Un escenario con dos caras
Estamos inmersos en una situación difícil, con fuertes caídas en mercados clave de todo el mundo, como Alemania, Francia o Italia si ponemos el foco únicamente en la Unión Europea. Los grandes fabricantes han tomado, y siguen tomando, medidas coyunturales o estructurales dirigidas a evitar daños mayores.
Se ha producido una caída generalizada de la demanda, motivada en parte por la transformación casi permanente que vive el sector. Es indudable que, sobre todo en los países más avanzados, el perfil del agricultor está evolucionando hacia empresas de mayor dimensión que buscan máquinas más grandes y mejor equipadas tecnológicamente.
Con la reducción de los márgenes, vender únicamente ‘hierro’ resulta altamente arriesgado y los fabricantes se están viendo obligados a evolucionar en su línea de negocio. La transformación digital y la agricultura de precisión les obliga a una actualización permanente de su catálogo, y esto conlleva inversiones que impactan en los balances.
Con este panorama, las previsiones para 2025 que manejan los ‘grandes’ del sector de la mecanización no son halagüeñas, especialmente para este primer semestre. Y los datos de matriculaciones en enero así lo están ratificando.
Afortunadamente, España se empeña en ir a la contra y huye de esa tendencia. Al igual que en los recientes años de bonanza no se benefició tanto del crecimiento registrado en los países de nuestro entorno, ahora sucede justo a la inversa. Tras un 2023 en el que se cayó a mínimos históricos en las ventas de tractores, la recuperación iniciada en 2024, que ha permitido recuperar los niveles de dos años antes, prosigue en este arranque de 2025.
Es de justicia también destacar el papel de los fabricantes nacionales de maquinaria agrícola, que los tenemos y de un nivel excelente. Ellos han demostrado una gran capacidad de resiliencia y adaptación a escenarios tan diferentes en estos momentos entre España y allende nuestras fronteras.
