Análisis y debate sobre la industria de transformación láctea en Castilla y León

Los Desayunos Empresariales de El Norte de Castilla han organizado un análisis de un sector industrial en el que la actividad artesana comparte espacio con las grandes multinacionales en la producción y comercialización de la leche y sus derivados, como la nata o el queso.

Participaron en el encuentro José Luis Calvo Rosón, director gerente en Leche Gaza, y Rubén Valbuena, de la quesería Granja Cantagrullas, ubicada en Ramiro (Valladolid). Diferencias y coincidencias se sucedieron durante el encuentro. Y las primeras surgieron con la primera pregunta sobre su visión de la situación de la industria láctea en Castilla y León. Ambos tienen modos distintos de ver cuál es el tamaño ideal de industrias y explotaciones. “Somos la segunda comunidad en leche de vaca y la primera en oveja. Transformamos más leche de la que producimos”, destaca Calvo Rosón. “La región tiene vocación en la ganadería intensiva, donde se concentra la producción de leche. Castilla y León tiene una enorme oportunidad, porque tenemos una base forrajera importante y eso es la base para producir la leche. Debe ocurrir en explotaciones socialmente viables, es decir con tamaño suficiente para tener al menos tres puestos de trabajo, que genera la alternancia básica para el mantenimiento de la actividad ganadera”.

Valbuena no estaba de acuerdo. “Y discrepo de la viabilidad de grandes explotaciones, no porque la comunidad no tenga una vocación, si no porque ese tipo de explotaciones requieren inversión grande y una dependencia absoluta de sus insumos. Y no sé si la liberalización va a suponer nuevas iniciativas empresariales, cuando la situación da a entender que si no optamos por pequeñas unidades que fundamenten su estrategia en un mercado local vamos a ser dependientes. Nosotros somos ganaderos y agricultores, tenemos una industria de transformación pequeña y distribuimos nuestra producción sin intermediarios. ¿Hay alternativas de distribución a las grandes cadenas?”.

“Ese debate es antiguo. El discurso oficial hace más de 25 años era el de que microindustria alimentaria debía desaparecer. Ya existían dos corrientes: la globalización y la especificidad local. La primera es inevitable y la segunda es una corriente cultural que nos viene bien porque promueve el turismo rural, la gastronomía y las costumbres locales. Ahí encaja la microindustria agroalimentaria. Hoy, hay tecnología para hacer viable ese tipo de industrias. Y es una alternativa para un grupo de familias, aunque no una alternativa global”, responde el gerente de Gaza.

Rubén Valbuena insiste: sí existen alternativas de consumo. “Porque, por ejemplo, si Gaza vende su leche de vaca a 0,84 céntimos el litro, cómo es posible que no llegue directamente al consumidor final si lo consigue alguna pequeña granja de Valladolid que la vende a casi dos euros. ¿Eso lo podría hacer Gaza y plantear una alternativa de comercialización?”, plantea el granjero

“Eso es posible porque esa granja vende una pequeña cantidad y porque a pesar del precio, buena parte se queda en llevar ese producto hasta el consumidor. Nuestro encaje es el de una empresa cercana, regional, con mercados dentro de la corriente de las personas que quieren consumir productos cercanos, corriente que en algunos lugares es el 10% de la población. Y eso, que insistimos en ello, por la huella de carbono y de agua, a precios comparablemente cercanos a los del gran consumo. Es decir, que seamos una alternativa real y viable de masas, no anecdótica o de élites. Queremos dar solución a muchas familias de la provincia de Zamora, no a una. Entre ganaderos, empleados y transportistas, viven de la empresa en torno a 300 familias. Me gustaría que fueran el doble”, explica Calvo Rosón.

“En resumen, la base es el precio de venta final. No conseguimos establecer un precio propio de la leche al ganadero. Así que nuestra acción debería estar orientada no hacia la desregulación de los precios de la leche si no a buscar alternativas frente a la distribución”, razona Valbuena.

“Yo lo matizaría. Lo cierto es que la distribución es mi cliente y está ahí porque el consumidor quiere que esté. Uno va al centro comercial y son las grandes catedrales del siglo XXI. El consumidor quiere a la gran distribución y eso debemos tenerlo en cuenta. Pero el sector tiene que estar regulado. Porque si no, en su naturaleza solo está el hecho de ganar dinero sin control”, afirma el gerente de Gaza.