Puntos críticos en la colocación de morteros monocapa
En fase de proyecto hay que seguir unas recomendaciones para resolver los puntos singulares que se producen en las fachadas y que determinan su buen comportamiento; gran parte de ellas son aplicables a otros tipos de fachada mejorando sus prestaciones y mantenimiento.
Evacuación de agua
La concentración de agua permanente sobre el monocapa, o la humedad que no llega a desparecer contribuyen a su degradación. Por ello hay que evitar puntos en los que puedan darse estas situaciones y se desaconseja en superficies no verticales expuestas a la lluvia. El agua de lluvia que recibe la fachada correrá por su superficie en forma de escorrentía. El monocapa absorberá una parte de ella que luego se evaporará.
Las cornisas, molduras, etc. son elementos que aparecen en la fachada, protegen juntas de obra y acabados, pero pueden aportar suciedad a la fachada en forma de manchas en sus proximidades. En las zonas geográficas con lluvias escasas o muy estacionales, la suciedad se acumula sobre los pequeños planos horizontales que suponen estos elementos en la fachada. En zonas de lluvias frecuentes, se produce un continuo lavado y no da tiempo a que la suciedad se acumule. La lluvia tiende a arrastrar la suciedad y mancha la fachada en su movimiento de escorrentía.
En los planos verticales en contacto con planos horizontales de terrazas o balcones, se deben prever en su zona de contacto elementos de protección tipo zócalo o mimbel, ya que concentrarán el agua de escorrentía, la que pueda existir en el pavimento, así como las salpicaduras; de lo contrario, tendremos unas bandas horizontales con abundante humedad, que puede llegar a ser permanente según la insolación que reciban y el régimen de lluvias.
Las gárgolas deben ser largas, volando respecto del plano de fachada en dimensión suficiente para que el agua no caiga sobre esta. Además deben tener una inclinación que permita un fácil desagüe, y un diseño con goterón o sin él, que impidan el retorno del agua por su cara inferior hasta la fachada. Se agradecen las gárgolas que su dimensión interior permite una limpieza periódica.
En cuanto a las jardineras, el agua de riego en las macetas colgadas de barandillas, termina manchando las superficies de fachada, con el agravante que arrastran mayor suciedad.
Si se trata de jardineras de obra construidas en terrazas o balcones, hay que considerar que el agua evacuada de forma descontrolada, o a través de gárgolas, va a manchar el monocapa. En estos casos además, hay que tener en cuenta la posibilidad que el agua arrastre compuestos químicos de fertilizantes y plaguicidas que el usuario puede haber vertido en la jardinera. Esto puede producir, aparte de las manchas, reacciones químicas indeseadas que degraden el revestimiento.
Anclajes de elementos
Algunos elementos se sujetan a través de empotramientos sobre la pared, o bien con placas de anclaje. Los elementos más normales son barandillas y pasamanos de balcones o terrazas, o bien elementos tipo viseras o marquesinas.
El anclaje debe tener la profundidad suficiente para que se realice sobre el soporte. El revestimiento monocapa no resiste esfuerzos de anclaje. Hay que tener en cuenta, cuando se usan sistemas de fijación del tipo taco químico o expansivo, que al grueso de la pletina hay que añadirle el del monocapa, para así obtener la distancia en la que la fijación no apoyará sobre el soporte.
Por otra parte, si las fijaciones van a quedar vistas, hay que optar por materiales que no se oxiden, para evitar su deterioro y los daños por fisuración y manchas de óxido sobre las paredes. Si los elementos se empotran sobre el soporte, hay que disponer un cordón de junta elástica entre el elemento empotrado y el monocapa.
En el soporte del monocapa no siempre es posible obtener una pared homogénea en cuanto a los materiales que van a recibirlo. Es muy habitual encontrar paredes de soporte de cerámica en las que aparecen las superficies de hormigón ‘in situ’ de los pilares y forjados, o las cajas de persiana formadas por un hormigón distinto fabricado en taller.
Lo habitual es proceder al armado de la junta formando un puente de unión. Consiste en aplicar una primera mano de mortero, y mientras aún está fresco colocar una banda de malla de fibra antialcalina de vidrio o poliéster, presionando con la llana, que recorre toda la junta con una anchura de unos veinte centímetros a cada lado. Sobre esta malla se aplica una segunda mano de mortero preferiblemente cuando la primera aún está fresca. Este sistema dota al monocapa de una armadura que le permite resistir mejor las tracciones que se van a concentrar en la junta.
En los ángulos, esquinas y bordes el monocapa es susceptible de recibir un mayor desgaste por erosión, efectos térmicos o simplemente golpes. La colocación de elementos de refuerzo impedirá este deterioro. Se trata de colocar perfiles guarda vivos o cantoneras fijados sobre el soporte que van a quedar embebidos dentro de la masa de mortero monocapa. Se pueden disponer también de cantoneras que dejan su cabeza vista al exterior. La fijación al soporte se realiza con el mismo mortero base del monocapa. En realidad no es muy distinto de las precauciones que se toman en los enyesados de paredes interiores en esquina vista.
En los encuentros con la carpintería, es fundamental que esta esté completamente colocada antes de empezar con la aplicación del revestimiento. Como operación previa, se dispondrán cintas adhesivas sobre la carpintería para protegerla del mortero. Las cintas que queden vistas se retirarán una vez endurecido el monocapa.
El encuentro con la carpintería también puede solucionarse dejando una junta abierta 2 ó 3 mm de espesor realizada con la ayuda de un junquillo, que se retira cuando el mortero ha endurecido. Posteriormente, se rellena dicha junta con un sellador elastomérico.
Estas soluciones son extensibles a cualquier otro elemento de la fachada que pueda tener contacto directo con el monocapa. Es especialmente importante tomar estas medidas de prevención con la carpintería de aluminio ya que puede verse atacada químicamente por el mortero a causa de la alcalinidad del cemento.
Paso de instalaciones
Las instalaciones que aparecen en fachada alteran el aspecto del revestimiento. Podemos distinguir aquí dos situaciones: las perforaciones del muro para paso de tubos y cables, y las instalaciones que recorren la superficie de la fachada.
Para las primeras, las perforaciones, hay que prever la colocación de tubos pasamuros que permitan el paso de las conducciones, sellando sus extremos con un producto específico, que permita su renovación periódica.
También se puede proceder a la realización de un cajeado o reserva para que los acabados alrededor de la perforación sean correctos.
Para las segundas habrá que prever las zonas de paso de cables y tubos (verticales u horizontales), en lugares que no afeen la fachada. Hay que intentar desde el proyecto prever los espacios para la correcta colocación de las instalaciones de aire acondicionado o televisión, para que no sea necesario pasar instalaciones por fachada. Finalmente, conviene que las fijaciones inevitables en fachada se realicen con materiales que no se oxiden, y tengan la longitud suficiente para anclarse en el soporte. Las fijaciones que se oxidan, manchan la fachada en pocos meses. Las fijaciones que quedan cortas, producen desconches del monocapa, por donde empezará una degradación más intensa.