La producción de carne de ovino y caprino previene los incendios forestales
· La ganadería tradicional de ovejas y cabras elimina, reutilizándola, la cubierta vegetal que es la antesala de un gran incendio forestal
· Hasta 3 kilos de rastrojos y hierba seca es lo que puede limpiar una oveja en un día pastando por el monte fomentando, además, la biodiversidad
El descenso de la población de los pueblos y la extinción de los oficios tradicionales realizados por sus habitantes han llevado a los montes a una situación de abandono. Una de las principales preocupaciones que plantea este escenario es la generalización de biomasa vegetal lista para arder cuando llega el verano, marcado por las altas temperaturas y la falta de lluvias.
Afortunadamente, según señala la Organización Inteprofesional Alimentaria del Ovino y el Caprino (Interovic), los consumidores tienen en su mano una herramienta para actuar en defensa del patrimonio natural. “Con el sencillo gesto de incluir carnes de lechal, cordero y cabrito en su lista de la compra, están contribuyendo a perpetuar nuestra ganadería tradicional, esa que sigue sacando a los rebaños a trasegar”, señala.
La costumbre milenaria de mover a las cabras y ovejas para proporcionarles su alimento representa, en la actualidad, una forma eficaz y sostenible de mantener limpios los montes y las cañadas. Una cabra adulta ingiere entre 1,5 y 2,5 kilogramos diarios de materia vegetal seca (350 a 1.500 gramos de hojas y brotes de matorrales). Las ovejas adultas, en pastoreo, pueden consumir de 2 a 3 kilogramos de materia seca diaria (matorral y especies leñosas). Una forma de convertir deshechos vegetales peligrosos, de los que no se ocupa nadie, en un recurso delicioso, de proximidad y nutricionalmente excelente, las carnes de lechal, ovino y caprino de origen europeo.
El abandono de los oficios rurales y el descenso de las explotaciones ganaderas incrementan las posibilidades de que un gran incendio se produzca, al disponer el fuego de una capa de combustible lista para arder a nivel del suelo. Un coadyuvante que la ganadería tradicional se encarga de eliminar. Los beneficios medioambientales a los que se contribuye apostando por estas carnes en la alimentación van más allá del aprovechamiento de los recursos vegetales. Las cabras y las ovejas son unas polinizadoras naturales. El movimiento de sus rebaños, guiadas por los pastores, fomenta la biodiversidad por la dispersión de las semillas, que se quedan enredadas en la lana o que se dispersan a través de las heces.
“Las carnes de lechal, cordero y cabrito tienen todo lo necesario, a nivel nutricional y organoléptico, para ser un habitual de nuestras cestas de la compra. Tanto en los cortes tradicionales como en las nuevas elaboraciones. Además, a la hora de apostar por ellas, los ciudadanos pueden disfrutar con la tranquilidad de estar contribuyendo al futuro de nuestro medio ambiente y de nuestro tejido rural” concluye Interovic.