El desafío climático en 2023: la última oportunidad para la ambición
Eduardo de Lecea, director general de Sigaus
12/12/2022Durante los dos últimos años estamos viviendo la mayor crisis económica mundial en más de cien años. En 2020, la actividad se redujo en el 90 % de los países, la economía mundial se contrajo alrededor de un 3 % y la pobreza aumentó en todo el planeta por primera vez en una generación, según los datos del Banco Mundial recogidos en su último Informe sobre el Desarrollo Mundial 2022.
Levantar estos datos y salir de esta espiral de crisis no parece fácil. Sabemos que la vulnerabilidad económica es hoy un hecho y todos los sectores se están viendo afectados, pero si de verdad buscamos resultados, quizá también sea importante recordar que todo está conectado: la salud económica de las empresas, las instituciones y los gobiernos, y también la de la sociedad y la del planeta. Por eso, ahora más que nunca, es irrenunciable adoptar políticas integrales, rápidas y eficaces que permitan gestionar los riesgos económicos, sociales y ambientales derivados de la pandemia, la actual crisis de suministros y materias primas y la preocupante escalada de precios de la energía.
El impacto de todo lo que estamos viviendo nos coloca, sin duda, en una situación global cuanto menos desafiante. Los retos más urgentes, de todo tipo, persisten y aspectos como la crisis climática, la aceleración en la pérdida de biodiversidad o la necesaria transición energética siguen demostrándonos que la interdependencia entre estos aspectos es una realidad, y por tanto las respuestas ante ellos deben ser rotundas, pero, sobre todo, unánimes y conjuntas.
Actuar antes de que sea tarde
Naciones Unidas acaba de advertir que la ‘ventana de oportunidad’ para actuar se está cerrando, así que es el momento de hacerlo. De aspirar a una verdadera ambición política y económica que acelere la acción para cumplir los plazos y las metas acordadas en los últimos acuerdos sobre el clima. Y para ello, el primer paso es identificar las barreras que están dificultando esa aceleración y alinear el compromiso político y empresarial con los recursos y la inversión para lograrlo. Simple y llanamente, que compromiso, voluntad y acción vayan de la mano.
Y es que, el Informe sobre el Estado Provisional del Clima Mundial 2022 de la ONU alerta ya de que los últimos ocho años van camino de ser los más cálidos de los que se tiene constancia, y que los efectos del cambio climático son cada vez más drásticos: olas de calor extremas, sequías e inundaciones que afectan a millones de personas y cuestan vidas y millones de dólares cada año. “Únicamente la transformación urgente a todos los niveles permitirá lograr la reducción necesaria en las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030”, alerta el documento.
Sin duda. Y en esta improrrogable labor, las empresas y entidades tenemos mucho que aportar, fundamentalmente nuestro valor y un impacto positivo duradero para la sociedad y para el entorno en el que trabajamos. Desde Sigaus llevamos más de 15 años aportando ese valor a través de la correcta gestión de los residuos, y afortunadamente contamos cada vez con más herramientas que van a contribuir a seguir aportándolo, como el nuevo Plan de Acción de Economía Circular de la UE, la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética aprobada en 2021 o la Ley de Residuos y Suelos contaminados, que sin duda lograrán que este impacto positivo se amplifique al máximo.
El año 2022 terminó, además, con la celebración de la última Cumbre Mundial de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 27) en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij, que tuvo lugar con el principal objetivo de dar respuesta a la emergencia climática, un desafío global, insistimos, que requiere respuestas igualmente globales. De nuevo, se señala la ambición y la responsabilidad como claves para diseñar el futuro que queremos.
“La acción global es un ejercicio de ambición. Es un ejercicio de responsabilidad”, alertó precisamente durante la cumbre el secretario ejecutivo de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Simon Stiell, lo que significa, ni más ni menos, que “asegurarse de que cada uno está cumpliendo su parte del trato, saber cómo tiene que actuar y que debe hacerlo con rapidez para avanzar hacia el cumplimiento de los objetivos”.
Es simple. Sabemos dónde estamos, pero ahora lo más importante es tener claro hacia dónde nos dirigimos. Hemos entrado en una década clave para actuar. Y aún podemos seguir siendo ambiciosos. Pero para eso no hay tiempo que perder. Estamos claramente en la era de la implementación. Y eso significas acción. Quizá, en este caso, sea más cierto que nunca que es imprescindible adaptarse para superar las dificultades.