LA SOSTENIBILIDAD DEL REGADÍO FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO
Uno de los principales problemas del regadío es la escasez de agua. Las perspectivas futuras, en muchas regiones áridas y semiáridas, no son muy halagüeñas por el calentamiento global. Dado que las predicciones sobre el cambio climático auguran una importante reducción de los recursos hídricos disponibles y un aumento de las necesidades hídricas de los cultivos. Todo ello debido a una disminución generalizada de las precipitaciones, aumentos en la temperatura, la evaporación y la evapotranspiración, junto a una disminución de la recarga de acuíferos y de la escorrentía.
El agua es un elemento clave a considerar al plantear medidas adaptativas o mitigadoras de los efectos del cambio climático. Dado que existe una fuerte interrelación entre el agua y la energía (nexo agua-energía), y entre el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que en último término son las responsables del calentamiento global. Como dato indicar que en 2018 (enero-noviembre) según Red Eléctrica de España el factor de conversión medio fue de 0,245 kg CO2eq/kWh. Por ello, la racionalización del uso del agua y la energía es fundamental para combatir el cambio climático.
La extensión e intensificación de la agricultura de regadío conlleva un mayor consumo energético (directo e indirecto) y mayores emisiones de GEI:
• El consumo directo de energía se debe a la mano de obra y al consumo de energía eléctrica (sobre todo por el binomio agua-energía) y combustible (principalmente por la maquinaría agrícola) durante la producción de los cultivos. Mientras que el consumo indirecto de energía hace referencia a la energía consumida para producir los insumos, como fertilizantes, pesticidas, semillas, sistemas de riego y maquinaria agrícola.
• Las fuentes de emisión de GEI en la producción agrícola se pueden dividir en tres grupos principales: (a) las emisiones de GEI debidas al uso de combustibles fósiles y electricidad; (b) las emisiones de GEI debidas a la producción, el transporte, el almacenamiento y el empleo de fertilizantes y fitosanitarios; y (c) las emisiones de GEI en forma de NO2 del suelo, producidas por la aplicación de fertilizantes nitrogenados.
Mariano Soto García, Coordinador Cátedra Trasvase y Sostenibilidad José Manuel Claver Valderas