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Metal, vidrio y plástico fueron los contaminantes físicos más frecuentes de 2019

Tendencias en Europa de retiradas de productos por aparición de cuerpos extraños

Paul Lerigo, director de Marketing de la división de Inspección de Productos de Mettler Toledo

07/01/2021
Vivimos en un mundo globalizado con una industria alimentaria que atiende a unos consumidores que con exigencias cada vez más sofisticadas. Por ejemplo, comen cada vez más alimentos precocinados y envasados, además de ser cada vez más conscientes de los problemas relativos a la seguridad alimentaria y de la procedencia de los productos.

Aparte de adaptarse a estos cambios, la cadena de distribución alimentaria también debe mantenerse a la cabeza de la curva. La seguridad de los consumidores es de vital importancia, pero a nivel global sigue habiendo muchos casos al año de enfermedades transmitidas por los alimentos, productos contaminados y etiquetas incorrectas o engañosas, lo que perjudica a las marcas y supone costosas retiradas de productos.

Estas tendencias, así como la posterior legislación de los gobiernos, están impulsando un crecimiento significativo en el mercado de las pruebas de seguridad alimentaria. La empresa de investigación de marketing B2B MarketsandMarkets1 prevé que el mercado de las pruebas aumentará de los 17 000 millones de USD en 2018 a los 24 600 millones de USD en 2023, es decir, un 7,7% de tasa combinada de crecimiento anual (CAGR).

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En 1979, para evitar los riesgos de contaminación por alimentos y retiradas de productos, se creó en Europa el Sistema de Alerta Rápida para los Productos Alimenticios y los Alimentos para Animales (RASFF). Se trata de una organización que comparte información con sus miembros (las autoridades de seguridad alimentaria nacional de los Estados miembro de la UE, la Comisión Europea, la EFSA, la ESA, Noruega, Liechtenstein, Islandia y Suiza) para ofrecer un servicio ininterrumpido en seguridad alimentaria. Entre las iniciativas, se incluyen asegurar el envío de notificaciones urgentes sobre la retirada de productos, así como responder de forma colectiva y eficaz para proteger a los consumidores de cualquier riesgo de seguridad alimentaria.

La Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido, miembro del RASFF, es una agencia alimentaria nacional que se ha comprometido públicamente a aumentar su participación. En su informe anual sobre resistencia a incidentes de 2017/18, afirmaba que luchaba por mejorar constantemente en la industria de seguridad de alimentaria para proteger a los consumidores de riesgos inaceptables y que tenía previsto trabajar estrechamente en estos asuntos con las autoridades locales y del sector.

Los informes anuales2 del RASFF de entre 2017 y 2019 ofrecen información reveladora sobre la magnitud y naturaleza de la contaminación en los productos alimentarios en toda Europa. Además, muestran que la cifra de notificaciones originales sobre riesgos detectados en alimentos o pienso ha aumentado un 7% desde 2017, así como que los alimentos dietéticos y suplementos, frutas, verduras y carne han sido los productos sobre los que más se ha notificado en 2019. Hay que destacar que las notificaciones de seguimiento han aumentado considerablemente en un 15% entre 2017 y 2019, lo que puede llevar a una notificación de alerta, anuncio de información, notificación de rechazo de bordes o rechazo de la notificación. No todas las notificaciones implican la retirada de un producto, sino que el patrón evidencia que las empresas y particulares son cada vez más claros a la hora de contactar con las autoridades acerca de los productos que pueden infringir las normativas de seguridad.

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En 2019, el RASFF informó que el etiquetado incorrecto de los productos alimentarios era, de lejos, la infracción más habitual y que el número de incidentes y notificaciones por contaminación por cuerpos extraños había ido disminuyendo: probablemente, una señal de un mayor rigor en las comprobaciones de seguridad alimentaria.

Metal, vidrio y plástico fueron los contaminantes físicos más frecuentes de 2019, que se solían encontrar en el suelo o en materias primas como cereales y harinas, o en alimentos procesados que se habían contaminado durante la producción.

Sin embargo, hubo un aumento considerable de los incidentes y las notificaciones de contaminación accidental y medioambiental en ese tiempo, según el informe del RASFF: de 17 incidentes en 2018 a 21 en 2019. Entre ellos, se incluían el rechazo de pechuga de pavo sazonada congelada procedente de Chile debido a la salmonelosis, así como la gran retirada del mercado de algunos quesos de producción francesa debido a la Listeria monocytogenes.

Impacto masivo

Para los fabricantes de alimentos, la retirada de cualquier producto es, por supuesto, un asunto de tremenda importancia. Cada año se retiran productos debido a la contaminación física por vidrio, piedras, metal, huesos, plástico o efectos personales, entre otros. A nivel mundial, también estamos viendo un aumento en el número de productos envasados retirados debido a alérgenos no declarados, fraudes alimentarios y contaminación medioambiental.

Aparte de la necesidad de proteger a los consumidores de productos que no cumplen con las normas, la retirada de productos también supone una enorme carga financiera. Es bien sabido que lograr una buena reputación y mantenerla lleva mucho tiempo, sin embargo, una infracción de la seguridad alimentaria puede acabar al instante con una marca.

Evitar una retirada

Los errores de etiquetado se pueden reducir mediante la implementación de tecnologías de inspección por visión que rechazarán todas las etiquetas no conformes según la fase de envasado principal. Sin embargo, reducir las retiradas por contaminación física resulta mucho más complejo debido a la naturaleza de los productos inspeccionados, a las áreas de contaminación de alto riesgo en una línea de producción y al tipo de envasado. Para reducir la probabilidad de retirada de productos, los fabricantes de alimentos deben seguir estos sencillos pasos:

  • Identificar dónde se puede producir la contaminación física
  • En primer lugar, los fabricantes deben conocer las partes de su línea de producción en las que se puede producir contaminación física, como en materias primas, mediante piezas rotas del equipo de procesamiento o propiedad personal durante la producción, o en defectos de envasado.
  • Determinar los puntos de control críticos. Configurar una auditoría de HACCP (análisis de riesgos y puntos de control críticos) o HARPC (análisis de peligros y controles preventivos según el riesgo) ayudará a los fabricantes a identificar en qué punto de la línea de producción se deben establecer puntos de control críticos (PCC), así como informar del tipo de tecnología de inspección necesitan para mitigar el riesgo.
  • Instalar la tecnología adecuada. Un sistema de inspección por rayos X al principio de una línea de producción podría detectar grandes fragmentos de huesos en la carne cruda, mientras que un detector de metales colocado en proceso podría ayudar a detectar contaminantes como piezas rotas del equipo de procesamiento. En la etapa de envasado, al final de la línea, la tecnología de control de peso confirmará el peso preciso y se podrá usar un sistema de inspección por visión para comprobar la exactitud de las etiquetas. Sin embargo, las capacidades de estas tecnologías de inspección de productos son mucho mejores que las indicadas anteriormente; por ejemplo, la tecnología de rayos X puede verificar de forma simultánea defectos de envasado, mientras inspecciona en busca de contaminación física en varias etapas del proceso de producción.
  • Preparar la inversión para el futuro. Para evaluar si su inversión en la inspección de productos está preparada para el futuro, debe tener en cuenta las tendencias actuales y futuras en la industria alimentaria, así como el impacto que estas podrían tener en su planta de producción. A medida que los productos se vuelven más complejos en la aplicación y envasado, los fabricantes deben tener en cuenta el rango de productos y envases, el rango de productividad, el espacio y entorno de las instalaciones, los requisitos de seguridad, la exhaustividad de los informes, la automatización y las comprobaciones adicionales de inspección de seguridad alimentaria.
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En conclusión, con el escrutinio público en su punto álgido y los ojos de los legisladores de todo el mundo preparados para ello, las retiradas de productos alimentarios contaminados constituyen un gran peligro que puede provocar graves daños en las empresas de los fabricantes. Es vital que los fabricantes de alimentos sepan dónde se dan los riesgos y qué pasos seguir para mitigarlos o erradicarlos. Pueden empezar por los pasos anteriores para evitar que el nombre de su empresa aparezca en el próximo lote de alertas de productos.

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