Los retos del sector de la panadería tradicional
Andreu Llargués i Claverol, presidente de CEOPPAN
05/02/2019En el año 1984, cuando se aprobó el Real Decreto por el que se regula la fabricación, circulación y comercio del pan y panes especiales, casi la totalidad del pan que se vendía se producía exclusivamente con harina de trigo, y tanto su peso como el precio de venta estaban regulados. Ante esta situación, el consumidor que entraba en una panadería lo hacia con una compra preconcebida. La variedad de panes que se elaboraba era limitada y las opciones donde elegir escasas.
En los últimos años, todo ha cambiado. En primer lugar, con la aparición de las nuevas tecnologías aplicadas a la elaboración del pan, que permiten la interrupción de la cocción de las piezas para su terminación en los puntos de venta. Y, en segundo lugar, la liberalización que hemos sufrido en la comercialización y venta de los productos panarios. Actualmente es posible comprar pan en cualquier lugar imaginable.
Frente a esta liberalización descontrolada en la comercialización y venta de nuestros productos creo que, después de unos primeros años duros, la panadería tradicional ha reaccionado, y está en situación de afrontar positivamente los nuevos retos que se nos presentan; ofrecer a nuestros clientes una nueva y amplia variedad de panes elaborados con unos procesos que garanticen un producto saludable que responda a nuestro lema: ‘El pan es salud’. Un camino que no ha sido fácil y para el que, a diferencia de otros sectores que como el nuestro han pasado de la regulación a la liberalización, no hemos contado con todo el apoyo de las administraciones que hubiéramos deseado. No obstante, estoy convencido que este es el camino a seguir en el presente y futuro. Un camino que tiene como objetivo ofrecer al consumidor un producto saludable y de calidad.
Y para esta transformación es imprescindible disponer de escuelas de formación, definir nuevos procesos de producción, invertir en el diseño de nueva maquinaria e investigar en nuevas materias primas con las que elaborar unos productos que satisfagan las exigencias de los consumidores actuales. Unos consumidores cada vez mas y mejor informados, y que buscan productos saludables para ellos y sus familias. En este reto todos los que estamos involucrados en la cadena de la elaboración y venta del pan tenemos la obligación de ponernos de acuerdo, y durante unos días compartir ideas, novedades, proyectos y expectativas de futuro. ¿Y qué mejor espacio para ello que hacerlo durante la celebración de una feria? Porque una feria es, desde tiempos remotos, un evento social, económico y cultural. ¡Y qué mejor cultura que el pan!
El consumo de pan ha sufrido un descenso continuado durante los últimos años, este hecho es innegable. Aún así sigue siendo un producto básico de nuestra dieta. Los últimos datos indican un consumo en nuestro país de 38,5 kg por persona y año. Recientes encuestas indican que el pan sigue siendo uno de los alimentos preferidos entre los españoles. Cerca de un 82% de los hogares lo consume de media seis veces por semana en casi todas las comidas. El gasto anual total en pan y bollería en España asciende a 4.481 millones de euros. No hay duda de que nuestro sector es una parte esencial de la nutrición y de la economía del país. En esta línea, la feria Intersicop es una herramienta clave en la promoción de nuestro sector, y contribuye de manera decisiva a la proyección comercial y a la divulgación de las cualidades y beneficios del consumo de nuestros productos.
Cuando asumí la presidencia de CEOPPAN, desde nuestra asociación contactamos con Ifema para expresarles la necesidad que tenia nuestro sector, como un sector importantísimo en la alimentación en nuestro país, de disponer de una feria que sirviera para promocionar el crecimiento de un pan de calidad. El primer Intersicop fue una apuesta de Ifema a favor de nuestro sector, ¡y ya vamos por la tercera edición! Estoy convencido que esta nueva edición superará las anteriores. Entre los aspectos a destacar, la apuesta por la formación con la presencia de escuelas de panadería, así como todas las novedades en materias primas y maquinaria. Si a todo esto añadimos el placer de reencontrarnos con viejos y nuevos amigos, ensanchar conocimientos y disfrutar de buenos momentos, ¿qué más podemos pedir?