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Si la percepción de estos vehículos es buena, ¿por qué su compra sigue sin avanzar al ritmo deseado?

Móvil y coche, cargados por el mismo patrón

Jose Luis Grande Palancares, Product Manager de vehículos eléctricos en Siemens España29/01/2019

Los coches protagonizan hoy el día a día de nuestras ciudades y lo seguirán haciendo. Eso sí, este liderazgo lo asumirán desde una nueva perspectiva, libre de emisiones y ruidos. El automóvil está inmerso en una transformación que le hará abandonar el papel de villano para convertirse en el motor de una ciudad inteligente. Su metamorfosis tiene nombre propio, Electricidad.

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Los crecientes problemas de contaminación a los que nos enfrentamos ponen de manifiesto la inmediata necesidad de que el coche eléctrico asuma el rol de vehículo privado. A principios de año, la Comisión Europea nos dio un ultimátum, junto a ocho países, por las continuas vulneraciones de la legislación europea en materia medioambiental. Y aunque nos libramos de la sanción del Tribunal de Justicia de la UE, seguimos en el límite. La penetración de la movilidad eléctrica es clave si queremos cumplir con los objetivos marcados por el acuerdo climático de París y con la normativa comunitaria de calidad del aire. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) se ha marcado como meta fomentar su uso y aspira a poner en circulación 100 millones de vehículos cero emisiones en todo el mundo antes de 2030. En España vamos por el buen camino. Según la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico, en 2017 se matricularon en nuestro país 13.021 coches eléctricos puros e híbridos enchufables, un 110,6% más que en 2016. Además, el 70% de los españoles considera necesario, de acuerdo con dicha asociación, utilizar únicamente eléctricos o híbridos. Pero, si la percepción de estos vehículos es buena, ¿por qué su compra sigue sin avanzar al ritmo deseado? ¿Qué frena su adquisición?

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Los ciudadanos siguen teniendo ciertas reservas en relación a la escasez de puntos de recarga, al precio y a la autonomía que ofrecen. La responsabilidad de empresas como Siemens es desarrollar la tecnología que derribe estos obstáculos y que faciliten la vida del automóvil eléctrico dentro de la ciudad. Una de las barreras que impide el crecimiento de los e-cars es su dependencia eléctrica. El triunfo del automóvil fue posible porque otorgó libertad al conductor. Nos permitió desplazarnos bajo la sensación de que podemos recorrer cientos de kilómetros y llegar a cualquier destino sin más obstáculos que nosotros mismos. Esta independencia también nos la ofrecería el coche eléctrico si las estaciones de recarga fueran una realidad. Y es que, si el e-car no ofrece esa preciada libertad, jamás podremos sacar al coche tradicional de nuestras carreteras.

La realidad es que ya se están haciendo esfuerzos para implementar una red eléctrica que asegure la recarga de los e-cars para sus trayectos diarios. No obstante, aún estamos lejos de conseguir una infraestructura solvente que haga que el consumidor no se lo piense dos veces cuando compra un vehículo. El ciudadano sigue sin ver al eléctrico como caballo ganador. Según datos extraídos del informe, Un modelo de transporte descarbonizado para España en 2050, elaborado por Deloitte, España necesitaría unos 90.000 puntos de recarga de acceso público en 2025 y 145.000 en 2030. Esta limitación pública está abriendo la puerta a nuevos modelos y soluciones, como la instalación de cargadores, también conocidos como wallbox, en garajes comunitarios y en residencias particulares. Estos puntos facilitan la recarga y dan mayor comodidad y flexibilidad al usuario. Desde nuestra perspectiva, el proceso de compra deberá asemejarse a la del teléfono móvil, es decir la adquisición de tu smartphone te garantiza un cargador, lo mismo ha de ocurrir con el e-car; vendrá sí o sí acompañado de un sistema para que lo enchufes en tu casa, lo que supondrá un cambio en la mentalidad del conductor, ya que saldrán de sus hogares con el 100% de carga y llegarán a sus puestos de trabajo donde se pondrán conectar con otros Wallbox en dichos centros, disponiendo en todo momento de altos niveles de carga en sus desplazamientos, lo que permitirá reducir los puntos de carga extra rápidos y sus lógicas esperas.

Este modelo residencial supera también una de las trabas de los e-cars, el tiempo de recarga. Con la tecnología WallBox VersiCharge IEC de Siemens, de media, el modelo de 22 kilovatios tarda tres horas y media en cargar por completo el coche, mientras que el de 2,3 kilovatios puede alcanzar las 6 horas y media aprox. con una carga suave que afectará mínimamente a las baterías manteniendo su vida media en términos importantes. Aunque de primeras, si lo comparamos con el repostaje de los vehículos convencionales puede parecer una barbaridad; si pensamos en cómo recargamos nuestros móviles, no lo es tanto. Es simplemente una cuestión de hábitos. Cuando apareció el teléfono móvil también hubo reticencias, ya que, frente al fijo, la necesidad de enchufarlo asustó al principio, pero pronto nos acostumbramos y, hoy el teléfono tradicional ha dejado de existir en muchos hogares. En el caso del e-car, el temor al enchufe también desaparecerá. Sus ventajas medioambientales, pero también las económicas, harán que pronto se nos olvide. Y es que, si recargamos nuestro coche por la noche, recorrer hasta 100 kilómetros supone un gasto de poco más de un euro frente a los casi cinco de hacerlo con uno de gasolina. Además, los eléctricos necesitan menos mantenimiento ya que tienen 60% menos de piezas que los de combustible y aportan un rendimiento más elevado al transformar hasta el 75% de la energía que reciben.

En definitiva, el futuro del automóvil es eléctrico, pero dista aún de ser una realidad. Como una vez afirmó Alan Turing, sólo podemos ver poco del futuro, pero lo suficiente para darnos cuenta de que hay mucho que hacer. Las administraciones públicas, las empresas y los ciudadanos tenemos que aunar nuestros esfuerzos para que la transformación hacia una movilidad eléctrica suceda. Un futuro en el que únicamente exista el vehículo verde y en el que juntos, con orgullo, podamos vitorear ‘larga vida al coche’; eso sí, eléctrico.

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