Servicios de Agua Urbana
Fernando Morcillo Bernaldo de Quirós. Presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS)
Querría empezar estas líneas tratando de explicar muy sucintamente el alcance de la actividad de los operadores de los servicios de agua urbana. Parece una obviedad pero frecuentemente nos encontramos con una cierta falta de información por parte de la ciudadanía, incluso cuando esta tiene un cierto grado de preparación en temas ambientales.
Los urbanitas, que en las sociedades occidentales y desarrolladas configuramos la mayor parte de la población, estamos acostumbrados al sencillo gesto, pero soportado por una compleja actividad, de abrir un grifo e instantáneamente recibir un caudal asegurado y en perfectas condiciones de salubridad y aptitud para el consumo. Y, lo que parece más mágico y desde luego es menos evidente e incluso tiene un cierto grado de invisibilidad para los usuarios, convivimos con el hecho de la desaparición instantánea del agua sucia usada sin percatarnos del esfuerzo técnico y económico que supone su recogida, evacuación, depuración y devolución al medio acuático en condiciones de respeto ambiental.
Hoy sabemos que la gestión del agua urbana es la suma e interacción de una serie de servicios parciales; primero tenemos que tener en consideración la captación del agua natural, a partir de las fuentes disponibles: superficial, subterránea, marítima (desaladoras). Captación que en zonas semiáridas, como es gran parte del territorio español, o cuando va destinada a grandes poblaciones, requiere de unos gigantescos almacenamientos y unas poderosas infraestructuras de aducción o transporte a las aglomeraciones urbanas para defendernos de la natural variabilidad estacional y climatológica.
Dado que el agua bruta obtenida de la naturaleza no siempre tiene las adecuadas condiciones de salubridad se aplican técnicas, en general basadas en procesos de carácter físico-químico, para convertir, mediante el oportuno tratamiento, nuestro vital liquido en un producto sanitariamente seguro y apto para el consumo humano.
Las técnicas y procedimientos aplicados al servicio de distribución domiciliaria hacen posible la entrega del agua a nuestros grifos y puntos de consumo, y los dispositivos de medición facilitan la tarea de asignación de costes y responsabilidades a los ciudadanos usuarios del servicio.
Una vez usada el agua, la mayor parte es contaminada -labores domésticas de limpieza, arrastre de nuestros residuos orgánicos, otros usos comerciales e industriales- y debe ser recogida y alejada de nuestras viviendas y centros de interrelación social. Para ello, nos dotamos de las redes de alcantarillado que, con la misión complementaria de asegurar el drenaje de las superficies urbanas impermeabilizadas configuraron el sistema básico de saneamiento durante algunos siglos en la historia de la humanidad.
Hoy en día no dispondríamos de un adecuado saneamiento, y someteríamos a un estrés insoportable a nuestro medio acuático, si no contáramos con las estaciones depuradoras de aguas residuales, las cuales, dotadas de procesos físicos, químico y fundamentalmente biológicos, nos facilitan la limpieza y recuperación de dichos efluentes contaminados para transformarlos en vertidos de adecuada calidad para ser incorporados al medio ambiente acuático.
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