Ucrania es, junto con Brasil, uno de los primeros proveedores de maíz de España y el cuarto exportador mundial
El cereal de Ucrania, arma de guerra y prueba de la debilidad de los mercados
Los problemas para la salida de grano de Ucrania han marcado los incrementos de costes de la agricultura y de la ganadería y los riesgos de nuevas hambrunas desde el inicio de la invasión rusa, que este viernes cumple un año y cuyas consecuencias se reflejan en la cesta de la compra.
Para los operadores cerealistas, la guerra ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de unos mercados que ya estaban tocados desde el inicio de la pandemia, en 2020, así como su volatilidad, que previsiblemente aumentará, sobre todo por las amenazas climáticas.
Las dificultades en el abastecimiento han sido menores que lo temido en la Unión Europea (UE) y en España, país deficitario en grano, pero sí alarmantes para países de África o de Oriente Medio que no pueden permitirse ese encarecimiento.
No obstante, los mercados se han “normalizado“ y esta semana las cotizaciones han evolucionado a la baja en los contratos de futuros de plazas de referencia como París y Chicago, si bien en esta última el maíz ha repuntado ligeramente este viernes.
Pero los operadores alertan de la incertidumbre climática y esperan a las previsiones de cosecha de primavera.
El Consejo Internacional de Cereales (IGC, en sus siglas en inglés) ha advertido de que la superficie de cultivo en Ucrania ”podría registrar una caída interanual notable, aunque dada la incertidumbre las previsiones son bastante hipotéticas”.
Momentos clave
Durante meses, las partidas de Ucrania estuvieron bloqueadas en los almacenes, lo que sumado a los bombardeos a los campos y los graneros dejó un hueco grande en el mercado internacional.
La mayor fricción se vivió hasta julio, cuando Rusia y Ucrania, con la mediación de Turquía y de la ONU, llegaron al acuerdo que permite la salida de grano.
Está pendiente en estos momentos la renovación del pacto, que expira en marzo, y de la que dependerán los “vaivenes” del mercado, según fuentes del sector agrario y del comercio mayorista.
Situación en España
España, país deficitario en cereales, experimentó muy de cerca las consecuencias de las subidas precios y ahora es uno de los principales beneficiados del acuerdo para el transporte marítimo de grano.
Desde enero de 2022 a la actualidad, los precios del trigo blando han subido un 6,97%, los del maíz un 11,9% y los de la cebada un 4,97% en las lonjas españolas, según datos remitidos a Efeagro por la patronal de comerciantes de cereales y oleaginosas Accoe.
Repuntes más tenues que los registrados durante el año de conflicto, pues hubo días, sobre todo al principio, en los que las lonjas tuvieron que cerrar por la incertidumbre sobre las cotizaciones y otras con incrementos notables a escala mundial.
Los datos de Accoe reflejan que desde julio los precios del trigo blando han caído un 15,69%, los del maíz un 16,11% y los de la cebada un 14,99%.
En 2022, España importó 4,7 millones de toneladas de cereales de Ucrania, valoradas en 1.409 millones de euros, según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Ucrania es, junto con Brasil, uno de los primeros proveedores de maíz de España y el cuarto exportador mundial.
Rusia es el segundo exportador de trigo (contando la UE como bloque); Ucrania es el quinto.
El secretario general de Accoe, José Manuel Álvarez, ha declarado que en esta guerra se han constatado las “vulnerabilidades” del mercado de cereales y aún más allá del comercio de materias primas agrícolas.
Que la alteración de la oferta de dos países desencaje la oferta mundial de alimentos es una señal clara.