“Estamos asistiendo a una auténtica ‘revolución’ medioambiental con la gestión de las masas forestales”

Sí, si tenemos en cuenta varios factores. El primero, relacionado con el presente y futuro de este tipo de trabajos, que busca nuevas vías de desarrollo y aplicación. El segundo debido a la idiosincrasia del sector de la mecanización forestal, de jardinería y áreas verdes entre las que observamos fronteras difusas ya que muchas empresas comercializan productos en todos esos subsectores de mecanización.

Otro factor que favorecería esta oferta diferenciada sería la clara dualidad existente entre la mecanización dirigida a usuarios profesionales y la destinada al segmento del hobby, entre la motorización a gasolina y la alimentación eléctrica. Entre la maquinaria portátil y la maquinaria arrastrada, suspendida o automotriz. La oferta por tanto tiene que ser variada para poder cubrir todos esos aspectos y necesidades.

El descenso del mercado se sitúa en unos márgenes entre el 2%-20%, según gamas de producto. El año comenzó con datos negativos debido a la inercia de caída, iniciada en el segundo semestre de 2008, con caídas en torno al 10%. La caída del sector inmobiliario, y especialmente del consumo, hizo que se redujeran los mercados de este tipo de maquinaria.

La maquinaria forestal ha contemplado problemas en algunas gamas de productos como las motosierras, por la caída del sector de la madera, con bajos precios y políticas de explotación poco adecuadas. Otros trabajos de desmonte y limpieza, varían su oferta función de la climatología y la prevención de incendios, pero se esperaba que las desbrozadoras, motoguadañas y otras máquinas similares pudieran tener un mejor mercado debido al buen porcentaje de precipitaciones.

En general ha resultado un año difícil, debido a los problemas de liquidez para las empresas y consumidores, la reducción de los stocks y quizá los que han pasado por peores momentos han sido las grandes empresas de trabajos forestales, empresas municipales o estatales. Como dato curioso destacar que aumentó el trabajo en los talleres, optando por el mantenimiento antes que en la inversión en nuevos equipos.

El comprador suele comparar diversos factores a la hora de tomar una decisión de compra: evalúa el precio, la calidad, la seguridad, la imagen, pero en la mayoría de las ocasiones prima solo el precio frente a otros factores que deberían ser determinantes. Los consumidores adquieren una máquina sin garantías, insegura, contaminante, pero mucho más barata, aunque no cuente con red de distribución especializada ni servicio posventa. La venta de un producto que no ha pasado los más elementales controles, no ya de fabricación, calidad y conformidad de la producción, sino además de entrada en nuestro país ni de comercialización, resulta ilegal. Es un comercio que distorsiona el mercado, rebaja la imagen y calidad de las marcas y supone, sobre todo, un peligro para los usuarios.

Controlar todo esto se hace extremadamente difícil debido a que el material proviene tanto de dentro como de fuera de las fronteras comunitarias. Cuando logran llegar al distribuidor estas se venden por medio de comerciantes ambulantes en mercadillos o directamente en campos, pueblos, hoteles, etc. Es por tanto un problema difícil de atajar, y sería conveniente presionar a la importación en origen, lo que aleja aún más el radio de acción de las instituciones competentes. Afortunadamente, los cuerpos de seguridad del estado, están actuando con gran profesionalidad y cada vez se logran frenar más ventas.

Mientras tanto, las empresas y asociaciones hacen una labor formativa, trasladando a las redes comerciales y los consumidores las diferencias entre la maquinaria legal y oficial y la ilegal y copiada.

Decir ‘mucha’ sería generalizar en exceso una lacra contra la que se está luchando. El comercio de este tipo de maquinaria es importante, pero marginal debido precisamente al cerco que le están poniendo las autoridades y la dificultad para conocer los canales de venta de este tipo de maquinaria.

Pese a la gran extensión forestal de nuestro país, la gestión no resulta tan eficaz como debería. España figura entre los estados miembros con la proporción más alta de bosques respecto a su extensión total, 28 millones de hectáreas o el 57% de su territorio, solo por detrás de Suecia con 30,9 millones de hectáreas (el 75% de su territorio), y en este caso por delante de otros países con mayor peso en trabajos forestales, como Francia, con 17,3 millones de hectáreas o Alemania con 11 millones, respectivamente. Sin embargo, países como el galo, poseen una producción maderera superior a la española.

Si tenemos en cuenta este dato, comprenderemos la importancia de realizar este tipo de trabajos con los medios adecuados. El resto de países europeos nos sacan ventaja. Solo hay que observar que en lo que se refiere a maquinaria forestal y de jardinería, donde nuestro país es netamente importador.

Teniendo en cuenta la atomización del sector, formado por pequeñas y medianas empresas que crecen junto al paisaje que gestionan, es fundamental que las diversas administraciones públicas se esfuercen en apoyar a los pequeños propietarios y en empujar la gestión de las empresas certificadas. La sensibilización ha beneficiado a este sector, pero los costes de producción certificación y gestión de este tipo de materiales, reducen la inversión en equipos. El gran reto de la gestión forestal, que posee un fuerte componente de gestión ambiental, se basa en una legislación adecuada, que poco a poco aplican las diversas comunidades autónomas, así como en la utilización de los medios adecuados para realizar las labores de mantenimiento en las masas forestales. Y esto, solo se puede realizar por medio de los equipos adecuados.