Los 5 desafíos de la industria alimentaria en el horizonte 2020
La industria alimentaria española apuesta de forma decidida por un modelo de producción y consumo sostenible a lo largo de toda la cadena de suministro. Por ello, durante los últimos años ha implementado un gran número de iniciativas y acciones para reducir el impacto ambiental que generan los productos alimentarios en cada una de las etapas del ciclo de vida, desde su producción hasta su consumo, pasando por el transporte, procesado, distribución y venta.
“Europa 2020 es la estrategia de crecimiento de la UE para la próxima década. En un mundo en transformación, queremos que la UE posea una economía inteligente, sostenible e integradora”, dijo José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea. Y todo ello porque nuestro mundo está cambiando a pasos agigantados, algo que la industria alimentaria debe afrontar para adaptarse a una situación catalogada casi de ‘extrema’. La demanda global creciente sobre los recursos naturales está agotando las fuentes naturales de aprovisionamiento, al tiempo que genera una presión insostenible sobre el medio ambiente.
Según los datos de la UE, mientas la demanda de alimentos, piensos y fibra podría aumentar en un 70% de aquí a 2050, el 60% de los principales ecosistemas del mundo que contribuyen a la producción de estos recursos ya se han degradado o se están utilizando de manera insostenible. La mejora de la eficiencia en el consumo de los recursos se basa en usar los recursos limitados de la tierra de una manera sostenible y con un impacto mínimo sobre el medio ambiente. En otras palabras, permite que creemos más con menos.
Todas las previsiones apuntan que para el año 2030 será necesario aumentar en un 50% el suministro de alimentos para satisfacer las demandas de la creciente población mundial. Si continuamos con el modelo actual de producción, este incremento provocará una presión cada vez mayor sobre los ya escasos recursos naturales disponibles (principalmente agua y energía) y un deterioro paulatino del medio ambiente que puede poner en peligro la sostenibilidad de la producción de alimentos.
Alimentar a una población creciente en un entorno de escasez de recursos
Resulta imprescindible que todos los eslabones de la cadena alimentaria trabajen para mejorar la eficacia de sus procesos, reducir el consumo de recursos y energía y minimizar el impacto ambiental sobre el entorno. Por ello, la industria debe continuar trabajando en el desarrollo de un abastecimiento sostenible de materias primas y de acciones para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Asimismo, debe promover el cálculo de la huella ambiental de los productos alimentarios como herramienta de mejora de eficiencia, la formación interna del personal de la industria y las buenas prácticas medioambientales a través de la colaboración con asociaciones de consumidores y otras instituciones. En definitiva, es necesario impulsar la concienciación medioambiental a través de la formación, comunicación y difusión del conocimiento entre empresarios, trabajadores y consumidores.
Gestionar el agua de forma más sostenible
Es necesario seguir trabajando para continuar disminuyendo el consumo de agua mediante la optimización de los procesos y su reutilización, entendida como un aprovechamiento del recurso hídrico regenerado en condiciones que no afecten la calidad y la seguridad de los productos, así como mejorar la calidad de los vertidos finales de forma que no afecten negativamente la sostenibilidad de los recursos naturales.
El camino a seguir pasa por mejorar la eficiencia en el uso de agua mediante la reducción del consumo por unidad de producto elaborado a través de buenas prácticas de gestión. Es preciso sensibilizar y colaborar con los agricultores y ganaderos en el uso eficiente del agua en la producción de materias primas, garantizando un abastecimiento sostenible.
La implantación de alternativas seguras de reutilización y el empleo de herramientas basadas en el Análisis del Ciclo de Vida para la evaluación del uso de agua asociado a la producción de alimentos son otras claves para afrontar este reto. Además, potenciar acuerdos sectoriales para un uso eficiente y desarrollar nuevas tecnologías de tratamiento de agua potable, depuración u reutilización de aguas residuales son dos ejes fundamentales.
Mantener la competitividad industrial en un entorno de incertidumbre jurídica y dependencia energética
La optimización del consumo energético es uno de los factores clave para conseguir mantener la competitividad industrial y mejorar la sostenibilidad medioambiental de las industrias. Por ello, el sector debe continuar volcando sus esfuerzos en mejorar la eficiencia energética y en reducir su ratio de consumo de energía por unidad de producción. La incorporación de energías limpias y de carácter renovable es esencial en el reto de la sostenibilidad energética en un entorno de dependencia.
Es necesario seleccionar tecnologías y equipos de producción eficientes, realizar auditorías que permitan identificar los puntos de mayor consumo y priorizar las alternativas técnica y económicamente viables. En esta línea, incorporar fuentes de energía renovables a los procesos productivos, tales como biomasa o biogás, a partir de residuos orgánicos propios o cercanos o de la energía solar térmica en casos en los que exista una demanda de calor a baja temperatura es otra oportunidad natural esencial. El uso de fuentes de energía más limpias, como el gas natural, y más eficientes, como la cogeneración, son un buen eje de trabajo.
Mejora de la eficiencia de procesos y mitigación del cambio climático
Hasta ahora, la industria alimentaria ha sido un referente para el resto de los sectores industriales españoles por su compromiso con el cálculo, la reducción y la compensación de las emisiones de gases efecto invernadero. En el horizonte de los próximos años tiene ante sí retos importantes para continuar siendo referente en la adaptación a este nuevo modelo productivo bajo en carbono.
Para afrontar este reto, resulta clave fomentar el uso de herramientas basadas en el análisis del ciclo de vida que permitan calcular y reducir la huella ambiental y promover la colaboración con los proveedores para optimizar el transporte y la distribución de materias primas y productos (uso de vehículos eficientes y combustibles de reducido impacto medioambiental). Estas claves son también válidas, además, para alcanzar el objetivo de reducir emisiones de gases efecto invernadero.
Minimizar el impacto medioambiental de los envases
Como parte de la estrategia de mejora continua, las empresas del sector deben seguir optimizando sus formas de minimizar el impacto medioambiental de los envases de sus productos. Para ello, los envases deben ser más sostenibles: menos peso, materiales biodegradables, activadores de degradación… Es decir, deben trabajarse desde su diseño y durante todo el ciclo de vida.
La reutilización, el reciclaje y la recuperación son posibles si se trabaja con el resto de la cadena de producto y, así, evitar residuos de envases. La mejora de los procedimientos de elaboración y presentación de informes en los Estados Miembros y la calidad de los datos resulta también importante.