Phil Hogan, comisario europeo de Agricultura y Desarrollo Rural
El sector agroalimentario europeo se encuentra en una encrucijada. Los rápidos avances de la tecnología moderna han cambiado el aspecto de la agricultura para siempre. Ahora es tan fácil encontrar a los agricultores detrás de una pantalla de ordenador, o usando aplicaciones de teléfonos inteligentes, como subidos a un tractor. Y aunque se valora indiscutiblemente el papel esencial que desempeñan los agricultores en nuestra sociedad, como proveedores de alimentos sanos, seguros y de calidad, están sometidos, por otro lado, a la enorme presión de hacer aún más, sobre todo en términos de protección del medio ambiente y de lucha contra el cambio climático.
Estos son los retos a los que hemos de hacer frente en la UE cuando nos planteamos cuál es la mejor manera de apoyar a los agricultores y a las zonas rurales en los próximos años. Por esta razón, en noviembre de 2017, publiqué una Comunicación sobre el futuro de la alimentación y la agricultura, que define en términos generales cómo creo que debe evolucionar la Política Agrícola Común (PAC) de la UE después de 2020 para hacer frente a estos retos particulares. La consulta pública de amplio alcance que realizó la Comisión antes de la redacción de la Comunicación dejó claro que los ciudadanos esperan que la PAC siga apoyando a los agricultores en los próximos años, pero también que desean que este apoyo se vincule más a los resultados, en particular en lo que respecta a las cuestiones medioambientales.
La Comunicación, que se completará más adelante, a lo largo de 2018, con propuestas legislativas desarrolladas, refleja el amplio apoyo que reciben estas opiniones. Propondré una PAC más racionalizada, flexible y equitativa, en la que los Estados miembros de la UE vean su papel reforzado a la hora de decidir dónde hay que dirigir las ayudas para lograr los objetivos comunes, en toda la UE, que vamos a fijar para la PAC.
Conforme a mis propuestas para el futuro de la alimentación y la agricultura, cada país elaborará su propio plan estratégico único de la PAC, no solo para el denominado apoyo del segundo pilar (desarrollo rural), sino también para el del primer pilar (ayudas directas a los agricultores y medidas de mercado), con el mismo enfoque de dirigir todos los fondos disponibles allí donde sea más probable obtener resultados concretos. Es importante destacar, no obstante, que, en este momento, no tenemos ningún dato preciso sobre la cuantía de las ayudas, pero este interrogante debería estar despejado a finales del presente año, una vez se haya aprobado el presupuesto de la UE para después de 2020.
Una de las principales razones por las que creo que esta nueva forma de financiación de la PAC a nivel nacional es el mejor planteamiento para el futuro es la multitud de ejemplos que ya tenemos de cómo las autoridades nacionales, regionales o locales en toda la UE están llevándola a la práctica. España no es una excepción, en particular en lo que se refiere a la preparación de la agricultura y de las zonas rurales para el futuro. España se ha comprometido a dedicar más del 17% del total de sus fondos disponibles de desarrollo rural a apoyar las inversiones en reestructuración o modernización, con una amplia gama de medidas: desde la mejora de la eficiencia en el uso de fertilizantes y productos fitosanitarios (la denominada 'agricultura de precisión') hasta la reducción del consumo de energía o la prevención de la erosión del suelo mediante inversiones en tecnologías de vanguardia. En el sitio web de la Red Europea de Desarrollo Rural (https://enrd.ec.europa.eu/) puede consultarse la lista de los múltiples proyectos de desarrollo rural en España, un gran número de los cuales se centran en los últimos avances tecnológicos.
Proyectos españoles
Me gustaría concluir destacando solo algunos de estos proyectos españoles que muestran perfectamente los niveles en los que quiero ver la alimentación y la agricultura en los próximos años. Uno de estos proyectos se refiere a la cadena de producción de las aves de corral y, en particular, a la mejora del bienestar de los animales recurriendo a las nuevas tecnologías, mediante la recogida de datos en la explotación, durante el transporte y en el matadero. Otro proyecto innovador, en el sur de España, se centra en la reducción del uso de pesticidas en la producción de tomate, mejorando la eficiencia energética y reduciendo las emisiones con la ayuda de hasta 50 componentes diferentes de equipos de vigilancia instalados en los invernaderos. Un tercer proyecto utiliza la tecnología para controlar mejor la producción de aceituna, en particular en lo que se refiere a la prevención de enfermedades. Por último, el centro de innovación digital de Galicia es uno de los pioneros en la aplicación de un enfoque a escala de toda la UE para mejorar el acceso a las tecnologías en el sector de la agricultura. El Polo de Innovación Digital de Galicia para el sector Agroalimentario es una iniciativa que ha puesto en marcha la Universidad de Santiago de Compostela (USC), en concreto su campus Terra, y el Centro Tecnológico TIC (Gradiant) con el fin de desarrollar soluciones innovadoras y mejorar la competitividad del sector agroalimentario, en colaboración con productores locales de alimentos y agricultores, grupos ecologistas, organismos públicos y organizaciones empresariales, para garantizar un acceso fácil, rápido y eficaz a las tecnologías más recientes.
Estoy firmemente convencido de que el futuro de la alimentación y de la agricultura en Europa se basa en la modernización y en la simplificación, es decir, en hacer pleno uso de los últimos avances tecnológicos y digitales para trabajar de forma más eficiente, eficaz y sostenible, y en garantizar que las políticas y la legislación de la UE se pongan al día para reflejar esta nueva realidad. Esto es lo que quiero conseguir con mis propuestas para el sector agrícola de la UE después de 2020, algo que, como hemos visto, se está convirtiendo rápidamente en una realidad para muchos agricultores de España y de otros lugares.