Entrevista a Oriol Munné, director del VI Congreso Nacional de Protección de la Madera

Dependerá del tipo de protección que queramos dar a la madera. Podemos ignifugarla para que su reacción al fuego sea óptima; podemos protegerla frente a las inclemencias del tiempo (por ejemplo, de los rayos ultravioletas) si queremos potenciar y proteger su aspecto, y como no, podemos impregnarla con productos químicos para que los organismos xilófagos no puedan degradarla y así mejorar su durabilidad natural. En línea con la protección biótica, existen nuevas tecnologías que, sin emplear biocidas, modifican la composición química de la madera y la hacen más durable frente a los agentes biológicos degradantes.

Los de tipo superficial (pincelado, pulverización…), ya que permiten una penetración limitada en el interior de la madera (2-3 milímetros).

En los últimos tiempos, no paramos de escuchar que todo es sostenible. Incluso a los materiales que más energía consumen para su fabricación (cemento o acero) se les bautiza como sostenibles. Esto contribuye a confundir sobre el verdadero significado de este término, tan importante para nuestro futuro. La madera es el material de la construcción más sostenible y renovable, pues se elabora gracias a la energía solar, además de ser un recurso 100% renovable con una mínima gestión del bosque.

Las condiciones climáticas de los países del sur de Europa condicionan no sólo la velocidad de degradación de la madera sino la tipología de agentes destructores. La radiación solar fomentará una aceleración de los procesos de fotodegradación. Las altas temperaturas influyen en la actividad de los organismos xilófagos que se ven favorecidos. Pero quizá la diferencia más importante es que en los países mediterráneos hay presencia de termitas (tanto subterráneas como de madera seca), la cual constituye la plaga de la madera más voraz y destructiva. Esto condiciona la tipología de los tratamientos y el tipo de productos y tecnologías que deben emplearse para prevenir su ataque.

La resistencia a la que se refiere es lo que se denomina como durabilidad natural. Hay madera que, de por sí, presenta una cierta resistencia natural a los organismos xilófagos (hongos y/o insectos). En general, la madera de corazón o duramen, al contener distintas sustancias extractivas, presenta una mayor resistencia a la degradación biológica, mientras que la madera más clara (albura) es menos durable.

Las coníferas (pino o abeto), en general, son menos durables que algunas frondosas como la falsa acacia, el duramen de roble, el eucalipto o el castaño. En condiciones no muy adversas (lugares con poca presencia de humedad), las maderas de por sí durables no requerirán ningún tratamiento preservante. Existe una norma europea que define dicha durabilidad entre especies, aunque debe ser revisada.

La madera es, sin lugar a dudas, uno de los materiales clave de nuestro futuro. El hecho de que sea un material renovable que se genere de manera natural, que almacene CO₂ en su proceso de fabricación y de que sólo necesite la energía solar para su fabricación hace que sea el material más sostenible y ecológico existente. Además, gracias a que puede reciclarse tras su uso, permite elaborar nuevos productos de alto valor (tableros, papel…) y finalmente cuando no puede reciclarse puede convertirse en energía. Sus excelentes prestaciones físico- mecánicas, térmicas, su ligereza y su buen comportamiento ante el fuego (resistencia) lo convierten en un material ideal para la construcción.

Ciertamente, la percepción sobre la madera no se corresponde con la realidad y las oportunidades que nos ofrece este material. Fíjense sólo en los ejemplos vivos de edificios con estructuras de madera, de más de 300 y 500 años para corroborar que la madera, bien empleada, ofrece incluso más seguridad y durabilidad que el hormigón, que sólo dispone de un poco más de un siglo de vida. La industria tiene que adaptarse a las razones que mueven los mercados.

Emplear y divulgar las ventajas competitivas que diferencian a este material de los demás, y desmitificar las falsas creencias de su comportamiento. Para conseguirlo es necesaria una acción sólida y conjunta entre administración e industria.

La vida de servicio dependerá fundamentalmente de las condiciones a las que se exponga la madera. En condiciones favorables puede ser eterna. En condiciones agresivas, siempre que la madera esté adecuadamente tratada (producto + proceso de tratamiento) podemos asegurar una durabilidad superior a 25 años. Si además empleamos un buen diseño constructivo, podemos incrementar la durabilidad 2 ó 3 veces más.

Siempre que tengamos un cierto riesgo de degradación es recomendable tratar la madera. En principio los usos de exterior son los que requerirán un tratamiento más intenso, siempre y cuando la durabilidad de la madera empleada así lo exija. Curiosamente hay especies de madera que debido a su mala impregnabilidad no pueden ser tratadas adecuadamente (el producto no penetra). En las especies que además no son durables nos conduce a imposibilitar su uso en exposiciones adversas (exterior) incluso aunque se traten con productos protectores.

Sí, éste ha sido uno de los errores cometidos más a menudo en nuestro país. Debido al empleo de abeto, pícea y otras especies en construcciones de exterior hemos podido observar obras destruidas en menos de 10 años.

En general, aunque tenemos recursos propios somos importadores de madera para la construcción. Mucha proviene de Centroeuropa y de países nórdicos, aunque también nos proveemos de maderas americanas y tropicales.

Actualmente, la exportación también es fundamental para la industria de la primera y segunda transformación. No obstante, queda mucho por recorrer en la mejora de la competitividad de este sector. Es necesario implantar mejoras tecnológicas y estratégicas comerciales adaptadas a la realidad y necesidad de los mercados.

VI Congreso Nacional de Protección de Madera

La sexta edición del Congreso Nacional de Protección de Madera, organizado por el grupo privado de investigación, desarrollo e innovación Tecnalia los pasados 29 y 30 de septiembre en San Sebastián, reunió a más de 130 expertos en el sector de la protección de la madera, de empresas de tratamientos curativos; empresas de impregnación y tratamiento de madera; estudios de arquitectura; formuladores de productos protectores; empresas de la primera y segunda transformación de la madera; consultoras; universidades y centros de investigación.

“El congreso ha sido un éxito tanto en la calidad de los contenidos científico-técnicos como en la acogida por parte del sector, que encuentra en el congreso no sólo una vía de profundizar y conocer los temas más relevantes de su sector sino que, además, es punto de encuentro de amigos y profesionales del sector” explica Munne.

Las buenas prácticas en el uso de la madera, tanto desde el punto de vista del diseño como del tratamiento, son temáticas que se desarrollaron extensamente por ser “claves en el éxito en el uso de la madera”. Entre otros temas, el congreso también abordó aspectos como las nuevas tecnologías relacionadas con el control de la termita urbana. Se trata del organismo xilófago que más daños provoca. En Europa se estiman en más de 1 billón de euros al año. “Se hace necesario plantear nuevas estrategias para combatirlas de manera más eficiente. La gestión del problema desde un punto de vista urbano donde la administración (ayuntamientos) desempeñe un papel relevante es fundamental, aunque implica un cambio de mentalidad importante”, añade el director del congreso.