En clave de opinión: Las ideas no están en crisis
Como se dice popularmente, “no hay mal que cien años dure”. Por ese motivo, y a pesar de la incertidumbre ante la situación económica a la que se enfrentan las empresas en la actualidad, no hay que olvidar que de cada crisis surgen nuevas oportunidades. De ahí la importancia del marketing en estos casos pues su objetivo primordial es descubrir y generar nuevas necesidades del mercado.
Desarrollar tecnología y acciones de marketing son premisas fundamentales que cada negocio debería tener presente pues las empresas de éxito serán aquellas que logren interiorizar estos dos factores como una estrategia fundamental a seguir en cada uno de sus productos y servicios. Un buen gestor debe estar siempre alerta ante cualquier cambio que se produzca en el mercado, analizándolo hasta encontrar esa oportunidad de negocio que le haga innovar y posicionarse. En ningún caso, una crisis económica debe equiparse a una crisis de ideas.
Ahora, más que nunca, obtener valor añadido y ser competitivos aporta la verdadera diferenciación en un mercado como el actual. En tiempos de crisis no sólo es vital mantenerse, sino hacer hincapié por destacar sobre la competencia a través del lanzamiento de productos punteros y nuevos planteamientos de gestión en sus modelos de negocio. Precisamente, en este aspecto el marketing emplea las herramientas necesarias para adquirir el prestigio y el posicionamiento de cualquier empresa en un mercado en continua transformación, cuyas demandas cambian en función de los deseos y necesidades de las personas.
Pertenecemos a una época en la que existe en el mundo una economía globalizada que tiene aspectos positivos, pero presenta también graves inconvenientes para aquellos países, que en el mercado global no pueden participar con productos propios de alto valor añadido, es decir, con productos innovadores.
Los países que basan su economía en la explotación y comercialización de materias primas o productos muy poco elaborados, tienen sus economías dependientes de aquellos que poseen la capacidad tecnológica para explotarlos y procesarlos, como sucede en el caso del petróleo, que ha sido uno de los detonantes de la situación mundial. Asimismo, los que plantean su desarrollo económico basado en ventajas tales como la mano de obra barata, están hipotecando el futuro de sus ciudadanos, cuyo nivel de vida queda condenado a estar por debajo del de los países que compiten en productos con alto grado de conocimiento aplicado. Además, en este modelo de desarrollo se crea una dependencia tecnológica permanente de terceros países, y esta cesión de tecnología está siempre ligada a los intereses de quienes la poseen.
Pero nuestra realidad está en el entorno europeo, y más en concreto en España, con un modelo de crecimiento lastrado por la construcción y los servicios. Ante todas estas dificultades, no es de extrañar que las empresas se cuestionen sus decisiones e inversiones y se enfrenten a recortes presupuestarios. Sin embargo, no hay que dejarse llevar por el pánico porque aquellas empresas que no sean capaces de reflexionar sobre su situación y buscar ideas innovadoras que les permitan afrontar nuevos retos y evolucionar, no sobrevivirán. La innovación especialmente enfocada a cómo se llega a los clientes no es un capricho, ni un lujo. Hoy, la innovación continua en el marketing empresarial es una necesidad.
Si no se ha hecho ya, es el momento de apostar por la realización de una auditoría de marketing que revele la percepción que tiene el cliente de su empresa, el lugar que ocupa en el mercado y los nuevos nichos que puede explotar. En este aspecto, los centros tecnológicos cumplen un papel de primer nivel pues se convierten en un aliado tecnológico que le aporta a las empresas su bagaje y experiencia para llevar a cabo aquellas estrategias que le permitan innovar para posicionarse con éxito en un mercado global y cada vez más competitivo.
En definitiva, y para concluir, me atrevo a predecir que en la inmensa oscuridad que trae consigo toda crisis será dónde surjan las ideas que más brillen en el futuro cercano. La flexibilidad y la adaptabilidad de nuestras pequeñas y medianas empresas harán que en breve podamos ver la luz en este túnel en el que hoy estamos inmersos.