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“He tenido el privilegio de participar en la transformación de España”

Entrevista a Benigno Bueno, director general de JCB Maquinaria

Santiago Quiñones16/11/2009

16 de noviembre de 2009

Tras 14 años al frente de la empresa JCB Maquinaria y una carrera de 44 años en el sector de la maquinaria de movimiento de tierras, Benigno Bueno se retira orgulloso de no haber traicionado sus principios de integridad, lealtad y gratitud para con los que han trabajado con él. Y de haber tomado parte en una prodigiosa transformación, tanto física como emocional, de JCB y sobre todo de España.

Tiene un nombre que obliga a mucho, y que encaja con su empatía natural, su tono humilde y pausado, su trato afable y accesible. Nada de jactancias, nada de grandilocuencia, apenas un atisbo de satisfacción en su rostro y en su voz. Benigno Bueno, tras 44 años de entrega al sector de la maquinaria de construcción y movimiento de tierras, tiene señalada en rojo una fecha del calendario: el próximo 16 de enero. Ese día, Benigno Bueno se jubilará, pensará en cómo colaborar con su estimada ONG Manos Unidas, y dejará atrás una trayectoria brillante que comenzó allá por 1966 en Finanzauto, “una escuela formidable para el sector de los profesionales de la maquinaria”.

Benigno Bueno
Benigno Bueno

Bueno rehúye términos como ‘legado’ o ‘trayectoria’, mas no puede evitar entusiasmarse cuando rememora cómo ha sido testigo de una evolución irrepetible, tanto en el sector como en el país. “La verdad es que me siento muy orgulloso de ser testigo y de tomar parte en la construcción de un país mejor. Todo ha cambiado en estos 44 años, evidentemente. Y yo he tenido el privilegio de participar en la transformación de España en un sector que ha ayudado a ese proceso de manera decisiva, contribuyendo a que los españoles vivamos mejor”, musita más asombrado que orgulloso, con un brillo de fascinación genuina en sus ojos.

Nacido y crecido en Filipinas, Bueno no ha perdido con los años un curioso acento, que a ratos parece andaluz y a ratos indefinidamente extranjero, y que dota de placidez y misterio a sus palabras. Él se divierte constatando que desde la cuna estaba predestinado a trabajar en el sector de la maquinaria de obra. Para demostrarlo, señala una vieja foto en blanco y negro que tiene en su despacho, y que muestra a su padre en una plantación de Tabacos de Filipinas, con un tractor Thirty de Caterpillar, uno de los primeros que se fabricaron en el mundo. “Lo mío ya estaba predeterminado”, dice divertido.

“Todo ha cambiado tanto, tanto… En 1966, el horizonte era totalmente distinto. Las expectativas, los recursos, las dinámicas de trabajo. La importación de maquinaria no era libre ¡y a los vendedores nos compraban con jamones!”

Con su retiro en enero cierra un recorrido que ha corrido parejo a los grandes progresos del sector en nuestro país. ¿Qué hitos recuerda especialmente ahora al volver la mirada atrás?

Todo ha cambiado tanto, tanto… En 1966, cuando yo entré en Finanzauto, el horizonte era totalmente distinto. Las expectativas, los recursos, las dinámicas de trabajo. La importación de maquinaria no era libre, hay que esperar para todo, ¡y a los vendedores nos compraban con jamones! No como ahora, que es al revés… Recuerdo lo enormemente provechoso que me resultó mi paso por Finanzauto. 25 años pasé allí, 25 años inolvidables. Tras un tiempo en una base en Zaragoza, me fui a Angola como responsable de servicio del distribuidor oficial de Caterpillar.

Entre 1966 y 1975 viví un ciclo de gran crecimiento. El país se ponía en marcha. Las presas, las minas, las autopistas. Como el impacto de la crisis económica mundial aquí llegó un poco más tarde, en 1973 y 1974 Finanzauto fue el distribuidor nacional más exitoso de Caterpillar en todo el mundo. Recuerdo el impacto de la crisis de 1982-83, que hizo que cerrara nuestra empresa hermana Finanzauto Servicios, también perteneciente a la Banca López Quesada.

Entonces se produjo la tremenda eclosión de la excavadora de ruedas.

Sí, el despegue de la mixta. Fue impresionante. Muchos maquinistas de las constructoras las abandonaron para pasar a ser autónomos y propietarios de la maquinaria. Hacia 1986 se vivió un tremendo boom, que duró hasta 1991, cuando el mercado se vino abajo. Yo dejé Finanzauto y me incorporé a Case como director general y presidente. Case era la antigua compañía estadounidense JI Case, que había comprado al fabricante de excavadoras Coplain. Durante esa crisis de 1992-93 viví el cierre de una planta de Zaragoza, la antigua fábrica Calsa de palas de ruedas.

Una fábrica que era propiedad de Case… sería una experiencia dura.

En efecto, Case la compró pero enseguida vio que no tenía más remedio que cerrarla. En aquel trance tan desafortunado me impresionó muy hondamente la profesionalidad de aquellos trabajadores, gente ya de edad que sabía que tendría un futuro laboral problemático, lo cual sólo aumenta su mérito. Recuerdo cómo cumplieron de manera escrupulosa aquella última operación, un suministro de 65 palas para el ejército británico, que tampoco es un cliente cualquiera. Puedo decir que 18 años después aquellas palas siguen funcionando. Mi reconocimiento a esa entrega.

No fue una buena época. Finanzauto tiró adelante sólo gracias a la llegada de capital sudafricano. Case se salvó refinanciando su deuda en tres tramos, y hacia 1995 las cosas mejoraron.

Y ahí se produce su salto a JC Bamford Excavators. ¿Cómo ha cambiado la empresa desde aquella que conoció a su llegada?

Me incorporé al año siguiente, en 1996, sustituyendo a mi predecesor Gordon Smith. Era un entorno distinto. JCB era conocida sobre todo por su retrocargadora mixta. JCB llegó a convertirse en sinónimo de mixta. De hecho, aún hoy hay gente que pide por ahí “una JCB de marca Caterpillar”, por ejemplo. En el diccionario Collins, es posible encontrar la entrada ‘JCB’ para designar a esa máquina. Ahora la facturación y la marcha de la empresa no dependen tanto, por supuesto.

Otra transformación de la que me siento muy satisfecho ha sido la españolización de la compañía. Cuando yo me incorporé esto era una corporación anglosajona en todos los sentidos. Hoy, es una compañía española y de cultura española. Una de las primeras cosas que introduje cuando llegué fue la cesta de navidad, que lógicamente era algo desconocido.

Y el otro cambio notable ha sido la consolidación de una red comercial potente de 15 distribuidores. Eso supone un largo camino teniendo en cuenta que desde 1985 hasta 1992 tuvimos un solo importador, Ofirex, y que JCB como compañía sólo se instaló en nuestro país ese año. Con la reactivación económica, desde mediados de los 90 fuimos una subsidiaria enormemente rentable, de las que más a nivel global, y nuestra plantilla creció de 15 a 37 empleados. En la feria Smopyc de noviembre de 2007 vendimos nuestra máquina número 30.000, un hito realmente impresionante: una de cada cinco máquinas era JCB, y en mixtas dos de cada cinco. Fuimos encadenando récords hasta el año pasado, cuando la crisis nos cogió con el pie cambiado.

¿Cómo está afectando la crisis a JCB?

Un impacto tremendo. Lo único lamento de mi marcha es que coincida con este momento tan adverso, porque puede parecer que abandono el barco en medio de la dificultad. Me da cargo de conciencia dejarlo justo ahora, pero era el momento. La empresa incluso me ha ofrecido que siguiera, y le he dicho que no. En cuanto a la coyuntura, se han combinado un exceso de oferta de maquinaria, la caída de la confianza y un importante stock de obra terminada sin vender con un endeudamiento general que sólo se ve agravado por nuestro déficit exterior. En 2007 vendimos 3.300 máquinas. En 2008 vendimos 680. Este año venderemos unas 370. En menos de año y medio hemos perdido un tercio de nuestro personal y nos hemos quedado en 24 personas. Hemos pasado de traer mecánicos de Hispanoamérica en 2007 a no encontrar ya por dónde seguir recortando plantilla, porque ahora ya cada despido supone perder a alguien que forma parte del núcleo de la empresa.

¿Cuál ve como problema más acuciante?

La falta de financiación, desde luego. El capital circulante es muy escaso, y las ayudas públicas del Instituto de Crédito Oficial no están bastando. De nuestros 15 distribuidores, sólo uno ha podido acceder a ellas. Y luego está la paralización de proyectos a nivel municipal y el retraso de pagos que sufre en general la Administración. Uf, es que no se ven perspectivas de recuperación.

Un problema adicionado es que durante los últimos tres años se ha desarrollado el mercado de las empresas de alquiler, pero esas empresas, ante la crisis, se han deshecho de sus parques de máquinas. De manera que las alquiladoras también ponían a la venta sus máquinas en el mercado de segunda mano, empeorando la competencia, si bien mucho lo han vendido en el extranjero. Espero que en año y medio o dos años se produzca un fenómeno de reposición como el que se produjo hacia 1985-86, cuando hubo que reponer buena parte del parque preexistente.

“Siempre he pensado que hay que cuidar el mañana, no intentar cosechar todo en el momento y quemar el campo”

Ahora que afronta el final de su camino profesional, ¿con qué sensación se queda?

La verdad, con el mismo equipo hemos tenido años buenísimos y años malísimos, así que ni yo ni mis colaboradores hemos sido tan determinantes como las circunstancias de cada momento. Sí pienso que mi estilo ha sido más bien del tipo ‘seguidme’, dando ejemplo más que liderando de manera abstracta. Me precio de haber ido siempre de cara con los distribuidores, desde la integridad, el deseo de jugar limpio. Siempre he pensado que hay que cuidar el mañana, no intentar cosechar todo en el momento y quemar el campo. Y me encanta comprobar que he podido desarrollar el potencial de gente joven, como Carlos Hernández, que empezó en la labor más humilde, vendiendo ‘powerpacks’, menos que máquinas, y ahora es director para Latinoamérica.

¿Qué virtudes cree que han definido su estilo de gerencia?

La integridad, la lealtad, la gratitud. Yo creo que tengo el respeto, y aun el aprecio de mis competidores. Este sector tiende a ser circular, y yo siempre he reconocido mi deuda con Finanzauto; al fin y al cabo uno estudia en la universidad, pero aprende más a lo largo de la vida. Ahora que estoy acompañando a la nueva directora general Brunhilde Rygiert a visitar a los distribuidores, estoy viviendo momentos emotivos. Yo creo que dejo un buen recuerdo. Hace poco un distribuidor se despidió de mí diciéndome: ‘Creo que eres benigno y creo que eres bueno’. Eso es impagable, qué más puedo pedir: al fin y al cabo los intereses del distribuidor y del fabricante son paralelos pero nunca idénticos.

¿Hasta qué punto sus orígenes han determinado su carrera?

No lo sé. Yo nací en Filipinas hijo de un emigrante español de Cantabria que fue a Tabacos de Filipinas en medio de la guerra del Pacífico. No sólo nací sino que crecí y estudié allí ingeniería electrónica en la Universidad de Santo Tomás de Manila, una formación avanzada entonces, aunque nunca ejercí. Vine de vacaciones en 1966, y como entonces muy pocos hablaban inglés (también hablo tagalo y bisaya), eso me ayudó de manera decisiva. Lo que sí puedo decir es que me siento muy orgulloso de mis padres.

La prensa especializada del sector también quiso homenajear a Bueno con la entrega de una figura de cristal Swarovski
La prensa especializada del sector también quiso homenajear a Bueno con la entrega de una figura de cristal Swarovski.
Homenaje de despedida

El pasado 29 de octubre, JCB Maquinaria organizó en Madrid un homenaje de despedida a Benigno Bueno en el que participó la prensa especializada, a la que el director general agradeció “la ayuda recibida durante los muchos años”. Bueno también aprovechó para explicar a que dedicará su tiempo a partir de enero del próximo año: “Dentro de mis planes siempre ha estado escribir un libro y colaborar con Manos Unidas. Ahora, además, tengo una tarea adicional: nuestros dos nietos”.

En el emotivo acto de reconocimiento a la carrera de Bueno, la firma presentó a la que será la nueva directora general, Brunhilde Rygiert.

Empresas o entidades relacionadas

JCB Maquinaria, S.A.

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