La nanotecnología con polímeros cosecha sus primeros éxitos comerciales
El metal se transforma en color
Este minimundo (“nanos” proviene del griego y significa “enano”) se rige por reglas distintas. Aquí se aplican las leyes de la mecánica cuántica. Ésa es una de las razones por las que en este imperio de lo diminuto las cosas se presentan de forma distinta a como lo hacen en el mundo macroscópico: los metales se transforman en colorantes, la cerámica se torna transparente como el cristal y el cristal adquiere la viscosidad de la cola fuerte.
Se ha avanzado mucho
Pero la auténtica novedad de esta tecnología no consiste en fabricar partículas nanodimensionales. No es ése el arte, puesto que el conocimiento del procedimiento de fabricación se remonta a varias generaciones. El avance auténtico, real, es que ahora se dispone de los conocimientos y de los recursos técnicos necesarios para diseñar y mezclar de forma controlada estas partículas diminutas. Esto permite crear nuevos materiales con propiedades imposibles de conseguir hasta el momento con el material original.
Jos Put, el director de investigación de la división Performance Materials de la empresa holandesa de materias primas DSM, también admite que la tan celebrada nanotecnología de hoy, que se tiene como un gran salto cualitativo tras la tecnología del chip y la biotecnología, no es tan sumamente novedosa. También sabe que en el campo de la química sintética se trabaja desde hace tiempo a escala nanométrica, solo que actualmente se hace de forma muchísimo más estructurada que en el pasado.
Aprender de la naturaleza
Para crear nuevos materiales mediante química sintética no bastaba con los conocimientos adquiridos del mundo de la nanotecnología. También tenían que darse las condiciones analíticas necesarias para poder evaluar lo que en los experimentos de los laboratorios se está gestando como el “material del siglo XXI”. Jos Put afirma con vehemencia: “no ha sido posible visualizar las nanoestructuras hasta que se ha contado con microscopios especiales” .
Este investigador de materiales de los Países Bajos admite que no necesariamente se está trabajando en nuevos polímeros (al menos en DSM). Actualmente el principal objetivo que se persigue consiste en mejorar las propiedades de los materiales existentes por medio de la nanotecnología. Para ello el material debe autoorganizarse. Este fenómeno se conoce con la expresión técnica “Self-Assembly” (auto-ensamblaje) y se perfila como un interesante paso previo a futuros diseños de materiales. En el auto-ensamblaje la naturaleza no ejerce de mero modelo; es su impulsora. Jos Put y sus colegas quieren aprender de ella. A pesar de todos los enigmas pendientes de descifrar y de las incógnitas sin respuesta, este investigador holandés ya ha aprendido algo: “todo indica que la nanotecnología ha propiciado el inicio de un nuevo período de innovación”.
El negocio del futuro
Según Mülhaupt, las vías de investigación principales en el desarrollo de la nanotecnología con polímeros se centran en las superficies nanoestructuradas, los materiales de nanofase y en especial en los “nanocomposites” poliméricos basados en nanopartículas modificadas con elementos organófilos.
Todos contra el fuego
En dicha jornada se presentaron, entre otros, aditivos ignífugos basados en nuevas nanoestructuras, y “nanocomposites” con poliamida PA6 para aplicaciones en el envasado o para el acabado de superficies. Asimismo, quedó claro que la intención de las industrias que han realizado una intensa investigación durante años es recoger los frutos de dicho esfuerzo. Una intención totalmente legítima.
La empresa Polykemi, una firma sueca especializada en “compounds”, ofrece un plástico, el “Scancomp”, basado en poliamida (PA) o en polipropileno (PP) con “nanoclays” como carga, que ya se está comercializando en el mercado alemán. Los aditivos permiten alcanzar módulos de elasticidad de hasta 3000 Mpa, en función del material de base. Según la empresa escandinava, el perfil de propiedades de estos “nanocomposites” (mezclas de materias primas con adición de “nanoclays”) se ve ostensiblemente ampliado mediante una cierta proporción del aditivo en cuestión. El sector del automóvil alemán ya cuenta con materiales especiales para los habitáculos a los que les falta muy poco para ser fabricados en serie.
La empresa norteamericana Polyone Corp. de Cleveland, Ohio, ofrece con el concentrado “Nanoblend” aditivos especiales de altas prestaciones basados en “nanocomposites”. Éstos están pensados para sustituir a los materiales de refuerzo (minerales y fibra de vidrio) y a los materiales ignífugos tradicionales en los “compounds” de los más diversos tipos. Los concentrados "Nanoblend", que contienen un 40 por ciento de nanoaditivos sobre distintos polímeros portadores, son un primer resultado de la alianza estratégica de las empresas norteamericanas Polyone y Nanocor Inc. Ésta última es, según afirma, el proveedor más importante de “nanoclays” para plásticos. Los “Nanoblend” suelen aplicarse en pequeños aparatos y en carcasas para uso eléctrico. Sus principales ventajas residen en su alta resistencia ignífuga, unas propiedades físicas más constantes y en una menor generación de calor en caso de incendio, lo que hace que apenas gotee.
La base mecánica
Este tipo de aditivos como son, por ejemplo, determinados silicatos de aluminio presentan una estructura molecular estratificada que los convierte en aditivos idóneos para plásticos poliméricos. El fabricante de maquinaria de Stuttgart ha conseguido separar las distintas capas con una técnica de “compounding” especialmente eficaz y añadirlas tanto a plásticos estándar como a plásticos técnicos.
La experiencia de Werner & Pfleiderer indica que los polímeros mezclados con nanoaditivos presentan un rendimiento optimizado y mejores propiedades mecánicas, a pesar de que la dosis del aditivo es menor en comparación con las cargas convencionales. Otra ventaja que se ha demostrado es el aumento de la resistencia ignífuga de los aislamientos de polietileno para cables. En caso de incendio, en la superficie del cable se forma una corteza que no gotea y que, si bien no impide por completo la entrada de oxígeno y la liberación de gases tóxicos, la dificulta en gran medida. Ésta es otra de las virtudes de estos plásticos mejorados con nanopartículas.
Al quite de los avances
Es evidente que en el ínterin los usuarios no sólo han hecho uso de los nuevos materiales del sector, sino que además han aprendido a manipularlos. Una proporción de nanopartículas que no supera el cinco por ciento del peso del plástico permite mejorar de forma extraordinaria su espectro de propiedades, aumentar la resistencia mecánica sin necesidad de aumentar la densidad y mejorar la termoestabilidad reduciendo en cambio la permeabilidad a los gases.
Durante las jornadas técnicas se vio asimismo que aspectos como la gran cantidad de “nanocomposites” posibles, la ingeniería de procesos y la falta de una definición satisfactoria del sistema de control de la calidad hacen que las medianas empresas de transformación no vean nada clara la implantación de estos nuevos materiales. Según “Kunststoff Information”, a menudo no confían suficientemente en ellos para decidirse por su aplicación. Otro factor a tener en cuenta es el precio: el kilo de nanopartículas especiales cuesta alrededor de 100 euros y el precio de los aditivos para recubrimientos antirayaduras, antiestáticos y transparentes se eleva a 1000 euros/kg. Por no hablar del precio de los “nanodiamantes” que vienen de la lejana Siberia, que puede llegar a ser de 5000 euros/kg. Tan caros como el caviar ruso. Aunque no sólo de caviar vive el hombre...