Crucial para la higiene es la vestimenta de los operarios: batas ESD o monos, gorros o verdugos y patucos o polainas
Las salas blancas, en el punto de mira
Entre los distintos sectores de producción que requieren de ámbitos protegidos se matizan las definiciones de sala blanca y sala limpia, siendo esta última la que se emplea por su claridad y por ser sinónimo de la eficiencia que sería exigible en este tipo de instalaciones.
La llamada sala blanca dispone de un sistema de purificación del aire donde se pueden filtrar partículas de hasta 5 micrómetros. Sin embargo, en una sala limpia las partículas tienen un tamaño mínimo de 600 micrómetros o más y no se filtran; se depositan en el suelo y en los componentes que forman parte de la sala limpia. Las partículas son atrapadas —se adhieren a una fibra— mediante una combinación de mecanismos. La presión del aire existente en la sala limpia o sala blanca es un factor a controlar siendo ligeramente superior a la exterior para impedir o dificultar la entrada de aire en la sala. Existen exclusas o puertas que mantienen las diferencias de presión entre las salas y las aíslan del exterior.
Prendas de protección en las salas limpias
Crucial para la higiene es la vestimenta de los operarios. Destacan la obligatoriedad de batas ESD o monos, con sus especificaciones; así como gorros o verdugos. Un punto especialmente destacable en las salas limpias —zonas EPA— es el uso de patucos o polainas que no conexionan directamente con el portador, no siendo el principal elemento de cargas del operario gracias al efecto pavimento-calzado. Bolsas apantalladas. Por otra parte, los desplazamientos del personal por la sala limpia deben ser recogidos por un dispositivo sensible ESD, que debe apantallarlo por medio del uso de bandejas conductivas con tapa o bolsas apantalladas.