El reciclaje de fármacos ha evitado la emisión 77.000 toneladas de CO2 en España
A la hora de reciclar estos envases vacíos, pueden surgir dudas sobre cómo hacerlo, las mismas que surgen cuando comprobamos que un medicamento ha caducado y no sabemos qué hacer con él. Y es que ignorar la fecha de vencimiento no debe ser una opción, ya que no sólo es posible que la medicina pierda su efecto, sino que en ocasiones podría llegar a poner en riesgo la salud del paciente. No obstante, tirarlos directamente a la basura tampoco es correcto, ya que ello tiene un impacto medioambiental muy negativo, por lo que la mejor opción será reciclarlos.
¿Qué puedo reciclar y cómo?
La asociación Sigre es una entidad sin ánimo de lucro que, desde el 2001, lucha por garantizar la correcta gestión medioambiental de los envases y restos de medicamentos de origen doméstico a través de su sistema circular, con el que logra reducir su impacto medioambiental. Para ello, pone a disposición de los usuarios unos contenedores verdes en los que se pueden depositar los envases vacíos, los que tengan restos, y los medicamentos caducados o en mal estado. Estos se encuentran en la gran mayoría de las farmacias de todo el país.
Esta es una iniciativa muy necesaria, ya que las medicinas contienen unos compuestos que, si se liberan en el agua, se pueden comportar de forma imprevista y acabar afectando negativamente a la salud humana y al medio ambiente, ya que lo pondrían en peligro al pasar al ciclo natural. Por ello, la colaboración del ciudadano resulta imprescindible, ya que muchas veces se acumulan medicamentos en el botiquín casero que podrían reciclarse y reutilizarse, así que, para evitarlo, se recomienda hacer limpieza al menos una vez al año y acudir a la farmacia con lo que ya sea inservible.
Una vez recogidos los medicamentos depositados en los Puntos Sigre, Gerardo González, responsable de comunicación del Sistema de Recogida Selectiva, explica que estos “se destruyen mediante valorización energética, es decir, se usan como combustible en instalaciones industriales o para producir energía eléctrica”, por lo que no sólo se reducen los desperdicios, sino que además se utilizan para generar electricidad.
Para iniciar este proceso, primero se separan los materiales del envase y los restos en papel, cartón, plástico y vidrio, y después se descartan los “residuos impropios”, como jeringuillas o termómetros, que se han depositado indebidamente en los puntos de recogida.
Los españoles, cada vez más concienciados
Gracias a esta iniciativa, en 2018 se logró reciclar el 62,34% de los materiales de envases de medicamentos recogidos, y en total se han ahorrado 270 millones de litros de agua y la emisión de 77.000 toneladas de CO2 desde que se estrenó esta práctica hace ya 18 años.
Además, a día de hoy un 97% de los consumidores es consciente de que tirar los restos de medicamentos a la basura o por el desagüe perjudica al medio ambiente. Pese a eso, según un estudio del comparador de seguros Acierto.com, el 46% de los españoles reconoce llevar los fármacos caducados a puntos especializados (habitualmente en farmacias). Por contra, el 42% de los encuestados asegura que guarda las cajas con la fecha ya prescrita, mientras que el 12% las tira en lugares no recomendables. De esta manera, se evidencia que la labor de concienciación también ha sido enorme, lo cual, como se comentaba anteriormente, es clave para que esta iniciativa siga funcionando.
Por otro lado, cabe destacar que el fabricante también se ha unido a esta práctica aportando su granito de arena, ya que durante el año pasado se redujo el volumen de 1 de cada 3 envases farmacéuticos y más de 470 millones de envases han incorporado mejoras ambientales.
¿Cuánto dinero destinamos a nuestra salud?
Gracias al funcionamiento del sistema sanitario español, los ciudadanos nos podemos permitir dedicar un porcentaje relativamente pequeño de nuestros ingresos a la salud, ya que los principales servicios están cubiertos por la Seguridad Social. De hecho, según la Oficina Europea de Estadística, los hogares españoles destinan solamente un 4,1% de sus ingresos a salud, y de este, la mitad se dedica casi íntegramente a productos, aparatos y equipos médicos.
Actualmente en España, el Sistema Nacional de Salud (SNS) subvenciona una parte de los medicamentos, una ayuda que se divide en varios regímenes de copagos y que se revisa anualmente, ya que suele ser un tema de discusión entre los partidos políticos. Este copago farmacéutico hace referencia a la aportación obligatoria que debe hacer el usuario al adquirir un medicamento o producto sanitario con receta, pero esta es algo diferente en función de la situación de cada paciente. Los beneficiarios de pensiones, por ejemplo, pagan un porcentaje más bajo que los trabajadores, y este también depende de sus rentas anuales.
El sistema público de salud suele subvencionar entre un 40 y un 60% del coste, algo que, sin embargo, aparentemente no es suficiente, ya que, según la ONG Banco Farmacéutico, hasta 2 millones de españoles tienen problemas serios para comprar los medicamentos que les son prescritos por el médico, son los que sufren lo que se denomina como “pobreza farmacéutica”.
Cómo ahorrar en el copago farmacéutico
Aunque en España todos los ciudadanos pueden hacer uso del sistema de sanidad público, cada vez hay más de ellos que se deciden por contratar un seguro médico. Según el último estudio del Instituto para el Desarrollo y la Integración de la Sanidad (IDIS), el sistema sanitario privado cuenta con 8,5 millones de asegurados (sin tener en cuenta los beneficiarios de las mutualidades). En comparación con la Seguridad Social, este tiene tiempos de espera más cortos y acceso directo a especialistas, pero en el caso de las recetas, no cuenta con la subvención pública, es decir, que si un médico de la sanidad privada extiende una receta, el paciente tendrá que pagar el 100% de su coste. Para poder beneficiarse de la subvención, será necesario que lo recete un médico de la Seguridad Social. Ante esta situación, cada vez son más las aseguradoras que incluyen la cobertura de farmacia, destinada a cubrir parte de los gastos de los medicamentos.
Esta cobertura no suele tener límite de edad, y, si lo tuviera, suele estar bastante alto, entre los 60 y los 75 años. Sí que es una condición que sea contratada por todos los miembros del seguro de salud, y puede haber otros límites o condiciones establecidas que sean propias de cada aseguradora, como por ejemplo qué medicamentos se cubren, o si se incluyen o no las vacunas. En el caso de los más básicos, suelen cubrir un 50% del coste, que puede aumentar hasta un 80% en las pólizas más completas, con un límite de gasto anual que ronda los 250 euros.