Afectaciones psicosociales y medioambientales de la digitalización
Alexandra Farbiarz Mas, comunicadora ambiental, formadora y coach. Coordinadora de Contenidos en LIR
08/09/2022Todas estas posibilidades tienen su contrapartida. Porque, como en todo, no hay nada en si mismo bueno o malo, sino que depende de su uso. ¿Pero nos planteamos seriamente las afectaciones que puede tener el uso de las pantallas y sus múltiples opciones? En este post propongo una reflexión amplia sobre estas afectaciones de las que, a mi entender, no somos plenamente conscientes tanto a nivel psicosocial como ambiental. Los dispositivos móviles irrumpieron con fuerza en nuestras vidas y los naturalizamos sin darnos cuenta de cómo las estaban cambiando. Y aún no hemos metabolizado sus efectos, probablemente, por las ventajas que nos supone, pero ¿y si valoramos también la cara oculta e inconveniente del uso que hacemos, podríamos manejar mejor nuestros dispositivos digitales?
Veamos cuales son las afectaciones en distintos planos:
Desequilibrios entre el mundo físico y el digital
Cada vez hay más personas que viven en las grandes ciudades o a su alrededor, lejos de la naturaleza. Esto ha supuesto una gran desconexión entre la percepción de lo que es natural y lo que no, así como de los ciclos de la naturaleza. Cuando las personas todo lo necesitan verificar a través de los dispositivos móviles y dejan de ver lo que ocurre a su alrededor, esta desconexión se extiende incluso a lo que ocurre más allá de la vista puesta en nuestras pantallas. Pero el orden físico impone sus leyes y no tiene los mismos tiempos que el del mundo digital.
En este sentido, cuando nos manejamos en lo digital todo va bastante más rápido que cuando nos relacionamos con el mundo físico. La cultura del pelotazo (por ejemplo, la burbuja inmobiliaria que aún sigue) nos mostró cuan rápidamente pueden caer supuestos imperios construidos en poco tiempo. De la misma manera, las proyecciones digitales pueden crear grandes frustraciones cuando se trasladan proyectos en el mundo físico.
Finalmente, el cambio climático, la contaminación y un planeta en el que ya hay materias primas importantes que empiezan a escasear, ofrece un horizonte más que incierto para las generaciones presentes y ya no digamos para las venideras. Y en esto el rigor científico es muy claro: o nos ponemos las pilas o los fenómenos que ya se han manifestado a nivel climático y las afectaciones sobre la salud van a ser muy difíciles de llevar.
Desde la Plataforma intergubernamental científico-normativa sobre biodiversidad y servicios de los ecosistemas IPBES, hasta la UE en su Estrategia sobre biodiversidad de aquí a 2030, reconocen un vínculo entre el desequilibrio ecológico como factor clave del desarrollo del COVID-19 y otras pandemias. Las imágenes de futuro también las construimos a través de nuestras experiencias pasadas y de presente. ¿Qué pasa cuando nos ocurren físicamente cosas que nunca habíamos vivido? Pues que nos sentimos mucho más desarmados a la hora de establecer estrategias para afrontar situaciones sobrevenidas. Pues esto es lo que muy probablemente ocurrirá en los años venideros, acentuado por la desconexión que vivimos con la naturaleza, pasándonos gran parte de nuestro tiempo delante de las pantallas sin, además, tener una base cultural de sostenibilidad generalizada. Estos impactos los sufriremos aún más, no solo a nivel físico sino también psicológico, y, obviamente, también económicamente.
Afectaciones sobre nuestro cuerpo: desajustes posturales y sedentarismo
Recuerdo que cuando era pequeña, en el pueblo de mi madre había un señor que todo el mundo conocía: el Sr. Ramonet. Había trabajado en el cine del pueblo…hasta que llegó la televisión. La gente dejó de ir al cine, se encerró en sus casas y el Sr. Ramonet enloqueció. Esta historia me conmovió.
El caso es que antes la gente andaba hasta llegar al cine y allí socializaban. Con el televisor, la gente se quedó en el sofá. Con la llegada de los ordenadores y los móviles el nivel de sedentarismo y aislamiento detrás de pantallas personales ha aumentado. El móvil es prácticamente una extensión del brazo para mucha gente. Esto acentúa el sedentarismo, que, a su vez, puede repercutir en un aumento de la obesidad o la falta de desarrollo de habilidades sociales.
Por otra parte, en los programas de prevención y riesgo laborales se hace hincapié en los efectos de las malas posturas que conlleva estar sentado enfrente al ordenador si no haces ejercicios para reajustar movimientos de cuello y espalda, si no tienes algo que ergonómicamente te corrija el movimiento del brazo con el ratón, etc.
En cuanto al móvil, estamos en una postura cabizbaja cada vez que estamos pendientes de alertas, mensajes, redes sociales o de cualquier contenido que nos interese. Esto también nos carga los hombros y afecta la espalda. ¿Cuánta gente tiene las cervicales y espalda afectadas hoy en día? Obviamente no solo se explica por esta razón, pero no creo que sea un factor nada despreciable a tener en cuenta.
Adicciones digitales
Las pantallas tienen cierto poder hipnótico que te convierten en un ser mucho más receptor que activo. Cuando solo somos receptores es muy fácil convertirnos en personas más pasivas y seguidoras de lo que nos ofrecen. ¿Quién no se ha sorprendido pasando demasiado tiempo delante del ordenador o del móvil pasando de una web a otra, de una aplicación a otra, jugando a pasar pantallas sin darse ni cuenta?
En 2019, la OMS (Organización Mundial de la Salud), incluyó el trastorno por uso de videojuegos en su revisión número 11 de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Conexos. Así pues, las adicciones digitales soy hoy un grave problema y no solo para ludópatas. Lo son por la falta de atención y concentración del mal uso de las redes sociales también tal como lo explica en esta entrevista Cal Newport, escritor y profesor asociado de ciencia computacional en la Universidad de Georgetown (Washington).
Aprendizajes en suspensión por un mal uso de los dispositivos móviles
A lo largo de nuestra vida, y en función de cada etapa que vivimos, llevamos a cabo distintos tipos de aprendizaje. Sin embargo, hay aprendizajes que no pueden llevarse a cabo si no se les da el espacio conveniente. Lo comenté en el post 'La cultura del entretenimiento puede matar el aburrimiento'.
Resulta preocupante, por ejemplo, ver cuántos padres y madres, ante el llanto de un niño, para “tranquilizarlo”, les dan el móvil para que se entretenga. Este gesto supone no permitir, durante la infancia, el manejo de la propia frustración porque la cortamos en seco, no la transitan y luego no la pueden tolerar. ¿Somos conscientes de las consecuencias a medio y largo plazo de lo que esto va a suponer en la gestión de emociones y sobre los aprendizajes que van a llevar a cabo?
Por otro lado, al estar aprendiendo tanto con los móviles, el mundo físico se convierte en un espacio más “temerario”. Desde los años 90 la calle se convirtió en un lugar más de riesgo que de juego para muchos niños que antes jugaban en la misma. Obviamente no es el único factor pero sí uno de ellos a considerar seriamente.
Cuando dejamos de vivir lo que ocurre en el espacio físico no experimentamos tanto los miedos asociados con los riesgos normales que, efectivamente, existen. Pero si no experimentamos estas sensaciones de miedo ¿cómo podremos sobrellevarlas cuando nos encontremos con ellas? Si no crecemos experimentando determinadas emociones, por más que las evitemos, nos las encontraremos algún día ¿no sería más coherente aprender a convivir con ellas para manejarlas mejor de jóvenes y adultos?
Identidades digitales que no controlamos y de las que desconocemos sus consecuencias
La suplantación de identidad digital es algo cada vez más extendido pero las identidades digitales conllevan otros interrogantes. Hay padres que exponen en las redes sociales a sus hijos sin conocer las consecuencias que puede conllevar para ellos en el futuro… Precisamente porque el mundo digital va muy rápido y no sabemos hasta dónde puede llegar.
Las identidades digitales, como las físicas se construyen a partir de la percepción no solo de quien las emite, sino de como las entienden los algoritmos que manejan grandes compañías que controlan los motores de búsqueda o de cómo se entiendan a través de las redes sociales. Algo que queda muy lejos de nuestro manejo.
A su vez, en el ámbito digital todo es rastreable y con las identidades digitales es mucho más fácil crear memorias de dichas identidades y reconstruirlas por otros sin poderlo controlar.
Ciertamente en los procesos de memoria, se producen cambios cada vez que recordamos algo… Es decir, nuestra percepción no es fidedigna sobre los hechos que vivimos sino sobre los recuerdos que construimos a partir de lo que recordamos sobre estos mismos hechos. Y cada vez que lo recordamos elaboramos de nuevo el recuerdo…a partir del recuerdo anterior.
Sin embargo, en el mundo digital se pueden construir imágenes memorísticas tan solo combinando diferentes fotos que se cuelguen y dándoles una determinada orientación. Es tan fácil construir falsas identidades propias o alienas como lo es aplicar el Photoshop a cualquier imagen…pero ahora estamos mucho más fácilmente expuestos y no somos conscientes de lo que puede llegar a suponer.
El impacto ambiental de la digitalización
En 2019, el equipo de The Shift Project, publicó un estudio sobre el impacto del mundo digital en términos ambientales. Por un lado, la huella energética del mundo digital aumenta cada año un 9%, mientras que la demanda energética para la producción eléctrica global también sigue aumentando y se lucha para su descarbonización.
En este sentido, sería interesante que las administraciones públicas considerasen el informe titulado ‘Desplegar la sobriedad digital’ de The Shift Project, aún más pertinente ahora en plena crisis energética, si bien el mismo estudio afirma que las políticas digitales deberían considerarse también en términos de políticas de sanidad pública.
En Francia se ha llegado a crear una ley precisamente que lleva por título: 'LEY n° 2021-1485 del 15 de noviembre de 2021 destinada a reducir la huella ambiental de la tecnología digital en Francia (1)' en las que se marcan distintos objetivos organizados en los siguientes capítulos:
- Capítulo 1: Concienciar a los usuarios del impacto medioambiental del mundo digital.
- Capítulo 2: Limitar la renovación de terminales
- Capítulo 3: Promover y desarrollar usos digitales ecológicamente virtuosos.
- Capítulo 4: Promoción de centros de datos y redes energéticamente eficientes.
- Capítulo 5: Promover una estrategia digital responsable en los territorios.
Así pues, una ley encaminada a hacer más eficiente energéticamente el uso del mundo digital y, a su vez, de introducir la economía circular en los hábitos de compra y mantenimiento de los dispositivos digitales. O lo que es lo mismo racionalizar nuestro uso y manejo para reducirlo en la medida de lo posible y tratar de equilibrar una dinámica desbordada.
En el artículo de la Agencia SINC ‘Así contaminamos con internet sin salir de casa’ encontramos pistas de por dónde podríamos reducir nuestra propia huella digital medioambiental a nivel individual, y donde también se explica cómo emitimos más fuentes de contaminación con el uso de nuestros dispositivos móviles.
De todos modos, esta eficiencia, obviamente, no debe depender solo de los particulares. Las grandes empresas también deben poner de su parte. Por ejemplo, vídeos y videojuegos son la fuente más contaminante del mundo digital porque son las que más consumen energía. En estos ámbitos se podría desarrollar estrategias para racionalizar según qué producciones. Algunos pensaran que decir algo así es ilusorio. Probablemente, pero más ilusorio es pensar que el uso de lo digital es completamente inocuo en nuestras vidas.
Y finalmente, los impactos ambientales de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) que nos permiten el acceso a la digitalización es alarmante, tal como lo explicaba un informe internacional sobre la tendencias de los residuos eléctricos y electrónicos presentado en 2018. A modo indicativo reproduzco el primer párrafo del artículo para darnos una idea de la dimensión de lo que producimos como humanidad de RAEE:
“En 2016, el mundo generó 44,7 millones de toneladas métricas (Mt) de residuos eléctricos y electrónicos (RAEE de ahora en adelante), lo cual representa un equivalente de 6,1kg por habitante de media, frente a los 5,8 kg/ habitante de 2014”.
Los impactos ambientales de los residuos electrónicos son terribles. En Lagos (Nigeria) conocen bien los impactos ambientales y de salud debidos a la toxicidad de los RAEE que sufren las comunidades cercanas a los basureros donde van a parar.
Conclusión
Así pues, las afectaciones psicosociales y medioambientales del uso de dispositivos digitales no son menores, ni a nivel psicológico, ni social ni medioambiental por lo que conviene repensar el uso que hacemos de los mismos. Y quizás empezar a plantearnos una reducción de sus usos si queremos llevar a cabo una relación saludable entre la tecnología digital y nosotros mismos. Un uso saludable que nos ayude, a su vez, a repensar cómo nos movemos y nos comunicamos con y entre nosotros mismos, porque detrás de una pantalla no somos iguales que sin ellas. Y sin ellas jugamos en el campo de lo físico y de una realidad que necesita de nuestra atención visto los desafíos que nos supone los retos medioambientales que tenemos por delante.
¿Y tú, cómo te manejas entre tu móvil y tu realidad? ¿Cómo te relacionas con la naturaleza sin datos móviles disponibles?