la cadena de aprovisionamiento (transporte, distribución, instalación, mantenimiento). Pero sí que tienen que lidiar con nuevas incertidumbres, debido a que la FGas no está armonizada con otras iniciativas legislativas.

Por ejemplo, ahora en España existirá, según opinión de algunos expertos, doble imposición (el impuesto español sobre gases fluorados de efecto invernadero, y la tasa obligatoria por tonelada equivalente para los HFC que impone la FGas), lo cual no es legal en la UE y nos hace menos competitivos.

Por otro lado, la revisión de algunos de los lotes de ecodiseño, retrasada desde hace años y esperada, según nuevas indicaciones, para finales de este año, plantea una situación en la que los requisitos mínimos de eficiencia energética se definieron con refrigerantes HFC y tecnologías conocidas maduras y eficientes, en equipos que pasarían a estar basados en refrigerantes no fluorados, algunos de los cuales no podrían ser utilizados en ciertas aplicaciones “por requerimientos de seguridad”. Las decisiones de inversión en I+D+i y fabricación se vuelven más complejas, pues las inversiones son grandes y los tiempos, largos. Para algunas categorías de producto, quizás será necesario esperar a conocer las nuevas exigencias de ecodiseño para decidir cómo abordar la línea estratégica de negocio futuro.

Se echa de menos una visión un poco más meticulosa y que se hubiera escuchado a la industria (toda la industria llevaba el mismo mensaje). Prohibir todo lo que lleva “F” sin discriminar el valor de PCA no parece sensato, cuando algunos refrigerantes con dicha “F” tienen un PCA muy bajo, del mismo nivel que los refrigerantes no fluorados, y se utilizan en equipos cuyas fugas están por debajo del 1-2%, y cuya eficiencia energética probada garantiza mínimas emisiones indirectas (más importantes que el PCA y las fugas, pues las emisiones debidas al consumo energético suponen más del 95% a lo largo del ciclo de vida en equipos compactos, por ejemplo).

También se acusa la falta rigor en la división de productos para aplicar prohibiciones, que ignora toda lógica de diseño y mercado, agrupando por ejemplo equipos “hasta 12kW”, rango en el que las diferencias y necesidades son enormes. En España, el uso de multisplits para aire acondicionado, imprescindibles para combatir altas temperaturas en veranos cada vez más largos, y en viviendas con poca disponibilidad de fachadas para unidades exteriores, podría estar en riesgo, al no haber alternativa viable en estos momentos con las nuevas normas, y la posible escasez de refrigerantes para recargas.

Confiamos en que la implementación de la FGas, de aplicación directa en todos los Estados miembro, venga acompañada de textos aclaratorios, protocolos de actuación con criterios documentados, y el apoyo de las administraciones públicas en temas críticos como son la salud y la seguridad de las personas, la formación de los profesionales, y el desarrollo industrial y empresarial que garanticen los objetivos de descarbonización y sostenibilidad. En AFEC nos ponemos al servicio de la Administración y del sector para conseguirlo.

"Confiamos en que la implementación de la FGas venga acompañada de textos aclaratorios, protocolos de actuación con criterios documentados y el apoyo de las administraciones públicas"