Eficiencia y ahorro energético en el hogar

Hace ya más de dos años empresas punteras fabricantes de materiales de construcción se unieron para crear la Fundación La Casa que Ahorra, según apunta Francisco Javier Fernández Campal, presidente de la fundación, con un objetivo común: “Sensibilizar a todos los sectores de la sociedad sobre la importancia de la eficiencia energética en la edificación y los beneficios que puede reportar para el ahorro económico y energético, la protección del medio ambiente y la creación de empleo”.

Pero, ¿cómo es una vivienda eficiente?, ¿qué criterios deben tenerse en cuenta para hacer de un edificio un entorno eficiente desde un punto de vista energético? Fernández Campal explica que una vivienda eficiente es aquella que demanda entre un 70% y un 90% menos de energía que su homóloga convencional. Para alcanzar esta denominación de ‘eficiente’ el hogar debe seguir una serie de indicaciones, que en su mayoría se pueden aplicar tanto para casas de nueva construcción como para aquellas destinadas a la rehabilitación. En primer lugar, una orientación adecuada y un diseño eficiente. “Las pérdidas o entradas indeseadas de energía en forma de calor en nuestras viviendas se suelen producir a través de muros y cubiertas, por lo que conviene optar por diseños compactos reduciendo también al máximo los elementos que sobresalgan del edificio”, apunta Fernández Campal.

En segundo lugar, un aislamiento óptimo en sus fachadas, cubiertas y huecos acristalados que permitan que el edificio “demande única y exclusivamente la energía mínima para alcanzar las condiciones de confort óptimas en la vivienda”. Además, explica, se le debe prestar especial atención a la ventilación, teniendo en cuenta que no haya fugas de aire incontroladas, normalmente en los puntos de ensamblaje entre ventanas, fachadas, estructuras y otros elementos constructivos. Fernández Campal también recuerda que debe estar construida con materiales sostenibles para tener una ‘huella ecológica’ conocida y reducida, así como que sean respetuosos con el medio ambiente a lo largo de toda su vida útil.

Además de estas características, sostiene el presidente de la Fundación La Casa que Ahorra, una casa eficiente debe disponer de confort acústico y protección pasiva contra incendios. Los materiales utilizados deben aislar adecuadamente, tanto de los ruidos del exterior, como de los que proceden del interior de nuestro edificio.

La climatización es, o debe ser, capaz de crear en un espacio cerrado las condiciones óptimas de temperatura y calidad del aire. Se trata de un parámetro fundamental a la hora de poder alcanzar un estándar de calidad adecuado para una vivienda, siempre y cuando esté directamente relacionado con el control de la ventilación. Pero contar con un buen equipo de climatización no es suficiente para lograr la eficiencia energética. Lo “primero e indispensable” que debe acompañar a una buena climatización es un buen aislamiento, asegura Fernández Campal. “Lo podemos considerar la pareja perfecta puesto que aunque aislando consigamos ver reducida sustancialmente la demanda de energía de la vivienda, siempre vamos a necesitar un pequeño aporta desde el punto de vista de climatización. Este aporte se verá optimizado aplicando un buen aislamiento en la fachada y lograremos reducir el tamaño de los equipos así como el consumo”, apunta.

Según explica Fernández Campal, y siempre partiendo de la base de que la vivienda haya sido construida acorde a criterios adecuados de control de pérdidas furtivas y de renovación controlada de aire, “los equipos de climatización son un soporte extra para el control de las condiciones de confort, pero no el eje central de éstas”.

Dotar a un inmueble de nueva construcción de los elementos necesarios para una correcta eficiencia energética es un reto relativamente asequible en la actualidad. Pero ¿qué hay de la rehabilitación de edificios ya existentes? ¿Cómo se aborda un proyecto de estas características? El presidente de la Fundación La Casa que Ahorra explica que la rehabilitación de un edificio con criterios energéticos se debe afrontar sabiendo que de base tendremos limitadas dos características fundamentales: la orientación favorable y el diseño eficiente. Si bien es verdad que en la actualidad el sector en multitud de proyectos está dándole especial interés a estos parámetros, y se está consiguiendo mejorar las ganancias solares de fachadas con menos soleamiento, así como redefinir la compacidad del edificio, “una característica clave con la que se puede jugar de forma casi ilimitada es el aislamiento tanto de paredes ciegas como de huecos acristalados”.

Para Fernández Campal, un edificio considerado a priori como un gran sumidero de energía puede convertirse en un edificio pasivo que únicamente demanda la energía mínima para su confort. “Desde la fundación hemos comprobado como edificios de los años de la década de 1960, construidos en su momento sin ningún criterio de eficiencia energética, pueden ver reducido el consumo en calefacción en un 50% únicamente mejorando el aislamiento térmico de la envolvente”, sostiene Fernández Campal.

El punto de inflexión en pro de la sostenibilidad

Nos encontramos en un momento que Francisco Javier Fernández Campal, presidente de la Fundación La Casa que Ahorra, considera como “punto de inflexión” entre una construcción más en cadena y poco respetuosa con el medio ambiente y una nueva cultura de la edificación que se preocupa porque sus edificios sean no únicamente eficientes y ahorradores de recursos durante su uso, sino también sostenibles en el tiempo y solidarios con el entorno. “Vemos a diario como se construyen edificios con materiales sostenibles obtenidos regionalmente con el fin de minimizar la huella de carbono del mismo e incluso edificaciones modulares reciclando materiales que en un principio estaban destinados a su retirada. Analizando el panorama actual podemos considerarlo esperanzador e inclusive, se ha conseguido ya rebasar el punto de inflexión y que todo el sector trabaje en la línea de las buena prácticas ambientales”, sostiene Fernández Campal.

Aproximadamente el 90% de nuestro parque edificatorio fue construido antes de la entrada en vigor del Código Técnico de Edificación (CTE) y casi un 60% es anterior a la aplicación de las Normas Básicas de Edificación (NBE) de 1979. Así, según presidente de la Fundación La Casa que Ahorra, energéticamente hablando, nuestras viviendas no aprobarían un examen. “Desde IDAE encontramos el dato de que en Europa el 40% del consumo total de la energía se debe a los hogares, y es por este motivo por el cual se están desarrollando políticas que luchan o ayudan a erradicar esta alta dependencia energética que presentan nuestras viviendas”, apunta.

¿Y si nos comparamos con nuestros vecinos europeos? Según Fernández Campal, ellos llevan ya años trabajando en la línea en la que nosotros empezamos ahora a trabajar. “Temas como la certificación de edificios o los criterios pasivos de construcción son cotidianos para la ciudadanía. Sin querer desanimar, en nuestro país nos queda un largo camino por recorrer pero tenemos la ventaja de que podemos aprender de los aciertos o los errores que hayan cometido otros países”, comenta.

A pesar de las ventajas de sostenibilidad medioambiental que puede llegar a proporcionar una Casa que Ahorra, apunta el presidente de la Fundación La Casa que Ahorra, son pocos los edificios que actualmente cuentan con medidas que los hagan más eficiente. Los obstáculos para generalizar su implantación en nuestro país son diversos. En primer lugar, cita a los usuarios, que no siempre están dispuestos a realizar las inversiones necesarias. Este hecho está provocado por “el desconocimiento y la falta de campañas de concienciación ciudadana”. En segundo lugar, por los profesionales del sector que deben adaptarse a los requerimientos legales, así como someterse a un continuo reciclado y adquisición de conocimientos. Y en tercer y último lugar a nivel político: “Estamos en una etapa de transición donde convivimos con la dualidad de un sector conservador y un horizonte lleno de cambios, concluye.