Entrevista a José Fernando Luna, presidente de Asaja Huesca
¿En qué situación se encuentra actualmente la agricultura de regadío, respecto al ascenso de las tarifas eléctricas?
Estamos muy preocupados. Estamos haciendo un gran esfuerzo en modernizar las 130.000 hectáreas de la Comunidad de Riegos del Altoaragón, actualizando los regadíos de manta a riego por aspersión. Este nuevo sistema implica unos gastos eléctricos que con el anterior sistema no teníamos. Además, ha desaparecido la “hora valle”, que nos permitía tener un menor gasto eléctrico durante unas horas del día determinadas. Además, ahora también sube el IVA, con lo que los posibles beneficios también se ven repercutidos.
¿A qué se debe el aumento de gastos eléctricos que anteriormente no tenían?
La agricultura de regadío por aspersión requiere unos motores muy grandes, con mucha potencia para subir el agua a las balsas intermedias. Por esta razón necesitamos tener unos contratos de potencia que encarecen la producción durante todo el año, cosa que no es necesaria porque solo necesitamos esa electricidad para 4 ó 5 meses. Pero las eléctricas no quieren hacernos los contratos de potencia por meses, como hemos solicitado, en lugar de por años, cosa que nos cuesta mucho dinero porque implica pagar más de la mitad de un año de potencia que no utilizamos.
No parece muy justo...
Y además nos exigen otro contrato para la luz de baja potencia. Porque si nos damos de baja del contrato para regadío, nos cortan la luz y se nos descargan las baterías de todos los ordenadores. Al menos, gracias al poco consumo energético de las empresas por la falta de negocio, estamos negociando unos contratos a la baja en el precio por kilovatio. Por otra parte, a cada mil metros cúbicos de agua que necesitamos por hectárea (que suelen ser una media 10.000 metros cúbicos) nos cuesta 24 euros de consumo energético. Eso significa que nos cuesta unos 240 euros por año la energía de los regadíos. Pasamos de coste cero a un coste de 12.000 euros por la tubería, el desmonte de los campos, la presión para la entrada del agua a la parcela, más la instalación de aspersores en cada parcela. Más los ya mencionados 240 euros al año por electricidad, más el agua, más alguna derrama que se produzca en la cañerías, todo ello está haciendo insostenible la modernización de regadíos.
Parece que las medidas medioambientales estén poniendo freno a la agricultura
Estamos hablando de la modernización de regadíos para hacer un uso eficiente del agua. Pero, ¿para qué lo estamos haciendo? En primer lugar, para producir, para hacer alimentos y obtener algún beneficio para poder subsistir. En segundo lugar, para preservar el Medio Ambiente. Pero si el objetivo es preservar el medio ambiente, que nos hagan funcionarios y mantendremos la tierra verde a precio de lo que nos paguen. Pero si queremos producir alimentos, nosotros no podemos seguir un año tras año con una experiencia nueva. Primero porque producirá pérdidas y ahora modernizar nuestra infraestuctura para no poder amortizarla en la vida, para hipotecarnos para toda la vida... así no hay quien saque la situación económica adelante. Los más osados estamos en un proceso de modernización que no podremos amortizar nunca. Por algún lado tendrá que explotar esto.
Entonces ¿qué puede hacer el Gobierno para solucionar esta situación?
Yo lo tengo muy claro. Primero, que la agricultura sea estratégica en todos los sentidos. ¿Nos interesa mantener la agricultura cerca de las poblaciones? ¿O nos conformamos en importar los alimentos de fuera de España? Si se trata de esta última, abandonemos la agricultura. Si se trata de declarar estratégica la agricultura, apoyémoslo. ¿Cómo? Con diálogo. No existe una varita mágica para arreglarlo, porque hay muchos microclimas en nuestro país, pero es necesario hablar con los sindicatos y asociaciones agrícolas, con los agricultores y plantear posiciones de solución. No pueden plantearnos las normas a seguir desde una oficina donde no conocen los problemas in situ de la agricultura y el ganadero.
Parece lógico. ¿Qué otros problemas se le suelen plantear al agricultor?
Pues últimamente hemos tenido problemas con el ministerio de Medio Ambiente. Nos piden que destruyamos los campos para poner riegos por aspersión y al mismo tiempo ponen trabas para tirar las márgenes en más de dos metros de altura. Entonces ¿en qué quedamos? ¿Seguimos en el campo para modernizarlo o no?
Entonces, como decía usted antes, debería haber una estrategia para organizar la agricultura española, ¿verdad?
Claro. Históricamente el maíz en nuestro país ha tenido un precio normal, pero si dejamos de cultivarlo y tenemos que importarlo, quienes nos lo vendan lo harán barato porque sabrán que en España no se produce. Mientras no seamos un sector estratégico y mientras le siga llegando a un distribuidor el maíz argentino, que es más barato, esto no tendrá una solución posible. Además, la prohibición de cultivar productos transgénicos también dificulta nuestros intereses porque hace más difícil que podamos subsistir.
Parece que llueve sobre mojado...
Pues pasa lo mismo con el mar de las tarifas eléctricas, cuando nos incrementan unos valores impagables el consumo eléctrico. Si nos piden que apostemos por la modernización para hacer un uso sostenible del agua y de la energía, lo que no pueden hacer es doblar el precio de las tarifas eléctricas, porque dificulta muchísimo el trabajo del agricultor. Esto es lo que está pasando, que estamos produciendo pérdidas. Precisamente hace un mes subimos el precio del cereal a cotas normales, para empezar a no perder dinero, no para ganar, sino para no perder, y se ha puesto el grito en el cielo por parte de las multinacionales por subir el precio. Pero sabemos a ciencia cierta que este verano han comprado cebada a 120 euros, cuando ahora vale 170, y la están vendiendo a precio caro y encima se quejan del aumento de los precios, cuando ellos lo compraron a precio barato. Las multinacionales nos presionan, las eléctricas nos presionan y el Gobierno no nos defiende.
¿Y qué puede hacer el agricultor para solucionar este asunto?
La principal dificultad es que no podemos decidir sobre el precio de nuestros productos. Yo lo tengo claro, durante el boom de la construcción, cuando a los constructores les subían el precio del suelo y del ladrillo, ellos subían el de los pisos. Cuando a la General Motors, Seat o Audi les suben el precio del acero, ellos suben los precios. A nosotros nos han subido las tarifas eléctricas, nos han subido los inputs (semillas, mano de obra, los fertilizantes) y no podemos repercutir la subida del aumento del precio de la producción porque no se nos permite. ¿Solución? Que el Gobierno sepa lo que hace y que declare estratégico al sector de la agricultura. Un país, cuanto más potente es, más cuida su agricultura. Nosotros sabemos que nuestra producción es sana porque ha pasado muchos controles de seguridad sanitaria, mientras que en el caso de la que llega de países donde se vende más barato, no tenemos esa seguridad.
Y eso debe repercutir en las ventas, ¿verdad?
Lo malo es que vas al supermercado y encuentras estos productos, que son más baratos y que son los que compra el consumidor en los supermercados porque tiene que ahorrar por la crisis. Llegan aceites baratos y los compran, llega cordero chileno o argentino y lo compran, pero ¿qué medidas sanitarias tienen estos productos? Por tanto nosotros exigimos las mismas medidas de trazabilidad que las que nos exigen a nosotros porque sino nunca vamos a poder competir. A nosotros nos exigen que produzcamos sano, mientras la gente compra barato. Las administraciones tienen que poner cordura a todo esto, porque no es lo mismo un Seat que un Mercedes. Algo tiene el Mercedes para ser más caro y nuestros productos, lo mismo.