Los españoles y la seguridad alimentaria
El pasado 5 de marzo se celebró en Madrid el XII Congreso AECOC de Seguridad Alimentaria y Nutrición, al que asistieron un gran número de profesionales y en el que se realizaron interesantes ponencias sobre el nuevo modelo de consumidor, los retos y riesgos de seguridad en la industria, los nuevos requisitos legislativos y la innovación y la comunicación como ejes fundamentales de desarrollo. Una jornada que reunió a los máximos responsables de las áreas de Calidad, Seguridad Alimentaria y Nutrición del panorama nacional para mostrarles la radiografía de un sector en crecimiento.
El consumidor ha cambiado en los últimos años. Tiene nuevas necesidades y exige aquello que considera importante, que no tiene por qué coincidir con lo que se ha estado haciendo hasta ahora. ¿Conocemos realmente al consumidor? ¿Escuchamos lo que demanda? La nueva legislación europea de información al consumidor da un paso adelante en este sentido, pero su aplicación no está exenta de dificultades. Por ello, durante el Congreso AECOC y bajo el lema ‘Mejorando el futuro, trabajando el presente’ se analizaron aspectos clave en relación a la seguridad alimentaria, con el consumidor como eje central de debate.
Javier Arenas, director del Departamento de los Investegas, presentó los resultados de su última encuesta online realizada en enero a 402 personas de 25 a 80 años: “El consumidor se siente solo en la lucha por asegurar la seguridad alimentaria, piensa que el único comprometido es él. 1 de cada 3 estaría dispuesto a pagar más por marcas con garantías de seguridad, por lo que existe una correlación directa entre la preferencia hacia las marcas y la confianza en seguridad alimentaria que transmiten”.
El 57% de la gente está dispuesta a pagar más por marcas que ofrecen ingredientes más naturales; el 42% por garantías de seguridad; el 35% por productos locales; el 32% por productos con una procedencia de mayor confianza; el 26% por una producción más ecológica; el 22% por el certificado de comercio justo; el 20% por un etiquetado más claro; y el 12% por periodos de conservación más largos.
“Los 5 valores principales que motivan al consumidor son el placer, la salud, la forma, la practicidad y la ética”, afirmó Albert Monferrer, director técnico de BDN Ingeniería de Alimentación. El consumidor busca en el ‘placer’ sensaciones de exotismo, sofisticación, variedad sensorial y diversión. En temas de ‘salud’ valora lo natural y medicinal, así como lo vegetariano y ‘clean label’. En cuanto a la ‘forma’, presta mucha atención a su apariencia física o mental ya que busca cuidar la línea, que los productos proporcionen energía y bienestar y que tengan una función cosmética. Debido al nomadismo de nuestros días, la ‘practicidad’ es un valor clave ya que permite la fácil manipulación del producto y el ahorro de tiempo en su consumo. Por último, la ecología y solidaridad, la atención hacia los ciudadanos y hacia el medioambiente son valores ‘éticos’ importantes.
Seguridad alimentaria, una preocupación para el consumidor
Para los consumidores, la seguridad alimentaria se entiende como el consumo de productos que no intoxiquen. Por ello, es el primer tema relacionado con la alimentación presente en la mente de los españoles (27%), seguido de llevar una dieta saludable (21%), que los alimentos sean naturales (19%) y el aumento de precios (17%). El 32% de los encuestados, en cambio, no muestra demasiado interés por los productos ecológicos aunque sí es muy estricto con las fechas de caducidad (44%), frente a un 31% que afirma comprar productos ligeramente caducados. A pesar de que sólo el 8% admite consumir frecuentemente comida precocinada, el 58% se muestra muy riguroso con la conservación de los alimentos.
Tras el estudio, el Departamento de los Investegas ha clasificado al consumidor español en 4 tipologías: los preocupados por la seguridad alimentaria (en su mayoría personas con niños), los que buscan una dieta sana y asequible (sobre todo mujeres), los preocupados por la obesidad (mujeres) y los preocupados por lo ecológico (personas sin niños). “La preocupación por la seguridad es un tema que afecta a mucha gente pero que aumenta con la edad, los momentos vitales marcan las preocupaciones”, señaló Javier Arenas.
El 88% de los españoles cree que los alimentos pasan por muchos más controles que antes y que las regulaciones europeas son mucho más estrictas, además de admitir estar mejor informados (78%). En cambio, sólo el 27% opina que los alimentos son ahora de mejor calidad y la mayoría cree que consumir alimentos con certificación ecológica es caro. Solamente el 25% de los españoles está de acuerdo con que los alimentos contienen menos grasas saturadas que antes, y el 31% opina que la dieta de la población es cada vez menos equilibrada y que los alimentos cada vez tienen peor sabor. El dato más sorprendente es que únicamente el 7% de los encuestados opina que los alimentos son más naturales que antes. “En definitiva, el consumidor piensa que cada vez se come peor aunque haya más controles. Y se siente libre de culpa”, puntualizó Arenas.
Transgénicos, aceites de palma y conservantes y colorantes artificiales son los que generan mayor rechazo en general, aunque hay diferencias por tipología de consumidor. El preocupado por la seguridad rechaza los nanomateriales y los transgénicos; el que busca una dieta sana no quiere aceites de palma, coco o palmiste ni alimentos que contengan “trazas de…”; el ecológico refusa los conservantes artificiales, los emulsionantes, aromas, gasificantes…; y el preocupado por la obesidad no desea potenciadores de sabor ni ingredientes que contienen la letra X.
Los canales que mayor confianza ofrecen al hablar de seguridad alimentaria son los brindados por los profesionales de la salud, las noticias e informativos, los retailers de alimentación y las declaraciones de famosos en televisión. Arenas indicó que “se confía en los médicos aunque la información se recibe en la tienda, ya que los retailers son los más utilizados por el consumidor a la hora de informarse (44%)”.
Los transportistas y el sector de la hostelería y restauración son los peores considerados en cuanto a preocupación por la seguridad; por el contrario, el propio consumidor, los productores, las administraciones, las marcas y el canal retail son considerados proactivos.
El gran reto: las etiquetas
“Los preocupados por los productos naturales son los que más leen las etiquetas, seguidos de los que buscan una dieta sana y equilibrada. El 21% de los encuestados afirma leerlas siempre, el 61% las lee a menudo y el 14% nunca aunque, realmente, el consumidor no tiene un criterio claro sobre qué información ha de aparecer en la etiqueta”, explicó el director de los Investegas.
La información más demandada para aparecer en el etiquetado es la fecha de caducidad, seguida por la información de ingredientes y nutricional y la presencia de aditivos. Asimismo, al consumidor le parece interesante saber el modo de conservación, el país de origen, la fecha de congelación y el tipo de grasas que lleva el alimento. La información sobre alérgenos y los procesos de fabricación se considera información ‘nicho’, y el 25% demanda un formato de información agrupada.
En resumen, muy poca gente tiene el hábito de leer siempre las etiquetas. El consumidor no sabe qué es importante más allá de la fecha de caducidad y de los ingredientes por lo que “requiere ser educado. Hay una gran oportunidad para las marcas que hablan directamente al consumidor, le escuchan, son proactivas y ofrecen garantías de seguridad”, concluyó Javier Arenas.
José María Bonmatí, director general de AECOC.
Implantación del nuevo reglamento 1169/2011 sobre alérgenos
Queda comprobado que a los consumidores les resulta difícil leer y comprender las etiquetas. Hasta 2015, una serie de alimentos no incorporaban la información sobre alérgenos de forma suficientemente clara, incluso en algunos productos como los envasados ni siquiera había información sobre alérgenos. Además, en la venta a distancia no se disponía de la información del etiquetado de los productos. Por ello, en el ámbito de la salud pública, los consumidores y las ONG expresaron su deseo de un etiquetado sobre propiedades nutritivas completo, obligatorio y fácil de comprender. El objetivo de la nueva reglamentación es garantizar el derecho a la información del consumidor y proteger el mercado interior.
“El reglamento afecta a todos los operadores de empresas alimentarias en todas las fases de la cadena alimentaria, y a todos los alimentos destinados al consumidor final, incluidos los entregados por las colectividades y los entregados al suministro de las mismas”, señaló Mariano Rodríguez, director de Calidad y Desarrollo Sostenible de Grupo Carrefour.
Las principales novedades de este reglamento son:
- Responsabilidades: se aclaran las responsabilidades de los operadores de empresas alimentarias respecto a la información
- Etiquetas legibles: tamaño mínimo de fuente para la información obligatoria
- Alérgenos: información más clara en los envases. También en productos no envasados
- Información nutricional: pasa a ser obligatoria su presentación.
- País de origen: obligatorio indicar el país de origen para la carne fresca de cerdo, ovino, caprino y aves de corral
- Ventas a distancia: incluir la información obligatoria del producto
- Productos sin envasar: deben incluir información sobre alérgenos
A pesar de mejorar la seguridad alimentaria, el reglamento deja en el aire ciertos temas importantes como el etiquetado del origen de la carne como ingrediente, el origen de ciertos tipos de productos e ingredientes (leche, productos no transformados, ingredientes >50%...), las declaración de posibles trazas o presencia fortuita de alérgenos, algunos aspectos vinculados con la información nutricional (GDA, formas de presentación alternativas…), la presencia de ingredientes o nutricionales en bebidas alcohólicas u otros aspectos relacionados con la presentación de la información o formas de expresión alternativa.