La nueva reforma de la PAC se aleja un poco más del mercado
Teniendo en cuenta el punto de partida de las propuestas de la Comisión Europea, desde Cooperativas Agro-alimentarias de España nos mostramos moderadamente satisfechos con el resultado de la negociación sobre la reforma de la PAC 2015-2020, que poco tiene que ver ya con los objetivos que tenía la PAC en sus inicios.
Los Estados miembro contarán con una gran flexibilidad a la hora de aplicar el nuevo sistema de pagos directos, que no se adaptaba a la diversidad productiva de España. Desde el punto de vista financiero el flujo presupuestario se ve congelado ligeramente reducido, una buena noticia en un entorno de contracción presupuestaria.
Sin embargo, el acuerdo político alcanzado entre el Parlamento Europeo el pasado 26 de julio supone alejarse un poco más de la realidad del sector agroalimentario. El nuevo sistema de pagos directos, se vincula a un valor fijo por hectárea que tendrá que converger hacia un valor similar y contará con un fuerte componente medioambiental.
El nuevo sistema de pagos seguirá consumiendo el 75% del presupuesto PAC en España, mientras que las medidas que intentan poner orden en el mercado en forma de intervenciones o instrumentos de gestión de mercados han quedado reducidas a la mínima expresión.
“El nuevo sistema de pagos directos, se vincula a un valor fijo por hectárea que tendrá que converger hacia un valor similar y contará con un fuerte componente medioambiental”
Por otro lado, el debate sobre el equilibrio de la cadena alimentaria y el poder de negociación de la producción frente a clientes y proveedores se ha limitado a que en el futuro se reconozcan las organizaciones de productores y sus asociaciones en todos los sectores, pero no existen medidas reales de apoyo que incentiven su organización y dimensión como movimiento empresarial y no como mera negociación colectiva.
Por último, la relación entre competencia y sector sigue siendo objeto de vivos debates y dependerá de la aplicación de las normas de competencia en función del país, si bien se prevé un sistema de unificación de criterios que está por ver cómo funcionará y si se aclarará las actuaciones de defensa de la competencia, que hasta la fecha no han sido muy ecuánimes con la realidad productiva.
A pesar de que la reforma siga una línea continuista, y no afronte los problemas planteados por la propia Comisión Europea, es decir, la falta de rentabilidad de las explotaciones en un mercado volátil y con una cadena de valor claramente desequilibrada, las políticas de desarrollo rural pueden ser una oportunidad para invertir en la mejora de la competitividad del sector, si bien, serán los Estados miembros quienes decidan aplicar unas medidas u otras en función de sus necesidades.
“Las políticas de desarrollo rural pueden ser una oportunidad para invertir en la mejora de la competitividad del sector, si bien, serán los Estados miembro quienes decidan aplicar unas medidas u otras en función de sus necesidades”
Para España, la existencia de un PDR nacional será fundamental para desarrollar e impulsar un Plan Nacional para la Integración Cooperativa que ayude a las empresas de los productores a ser más fuertes en el mercado y adquirir una dimensión relevante que les ayude a afrontar inversiones en competitividad de manera colectiva imposibles de alcanzar para una explotación individual.
En definitiva, la futura PAC ha optado por el camino del medioambiente y tendrá que ser el sector productor y cooperativo quienes lideren su propia reestructuración, para lo cual habrá que explotar de manera eficiente los escasos mecanismos que la nueva PAC pueda aportar.