La dictadura de las redes sociales en el diseño
Juli Capella, arquitecto por la ETSAB y director del estudio Capella Garcia Arquitectura
09/05/2019Me llama el jefe de marketing de un restaurante que hemos diseñado, y me dice que hay que cambiar unas lámparas, le encantan, pero no dan luz buena para las fotos de la comida en Instagram. Al tener una pantalla dorada, las fotos que hacen los comensales no lucen bien, amarillean los platos, y eso les preocupa. En otro proyecto de ocio me advierten muy seriamente que debe haber muchos rincones de selfie, donde haya luz suficiente y un fondo adecuado para incitar a la gente a autoretratarse. Así luego suben sus fotos a las redes y reciben muchos likes. También proponen que a la entrada haya un muro que haga las funciones de photo-call, pensando en que salga siempre su icónico logotipo detrás de las fotos, que se subirán a la nube para que millones puedan visualizarlas y compartirlas. Hoy en día ya no se puede diseñar un edificio o un interior sin pensar en su fotogenia. Antes la foto venía como consecuencia, ahora como prerrequisito.
A nadie le importa si la luz dorada de la lámpara hace más guapa a la gente in situ, justo cuando están allí cenando y charlando con sus acompañantes, creando una atmósfera especial y sutil, con el brillo dorado en sus ojos. Solo importa las fotos que tomen y otros verán. No cuenta la experiencia real vivida, sino contarla dejando rastro visual. Como aquella persona que hizo un largo peregrinaje para ir a ver al Papa a Roma, pero cuando lo tuvo delante puso la cámara en medio para sacarle decenas de fotos y videos. Jamás llegó a mirarle a los ojos directamente. Se perdió la oportunidad de la experiencia real, para poder almacenar el sucedáneo. ¿Estuvo allí realmente? Podría estar viendo esas mismas fotos que hubiese hecho cualquier otra persona.
Ciertamente estamos ante una dictadura de las redes, como certeramente ha explicado Eduardo Soto Ivars. Lo que debía ser un foro abierto de comunicación, un espacio libre y democrático, se convierte a menudo en un ámbito hostil, de poscensura y podríamos añadir que de precensura. Todo se vomita a las redes.
Facebook, Twiter, pero especialmente en el mundo creativo Instagram o incluso Pinterest son extraordinarias herramientas mal utilizadas. No hay que escandalizarse, tan solo aprender a utilizarlas con sentido, como ya nos tocó hacer en su día con la electricidad o la televisión.
Por cierto, cuántos edificios e interiores tienen una buena foto, pero cuando los visitas se te cae el alma a los pies.