Objetivo 2016: mejorar la salud y la seguridad de los trabajadores
Con el inicio del año, todos nos fijamos una serie de proyectos que deseamos completar a lo largo de los próximos 365 días (este año 366). Por una vez, vamos a hacer un propósito de verdad, el mejor que puede hacerse: poner todo nuestro empeño en mejorar la Salud y Seguridad en el Trabajo (SST). Decimos que es el mejor propósito posible, porque esta determinación puede salvarnos la vida, o salvársela a muchos de nuestros conocidos.
Según indica UGT en su informe de Enfermedades Profesionales (EE PP) de noviembre de 2015, “cada día 2 trabajadores fallecen en España como consecuencia de su trabajo, 11 sufren un accidente grave, 1.414 tienen un accidente leve y 1.960 sufren un accidente sin baja en el transcurso de su actividad. Además, cada día son víctimas de una enfermedad profesional en España 54 personas”. Son cifras alarmantes, que junto con los aumentos en el número de accidentes de trabajo y el índice de incidencia de los mismos, constituyen una clara señal de alarma acerca de que hay un gran campo de mejora en nuestras estrategias de prevención de riesgos laborales, y de promoción y vigilancia de la SST.
Las estadísticas por accidentes son alarmantes, pero por desgracia suelen acaparar toda nuestra atención dejando en segundo plano otro de los grandes dramas de nuestra sociedad: las EE PP. Los datos sobre EE PP proporcionados por la Seguridad Social revelan que por detrás de causas de EE PP como las posturas forzadas en el trabajo, los principales agentes causales de enfermedades son Hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), productos de destilación del carbón, diversas sustancias y agentes que son inhalados, sustancias y agentes que causan irritación de la piel, y otros agentes químicos como metales, fenoles, etc. En estos casos, el efecto barrera que debe constituir el Equipo de Protección Individual, resulta determinante en la lucha contra este drama social.
Antes de continuar, es imprescindible resaltar que para la lucha contra los accidentes y enfermedades profesionales, deben adoptarse medidas tales como las contempladas en la reciente Estrategia Española de Salud y Seguridad en el Trabajo, y todos aquellos recursos preventivos que contempla la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Pero como siempre, existirán situaciones en las que el uso del EPI sea la única alternativa viable para la protección de los trabajadores frente a los efectos de agentes tales como los que mencionábamos más arriba.
En cuanto a uso de EPI, la VII Encuesta Nacional sobre Condiciones de Trabajo muestra que más del 35% de los trabajadores están obligados a utilizar EPI en su puesto de trabajo. Sin embargo, la realidad en el día a día de las empresas, evidencia que en algunas ocasiones el uso del EPI se omite (afortunadamente la conciencia social, y el trabajo conjunto de Administraciones, Empresas y Sindicatos hacen esta situación cada vez menos frecuente); y en otras ocasiones, el EPI no se utiliza de la forma adecuada, según especifica el fabricante en sus instrucciones de uso.
Un ejemplo de este último caso lo encontramos en los resultados del estudio realizado por Fremap acerca de la eficacia en la utilización de los equipos de protección respiratoria. Una de las conclusiones de este estudio es que, sólo en el 13,6% de los casos de estudio, se superaron las pruebas de ajuste de las mascarillas filtrantes FFP1, FFP2 y FFP3, siendo éste uno de los parámetros fundamentales para la correcta protección de este tipo de equipos.
Como siempre, desde Asepal insistimos en que pese a que el EPI es el último recurso preventivo al que acudir en materia de prevención de riesgos laborales, el uso, y sobre todo el uso correcto de EPI en los lugares de trabajo donde se haya determinado necesaria la utilización de estos equipos, constituye una herramienta eficaz en la lucha contra los accidentes y enfermedades profesionales. Asepal se mantendrá firme en su compromiso de proporcionar información acerca de la normativa que deben cumplir los equipos, y acerca de las pautas para la correcta selección de los EPI, con el único fin de cubrir nuestra misión social principal de contribuir a reducir la siniestralidad.