Entrevista a Claudio Bastardas, gerente de Amtevo Medio Ambiente (Ciclo Verde)
28 de junio de 2012
¿Cómo comenzó la aventura de Ciclo Verde?
Como la mayoría de las cosas en la vida, por casualidad. En 2003, tras la quiebra de la empresa en la que trabajaba como director comercial, un amigo me comentó la posibilidad de ayudarle a comercializar unos ceniceros de playa que él sólo vendía durante la temporada estival. Me pareció una idea interesante, comenzamos a desarrollar conjuntamente un plan de negocio y llamamos a las puertas de los ayuntamientos costeros de España para informarles de las ventajas de nuestro producto. Fruto de este trabajo, en 2005 ya fuimos capaces de vender cerca de un millón de ceniceros de playa. Fue todo un boom ya que, lógicamente, por aquel entonces no había las restricciones a fumar que se dan hoy en día y porque contábamos con un producto muy atractivo. En esos inicios todo el mundo nos conocía por los ceniceros de playa.
¿Cuándo iniciaron la diversificación de su catálogo?
Realmente fue en 2006 cuando empezamos a buscar nuevos productos. Mi socio y yo nos separamos, y a los ceniceros de playa añadí la edición de cuentos especializados en el medio ambiente. Conocí a un editor que tenía editados 4 títulos y consideré que era una línea de trabajo con potencial de crecimiento.
Por aquel entonces había mucho material de concienciación medioambiental para adultos y adolescentes pero, por el contrario, apenas había productos dirigidos a los más pequeños, a pesar de que son los niños los que tienen más capacidad para absorber mensajes sobre la importancia de conservar el entorno. Los niños eran los grandes abandonados en esta materia, nadie se preocupaba por ellos.
Por todo ello consideramos interesante editar cuentos de temática medioambiental, que fueran muy gráficos, con grandes letras que facilitaran su lectura, en los que también pudieran pintar y con unas últimas páginas dedicadas a preguntas y juegos que permitieran saber si los niños habían captado el mensaje. Han sido todo un éxito, no sólo porque esos niños comprenden la importancia de conservar nuestro entorno sino también porque los padres, a través de ellos, se involucran en el tema.
¿Podría decirnos algunos de los títulos que editan?
Uno de los primeros cuentos fue ‘La caca malapata, que es una caca muy pirata’, en el cual se enseña a los niños que hay que recoger los excrementos de los perros. También han tenido una gran aceptación títulos como ‘El envase vacilón’, que enseña a reciclar los envases; ‘La papelera feliz, sin punta y sin nariz’, que enseña a no tirar los papeles en el suelo; ‘La gota maravillosa’ que conciencia sobre la importancia de un recurso tan escaso como es el agua; ‘El aceite impaciente’, sobre el reciclaje del aceite, etc. Contamos con cerca de 15 títulos diferentes y ofrecemos también la posibilidad de crear cuentos personalizados, como el que hemos realizado para el municipio de Benicarló u otro sobre Villas Medievales cuya ruta comienza en Hondarribia (que hemos editado en varios idiomas).
¿Qué otros artículos relacionados con el medio ambiente fueron incorporando a partir de ese momento?
Desde perlizadores para el agua hasta embudos para recoger los aceites domésticos (inicialmente a petición de una mancomunidad del País Vasco). Nuestra última incorporación es un innovador atomizador que perite reducir el consumo de agua en un 90%. Colocándolo en un grifo actúa como un pulverizador del agua que sale a presión. En la mayoría de las ocasiones, sobre todo a la hora de lavarnos las manos, hacemos un consumo desmesurado de agua. Mantenemos abierto el grifo durante todo el proceso, desde que nos mojamos las manos hasta que las enjuagamos, desperdiciándose ingentes cantidades de agua. Con el nuevo atomizador conseguimos que para realizar todos esos pasos sólo se consuma un 10% del agua, lo que supone un importantísimo ahorro económico así como medioambiental.
Este ahorro es especialmente notable en las oficinas, hoteles o establecimientos públicos, donde la gente se preocupa menos que en sus casas por el consumo del agua. Si en un minuto, con baja presión, se emplean unos 10.5 litros, multiplicado esta cantidad por las tres veces diarias que, de media, suele ir una persona al baño, por los 22 días laborables del mes y por 11 meses, obtenemos que una única persona consume al año (sólo lavándose las manos) unos 7.000 litros de agua. Sin embargo, con el nuevo atomizador no llegaríamos a los 700 litros.
¿Son de fabricación propia los productos que comercializan? ¿Son importadores/distribuidores?
En este aspecto podemos decir que ofrecemos un mix muy amplio. Por ejemplo, los cuentos se siguen editando en Córdoba, los productos de plástico se fabrican en Alicante, los perlizadores los traemos de Italia y el atomizador, aunque su I+D es española, se fabrica en Singapur.
Nos ajustamos a los requerimientos del cliente. Hay quienes nos piden bolígrafos y nosotros, en lugar de hacérselos de plástico, se los desarrollamos en cartón, en papel de periódico, en caucho de neumático…
Ahora, por poner otro ejemplo de producto medioambiental, en lugar de ofrecer los clásicos abanicos para sofocar el calor (que suelen proceder de China porque son más baratos) en Ciclo Verde contamos con nuevas versiones hechas en Valencia a partir de cartón reciclado.
Por lo que veo también cuentan con su catálogo con otro tipo de productos como contenedores, aparcabicicletas, ceniceros para vías públicas…
Con las sucesivas normativas sobre tabaco, las personas dejaron de fumar en los despachos para hacerlo, primero en los bares y después en la calle. Esto al final ha convertido nuestras aceras en ceniceros vivientes, llenas de colillas. Para evitarlo, en Ciclo Verde contamos con ceniceros especialmente diseñados para su uso en vías públicas y a las puertas de los edificios de oficinas.
En cuanto a los aparcabicicletas, es un producto de alta calidad que traemos de Francia y que cumple con toda la normativa europea. Consideramos que con ello contribuimos al uso de una fórmula de transporte sostenible como es la bicicleta, en detrimento de alternativas contaminantes.
Y los contenedores se traen de Francia y Alemania, aportando así mayor calidad que las versiones chinas o turcas. El problema es que, con la situación económica que vive el país, ahora pesa más el precio que la calidad.
Está claro que Ciclo Verde demuestra un fuerte compromiso medioambiental…
Lo único que he hecho ha sido traspasar al negocio mi filosofía vital. Desde hace años, antes de que existieran los contenedores diferenciados, yo ya hacía una clasificación de los residuos; siempre he utilizado los papeles por las dos caras…
¿Considera que con la crisis se ha perdido parte del terreno ganado durante años en materia de conservación del medio ambiente?
Por desgracia, el medio ambiente es el niño tonto de este país. Y ahora más que nunca por la crisis. Hay muchos ayuntamientos que hoy apenas cuentan con recursos para pagar las nóminas de sus empleados, por lo que todo lo relacionado con el medio ambiente caen para ellos en el olvido. Si tienen que comprar contenedores van a los más baratos en detrimento de la calidad.
Además, los ayuntamientos viven ahora en el día a día. Por ejemplo, recientemente nos ha pasado con uno de ellos el tener acordado realizar una campaña de concienciación sobre ahorro en el consumo de agua y, de la noche a la mañana, como llovió durante unos días, cancelarla. Y me pregunto, ¿ya no era necesario ahorrar agua?
¿Hace falta entonces una mayor labor formativa en la sociedad española?
Por supuesto. Y pongo un ejemplo. Muchos ayuntamientos han colocado en sus municipios contenedores para recoger los aceites domésticos, pero de nada sirve esta iniciativa si al mismo tiempo no se hace una campaña divulgativa sobre la utilidad de estos recipientes, de cómo hacer la recogida, del uso que se va a hacer de ese aceite reciclado, etc. ¿Por qué recogemos hoy en España grandes cantidades de papel o vidrio? Porque llevamos años educando a la sociedad sobre los beneficios de esta recogida selectiva.
En el caso del aceite, la gente debe saber que con su recogida favorecemos el medio ambiente en una doble vertiente. Por una parte contribuimos al consumo de biodiesel en lugar de los derivados del petróleo; y por la otra, facilitamos la labor de las empresas especializadas en la depuración del agua (una gota de aceite tirada por el desagüe contamina 1.000 litros de agua y el coste medio de depurar un litro de aceite es de unos 2,60 euros, es decir vale más que una botella de aceite en un supermercado).
Por tanto, los ayuntamientos deberían ser los primeros interesados en favorecer conductas respetuosas con el medio ambiente ya que de esta forma recortarían sus costes (en el caso que mencionamos del aceite, al reducir el gasto de depuración tendría que pagar menos a la contrata que se encarga de estos servicios).