Entrevista a Dina Taravella, colocadora de cerámica y alumna de la Beca Rubi
El sector de la construcción suma nuevas empleadas. La mujer, cada vez más asume nuevos roles para afrontar con plenas garantías oficios que parecían reservados para los hombres. Este es el caso de Dina Taravella, una joven de 31 años que, tras iniciarse en el mundo del espectáculo ha encontrado su auténtica vocación como colocadora de cerámica. De hecho, fue una de las alumnas más aventajadas en la pasada edición de la Beca Rubi. Por ello, se erige como una de las abanderadas de un movimiento en España, para hacer valer el lema de: nada es imposible. Una declaración de intenciones como antesala a la celebración del 8M.
¿Cómo fue su experiencia en la Beca Rubi?
Muy positiva porque fue como si se me cayera una venda de los ojos. Yo había empezado a trabajar en este sector, pero hasta entonces no sabía si lo que estaba aplicando estaba bien o mal, porque haces lo que te han enseñado otras personas que tampoco han estudiado. Algo tan habitual no debería serlo. Por ponerte un ejemplo, pocos albañiles conocen el método Tarver (técnica avanzada para la colocación de baldosas cerámicas, diseñada para mejorar la adherencia del adhesivo y evitar la formación de huecos de aire bajo las piezas). Por ejemplo, mis suegros que fueron quienes me enseñaron, lo desconocían. Recomiendo este curso porque, aunque tengas experiencia, descubres soluciones y técnicas para aplicar cerámica. Ten en cuenta que debemos tener una responsabilidad para evitar que se desprendan esas piezas tras su colocación, así que aproveché al máximo esta oportunidad. Fue una semana intensa y aunque como mujer fue bastante complicado, porque sí que todavía existe la idea que no tenemos capacidad. Siempre les digo a mis compañeras que tenemos un gran reto en este sector porque no solo tienes que ser igual de buena que los hombres, sino demostrar que puedes ser mejor que ellos, quizás para que se te tenga en cuenta en una empresa a la hora de contratarte. Y es que, a día de hoy, aunque tengas el mismo nivel que un hombre, antes elegirán al hombre. Afortunadamente esto está cambiando en España, aunque en otros países como Francia ya ha cambiado, porque tengo compañeras y amigas que están colocando cerámica, pues son albañiles, alicatadoras, soladoras profesionales, y ya se han hecho un nombre en el sector. Por suerte, pese a que todavía existen esos micromachismos en nuestra profesión, durante el curso de la Beca Rubi, tanto Iván González (coordinador de ‘Rubi con la FP’) como los profesionales de Proalso nos trataron en igualdad de condiciones y eso es lo que tenemos que enseñar desde jóvenes, a respetarnos porque todos somos iguales y todos podemos afrontar esta profesión independientemente de nuestro género.
¿Qué le llamó del mundo de la construcción? Una profesión desconocida, pero que cada vez más se abre una oportunidad laboral también para el sector femenino.
Paradójicamente, yo provengo de una familia de artistas (cantantes, actores…) que nada tienen que ver con el mundo de la construcción. Pero llega un momento en que miras hacia atrás en tu vida y te das cuenta que no jugaba con muñecas, sino que les hacía las casitas a las muñecas. Como mujer me animaban a ser arquitecta, pero es que a mí lo que me gustaba era trabajar con mis manos. Y desde los 14 años, con mis ex suegros que eran albañiles, hicimos casas desde cero, desde los cimientos. Desde hacer la mezcla hasta trabajar en todo el proceso y, pese a que es un ciclo masculinizado, me gustaba el trabajo. No descarto estudiar arquitectura, pero me gustaría seguir en la obra. De hecho, me reformé mi propia casa en Valencia. Por desgracia soy víctima de violencia de género y trabajar en la obra me ayuda a desconectar.
Es una luchadora nata, porque pese a su juventud hay una historia, una vida muy intensa detrás, rompiendo barreras de forma resiliente. ¿Qué mensaje transmitirías a aquellas jóvenes que como usted se plantean entrar en el sector de la construcción, pero no se atreven por los estigmas?
Primero hay que saber si te gusta esta profesión y, para ello, hay que probarlo. Y si quieren seguir adelante mi consejo es que no se desanimen, porque estamos en pleno auge en el que la igualdad de género está jugando un papel importante, ya que cada vez somos más las que hacemos ciclos masculinizados, que esperamos que el día de mañana nuestros hijos conozcan que simplemente es otro trabajo y que no se dejen llevar por habladurías o lo que se comenta por las redes sociales. Últimamente he analizado lo que se hablar por las redes en base a este tipo de trabajos y me he dado cuenta que nunca te van a decir en persona lo que piensan, sino detrás de un perfil. Así que no se dejen llevar por comentarios negativos porque si tú lo quieres, tú puedes. Además, ahora hay herramientas que mejoran la actividad profesional tanto de hombres como de mujeres. La fuerza ya no es una barrera física para trabajar en este sector. Por ejemplo, Rubi dispone de múltiples herramientas que me permiten cargar yo sola un gran formato en porcelánico, mientras que en el gimnasio no soy capaz de levantar ni 30 kilos, así que existen en el mercado soluciones que no distinguen géneros.
En cierto modo, estamos en un momento en que se busca mejorar las condiciones laborales y la seguridad en el trabajo.
Exactamente. Y otra cosa muy importante, tenemos que ver el futuro. Es decir, estamos en pleno auge de la tecnología. Por ejemplo, ahora las máquinas que hacen cerámica, antes lo hacía una persona, aunque a día de hoy veo difícil que un robot coloque cerámica. Sin embargo, tenemos Chat GPT que te hace una memoria descriptiva mejor que lo haría un arquitecto y es una herramienta que reduce mucho tiempo. La profesión de arquitecto no se va a perder, pero lo que sí se continuará necesitando es la mano de obra a nivel de albañil, solador, alicatador…
El futuro está en la recuperación de los oficios.
Exactamente, y por eso creo que también me decidí a hacer grado medio, grado superior y arquitectura. Tú puedes ser un arquitecto e ir y ver tu obra si está bien, pero también hay que saber si la cerámica está bien puesta o no. Esto es un gran debate porque albañiles con muchos años de experiencia desconocen las nuevas técnicas. Es importante reaprender porque las cerámicas han cambiado como el porcelánico o el gres y técnicas aplicadas antiguamente ahora no son tan efectivas, porque todo evoluciona.
La construcción se encuentra en un proceso de transformación, en el cual también entra la industrialización. ¿Se ha planteado dar el salto a una industria, por ejemplo, en la fabricación de baños industrializados?
Para serte sincera solo me he planteado las casas prefabricadas. Me ha gustado mucho desde incluso antes de entrar en el ciclo medio, las casas-contenedores y por supuesto me lo planteo en un futuro próximo aquí en España. Creo que deberían estar ya implementadas. Vamos tarde en España, porque en Francia hay muchas casas prefabricadas, aunque aquí, además está la normativa que también es un obstáculo. Es fácil de construir, económico y ecológico. ¿Qué más puedo decir?
Con toda su experiencia tanto a nivel personal como profesional, ¿se siente como abanderada de un movimiento que puede transformar el sector de la construcción y acercar este mundo a las mujeres?
No me lo había planteado como tal, sin embargo, es algo que sería más como un sueño, algo que me gustaría aportar a nivel personal a la sociedad. Lo importante sería que no tuviéramos una conversación como esta sobre una mujer que está alicatando un baño. Tengo un hijo de 7 años y espero que cuando él tenga mi edad o vaya a la universidad no existan ya los ciclos masculinizados, simplemente que haya oficios y profesionales, independientemente de su condición sexual, género, creencia… Esto es parte de la evolución.
