Para las terrazas del sector Horeca
La pérgola de Durmi, vital en cualquier menú
“Hay una raíz amarga y un mundo de mil terrazas”. Industrias Durmi recurre a estos versos de Federico García Lorca, poeta y dramaturgo español más influyente del siglo XX, para ilustrar el rendimiento de su pérgola bioclimática en las terrazas de hoteles y restaurantes.
En su poema “Gacela de la raíz amarga”, el genio granadino compara el dolor que siente una persona con el dolor de un árbol. Lorca habla del desamor. No obstante, Durmi se sirve de este poema para ejemplificar una problemática que nos concierne a todos. La pandemia echó raíces en marzo de 2020 y sus olas de contagios siguen causando estragos en los negocios del sector Horeca.
Esta “raíz amarga” se nos atraganta a todos: al propietario/a, al cocinero/a, al camarero/a y a los clientes. Las restricciones por la COVID-19, sobre todo en espacios interiores, han obligado a centenares de restaurantes a bajar la persiana de manera definitiva. La única alternativa óptima ha sido invertir en las zonas outdoor, al aire libre.
Al fin y al cabo, los negocios del sector Horeca no han tenido más remedio que potenciar el uso de la terraza disponible, un regreso a la esencia de la restauración española. Ante esta necesidad, Industrias Durmi ofrece la solución más estética a la par que confortable y sostenible: su pérgola bioclimática es una solución para disfrutar del espacio exterior los 365 días del año.
Una estructura camaleónica: permite regular la brisa natural y la luz solar
Uno de los grandes inconvenientes de un vermut o una cena en el exterior es que el tiempo es impredecible. Ahora que llega la temporada primaveral, las intermitentes ráfagas de viento a lo largo de una comida son una constante. Igual de incómodo resulta un calor demasiado abrumador o una excesiva luz solar.
Ambas condiciones meteorológicas son muy molestas para disfrutar de cualquier plato. De hecho, es inadecuado tener ciertos alimentos expuestos al sol durante varios minutos. Por ello, disponer de elementos de protección solar resulta imprescindible. El centro de las prioridades de cualquier negocio del sector Horeca, de hecho, es maximizar el confort de sus clientes.
En este contexto, la pérgola bioclimática de Industrias Durmi es la panacea para cualquier terraza. Sus lamas motorizadas son las de mayor envergadura del mercado (270 mm), de manera que garantizan la máxima sensación de apertura y amplitud a cada espacio exterior, sin importar sus particularidades.
Sin lugar a dudas, la máxima ventaja que ofrece la pérgola bioclimática de Durmi es su capacidad de controlar la cantidad de luz solar o de ventilación natural deseada en cada momento del día. El mando a distancia permite accionar las 4 posiciones del conjunto de lamas (0º, 45º, 90º y 150º) y, por lo tanto, posibilita regular la temperatura de forma natural.
Un rendimiento inmediato
El feedback que recibe el equipo de Durmi de sus clientes hosteleros y restauradores es esperanzador. La gran mayoría de las instalaciones de pérgola en terrazas han resultado en un enorme impacto positivo que se ha apreciado en cuestión de semanas. Además del salto estético que dan las terrazas de los restaurantes y hoteles, la pérgola bioclimática con el sello Durmi incluye la capacidad de un notable ahorro energético.
Al regular la temperatura de manera natural, su pérgola permite prescindir de los diferentes sistemas de climatización como el aire acondicionado. Esta propiedad de la pérgola bioclimática se traduce en un ahorro en el consumo de energía y de CO2 digno de mención.
Así pues, esta estructura de protección solar se enmarca en la creciente exigencia de construcciones sostenibles. Durmi incorpora en todos sus productos el carácter medioambiental, que ya empieza a ser una línea roja en el mundo de la arquitectura y la construcción.
En definitiva, Industrias Durmi alienta a restauradores, hosteleros y demás personalidades del sector Horeca a dar el empujón definitivo a su espacio exterior. A comerse “un mundo de mil terrazas” aunque nos azote una pandemia. Tal como rezaba el final del poema póstumo de García Lorca:
¡Amor! Enemigo mío
¡muerde tu raíz amarga!