Una planta piloto desarrollada por la Universidad de Valladolid es capaz de obtener energía y polímeros (plásticos) de la celulosa procedentes de residuos de la industria alimentaria. Este proyecto de investigación se encuentra actualmente en una situación para dar un paso más, crear una planta de demostración, aunque sus promotores no han encontrado aún financiación. La Cátedra Tomás Pascual Sanz-Universidad de Burgos presentó este proyecto recientemente en una jornada sobre aprovechamiento de residuos de producción en la industria alimentaria en la que diferentes expertos mostraron sus últimos avances en esta materia.
María Fernández, profesora de Tecnologías del Medio Ambiente de la Universidad de Valladolid, explica que el proyecto consiste en el desarrollo de un proceso de despolimerización de la celulosa, procedente de los residuos que se generan en la industria alimentaria. A partir de agua supercrítica (esto es, en una situación de cambio de estado físico a gaseoso), los científicos consiguen que la celulosa sea soluble. “Al disolver la celulosa en menos de un segundo, podemos obtener otras substancias químicas de interés”. La celulosa, una substancia presente en los vegetales, se convierte, de este modo, en una fuente para la obtención de otros materiales.
Los técnicos de la Universidad de Valladolid han desarrollado una planta piloto con la que obtienen unos rendimientos de 1,5 kilogramos a la hora. El trabajo está desarrollado por investigadores del Departamento de Ingeniería Química. Los científicos buscan actualmente financiación y socios para proseguir con el proyecto.
La celulosa, una substancia presente en los vegetales, se convierte en una fuente para la obtención de otros materiales.
La investigación pretende adelantarse a necesidades energéticas y de materiales futuras. A partir de este residuo de la industria alimentaria, se produce tanto energía como compuestos químicos. “Por ahora, no es rentable la obtención de este material por esta vía, ya que el petróleo es todavía una alternativa económica, pero llegará un momento en que el que sea más caro o haya menos disponibilidad”. Entonces, la obtención de polímeros y la disposición de una nueva fuente de energía será una necesidad. El desarrollo científico trata que los procesos de reutilización de residuos de la industria alimentaria sean más rentables, abaratando estos procesos de reconversión de la celulosa en plásticos.
Residuos de conservas y frutas
Maite Zazpe, del departamento de Biomasa del Centro Nacional de Energías Renovables, presentó en Burgos el proyecto que esta organización pública de investigación realiza en torno a la recuperación de material no aprovechable en conservas y frutas. En concreto, el trabajo científico trata de obtener bioetanol de restos de zanahorias, pimientos, kiwis o naranjas, hortalizas y frutas cultivadas que pueden generar residuos no aprovechables para la industria. “Se trata de un conjunto de cuatro proyectos con un desarrollo de en torno a ocho años en los que se ha llegado a transferir al mundo de la empresa tecnología y resultados”, explica Zazpe.
A partir de la hidrólisis del azúcar de estas frutas y hortalizas, los técnicos han obtenido bioetanol. El trabajo se ha realizado en un reactor de dos litros, y ahora el centro de investigación contempla pasar a una escala mayor, la planta piloto. El proyecto tiene financiación de Interreg e integra en el caso de España a empresas y centros de investigación del País Vasco y Navarra. Hay socios también en Portugal y Francia. El Centro Nacional de Energías Renovables se encuentra en Sarriguren (Navarra). La comunidad foral es una importante productora de conservas y otros productos alimentarios de la huerta.
A partir de la hidrólisis del azúcar de frutas y hortalizas, los técnicos han obtenido bioetanol.
Según explica la Universidad de Burgos, los factores medioambientales son cada vez más relevantes dentro de la gestión de las empresas alimentarias y en el futuro estarán entre aquellos que determinen su sostenibilidad y competitividad. La industria alimentaria genera grandes cantidades de residuos de producción de naturaleza orgánica, constituidos principalmente por aquellas partes de la materia prima que no son útiles en el proceso de elaboración y que pueden llegar a representar hasta el 85% del peso inicialmente recibido. Estos materiales, pueden ser desechados como residuos, con el consiguiente coste, o pueden ser revalorizados como subproductos con el consiguiente beneficio ambiental y económico. Un nuevo uso abre nuevas perspectivas de negocio y es más sostenible ambientalmente.
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