Pilas y baterías, fuente de energía y también de recursos
Cada español consume una media de 11 pilas al año, lo que se traduce en más de 500 millones de unidades o unas 8.500 toneladas. Estas cifras corroboran, en primer lugar, que, en estos tiempos de explosión de la tecnología móvil, las baterías portátiles continúan siendo la mejor forma y la más avanzada de almacenar energía. Y, en segundo lugar, que lo seguirán siendo en un futuro, dado el nivel de desarrollo alcanzado en el terreno de la tecnología electroquímica, la cual permitirá aumentar sus tipos y aplicaciones.
Si el litio consiguió imponerse hace unos años al níquel y al cadmio, hoy la generalización de dispositivos como smartphones, tabletas y ordenadores portátiles, todos ellos grandes consumidores de energía, han conducido al sector a dedicar grandes esfuerzos de inversión en i+D al hallazgo de nuevas fórmulas de ampliación de la capacidad de almacenamiento. En concreto, hoy todos los ensayos parecen señalar a las baterías metal-aire, tal y como se ha puesto de manifiesto en el reciente Congreso Internacional Mabic16.
Pero estos datos y previsiones en torno al mercado de pilas y baterías, revelan otra cuestión igual de importante para nuestro futuro: el desafío medioambiental que supone la generación de tal volumen de residuos de pilas y de composiciones tan variadas.
Afortunadamente, somos muchos los que ya respondemos —algunos desde hace más de 15 años— a este desafío en pro de la sostenibilidad, mediante la recogida separada y el reciclaje de las pilas y baterías usadas y la implicación de todo el tejido social. Esta labor tiene una doble finalidad: proteger el medio ambiente de la agresión que supondría la manipulación incontrolada de un tipo de residuos cuyos componentes exigen tratamientos técnicamente muy avanzados; y poner freno al acelerado agotamiento de los recursos naturales y energéticos, gracias a la reutilización de materias primas.
En lo que a la respuesta del sector se refiere, cabe señalar que, además de avanzar hacia un mayor rendimiento y portabilidad, la industria europea y española dedica cada vez más esfuerzos a minimizar la presencia de sustancias contaminantes, en una buena muestra de su compromiso con el cierre del ciclo vital de las pilas y baterías.
Gracias a su esfuerzo por eliminar sustancias como el mercurio o el cadmio, hoy en día una sola pila no es peligrosa (es necesaria una alta concentración), sin embargo, cada batería que no se recicla supone un desperdicio de recursos.
Actualmente, en el caso de las pilas de uso más habitual, las alcalinas/salinas, el porcentaje de aprovechamiento de materias primas oscila entre un 55% y un 75%, dependiendo del procedimiento de reciclaje, el grado de humedad, el nivel de agotamiento, su deterioro y los porcentajes de un tipo u otro que se traten. Los materiales recuperados en mayor cantidad son el hierro y el zinc, que regresan a la industria metalúrgica y, en menor proporción, aleaciones de metales destinados a fundición para la fabricación de diferentes productos.
Al esfuerzo de la industria, se añade el de la ciudadanía. Actualmente, gracias al alto nivel de concienciación medioambiental de los españoles, ya recogemos el 35% de las pilas puestas en el mercado anualmente por los fabricantes, superando ampliamente el objetivo obligatorio del 25% establecido por la normativa de gestión de estos residuos. Este ratio sitúa a España en el puesto sexto de los países de la Unión Europea que más pilas recogen, sólo por detrás de Bélgica, Rumanía, Holanda, Alemania y Dinamarca, con una cultura del reciclaje mucho más arraigada socialmente desde hace más de veinte años.
En definitiva, además de una fuente de energía durante su vida útil, las pilas y las baterías, tanto domésticas como industriales, son un recurso muy valioso por su contribución al bienestar medioambiental y socio-económico, siempre y cuando sean gestionadas correctamente, una vez desechadas.
* Recyclia es la plataforma que gestiona los Sistemas Integrados de Gestión Ecopilas, Ecofimática y Ecoasimelec, dedicados a la recogida selectiva y el reciclaje de pilas usadas y residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.