La limpieza de los baños, determinante a la hora de volver a un restaurante
Por este motivo, mantener la higiene en los aseos se ha convertido en una misión clave para las empresas de la restauración con el fin de no perder clientela y de caer ante aquellos competidores más concienciados en el factor limpieza a la hora de fidelizar.
La profesora Elisabeth Borch encargada de Microbiología y Procesos de Higiene en el Instituto sueco de Alimentación y Biotecnología (SIK, por sus siglas en inglés) ha señalado que uno de los mayores riesgos para la propagación de las bacterias en los restaurantes está en las cocinas.
Guantes de plástico. ¿Son seguros?
Al hábito “fundamental” de lavarse las manos hay que sumar la importancia de invertir en un buen equipo que sea capaz de acabar con las bacterias más resistentes. Así, la experta ha añadido que entre los riesgos menos conocidos o incluso ocultos destaca la falsa sensación de seguridad de los guantes de plástico.
“Un vendedor puede aceptar el pago en efectivo sin quitarse los guantes y luego volver a trabajar con alimentos, lo que muestra que usar este sistema de higiene no es el mejor y que lavarse las manos sigue siendo lo más fiable”, ha señalado Borch.
A pesar de que la Unión Europea introdujo en 2006 un enfoque más sistemático para la higiene de los alimentos, la carne cruda no deja de constituir un riesgo oculto al contener bacterias que pueden terminar en la superficie de la cocina limpiada normalmente con un paño. “En este caso, se produciría lo que conocemos como contaminación cruzada, ya que estas partículas ‘nocivas’ pasan de estar en un sitio a otro”, añade.
Por ello, la introducción del Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP, por sus siglas en inglés) por parte de la UE, significó un gran avance a la hora de identificar los riesgos potenciales —puntos críticos de control—- en la manipulación de alimentos con el objetivo de que éstos no se conviertan en un peligro para las personas.
“Los puntos de venta del futuro deben ser planificados teniendo la higiene en la mente —por ejemplo, proporcionando toallitas higiénicas a los clientes—. La higiene en los alimentos debe ser como un cinturón de seguridad, un estilo de vida donde los riesgos sean identificados y eliminados”, concluyó.